Cólicos del lactante
¿Qué son los cólicos del lactante?
Se habla de cólico del lactante cuando un bebé sano y bien alimentado padece episodios repetidos de llanto intenso al menos 3 horas al día, 3 días a la semana durante al menos 3 semanas (la llamada regla del tres de Wessel).
Suele aparecer a partir de los 15 días de vida, es especialmente frecuente en torno al mes y medio, y desaparece hacia los 4 meses de edad. Se trata de un trastorno benigno que no tiene trascendencia médica –no se trata de una enfermedad- y el cuadro suele desaparecer por sí solo, de manera espontánea y sin dejar secuelas.
Los episodios de llanto pueden producirse a cualquier hora, aunque a menudo suceden desde la tarde hasta entrada la madrugada. En ocasiones, pueden comenzar tras las tomas de leche, lo que puede llevar a los padres a confusión sobre la causa de los lloros.
¿A quién afectan?
Se trata de un cuadro bastante frecuente, pues afecta, según la Asociación Española de Pediatría, a 1 de cada 4 niños en sus primeros tres o cuatro meses de vida. No existen diferencias de género y tampoco influye el hecho de que hayan nacido prematuros o el que sean alimentados con leche materna o fórmulas artificiales.
No obstante, según la Sociedad de Pediatría de Asturias, Cantabria, Castilla y León, parece que los bebés con antecedentes familiares de enfermedades gastrointestinales y enfermedades atópicas sufren cólicos con mayor frecuencia. Así mismo, estos niños sufren más a menudo trastornos del comportamiento y del sueño en edades posteriores, así como episodios de dolor abdominal recurrente y problemas alérgicos.
¿Cuáles son sus síntomas?
Además de llorar de manera inconsolable durante varias horas –especialmente durante la tarde y la noche- el lactante puede:
- Sufrir un llanto de inicio repentino.
- Encoger las piernas repetidamente sobre el abdomen.
- Mostrar el vientre algo abombado y aparentemente lleno de gases (lo que ha llevado a pensar con frecuencia que se trata de espasmos en el tubo digestivo).
- Cerrar los puños con fuerza.
- Enrojecer por el esfuerzo.
- Cuando el llanto cede, se vuelve a encontrar con un aspecto normal.
¿Por qué se producen los cólicos?
No existe una causa clara ni tampoco una evidencia médica que demuestre la relación del cólico con una dolencia física o un malestar del intestino o estómago. Las asociaciones de pediatría barajan distintas teorías respecto a la etiología de los cólicos:
- Causas psicológicas o sociales. El cólico del lactante podría deberse a una excesiva estimulación del bebé; cambios constantes en la rutina diaria del lactante; una mala interpretación de la conducta de los niños por parte de los padres, que responden con exageración ante su llanto-; cansancio e inexperiencia de los padres; mayor estrés sufrido por algunas familias; ansiedad de la madre, que puede haber sufrido problemas durante el embarazo o un parto traumático; o, incluso, a hábitos fumadores por parte de los progenitores. Por parte del bebé puede existir una hipersensibilidad a ciertos estímulos.
- Causas gastrointestinales. Por ejemplo, reflujos gasoesofágicos, la inmadurez propia del aparato digestiva del bebé, el estreñimiento o alteraciones de la flora intestinal podrían, en algunas ocasiones, motivar los lloros, aunque estos niños, como aclara la Asociación Española de Pediatría no padecerían un auténtico cólico, sino un proceso que se confunde con él.
- Causas dietéticas. Existen pocas diferencias entre el tipo de lactancia que siga el bebé, aunque con leche materna los cólicos son algo menos frecuentes, ya que la alergia a las proteínas de la leche de vaca puede ser un desencadenante en algunos casos. Estos podrían mejorar usando una fórmula láctea especial o retirando los lácteos de la dieta de la madre en el caso de que reciba leche materna.
- Inmadurez neurológica. En esta etapa, el lactante tiene que adaptarse al ritmo de sueño-vigilia y, sobre todo, a un ritmo de actividad en la vigilia; en otras palabras, el bebé requiere de tiempo para terminar su proceso de autorregulación, todavía incompleto.
¿Qué peligros pueden conllevar?
Los cólicos no implican un riesgo médico directo para los bebés. Sin embargo, dado el nerviosismo que estos llantos constantes puede generar en los padres o cuidadores, sí pueden darse situaciones de peligro por estrés. Para evitarlas, en fundamental mantener la calma y evitar mantener al bebé en brazos durante posibles discusiones provocadas por el cansancio, ya que si en un momento de pérdida de control se agita al niño, esto sí puede provocarle lesiones graves. Es lo que se conoce como el síndrome del bebé sacudido.
Por este motivo, si hay momentos en que el llanto se siente intolerable para los adultos, lo mejor es poner al bebé en un lugar seguro (por ejemplo, su cuna), tomarse algunos minutos y pedir ayuda.
¿Cómo puede distinguirse el cólico del lactante de otra dolencia?
Por lo general, el llanto constituye una conducta de apego, necesaria para la supervivencia o una manera del bebé de expresar sus diferentes emociones y necesidades. Por eso, debe ser considerado normal que un bebé llore.
Sin embargo, cuando el llanto dura más de tres horas por día, más de tres veces en la semana y durante más de tres semanas, es necesario investigar su causa. Normalmente no es necesaria ninguna prueba diagnóstica, pues el diagnóstico viene dado por el llanto característico unido a una exploración normal del bebé.
El pediatra será el encargado de descartar otras posibles causas del llanto, que pueden tener que ver con estas señales:
- Si el bebé presenta malestar general o mal color.
- Si ha perdido el apetito o el reflejo de succión no es fuerte.
- Si el niño parece incómodo cuando se lo coge en brazos.
- Si vomita repetidamente.
- Si pierde peso o no gana el suficiente.
- Si padece diarrea o tiene heces con sangre.
- Si sufre pausas respiratorias.
- Si padece convulsiones o somnolencia.
¿Cómo se diagnostican los cólicos del lactante?
El llanto de bebé característico del cólico y una exploración física del niño –en la que se descartarán otras posibles causas de los lloros- suelen ser suficientes para confirmar el diagnóstico.
En algunos casos, puede ser útil registrar su comportamiento anotando en una tabla horaria la hora y el tiempo que duran las tomas, los periodos de sueño-vigilia y los cuadros de llanto (duración e intensidad).
¿Cómo se superan los cólicos del lactante?
Como afirma la Asociación Española de Pediatría (AEP) en su “Guía práctica para padres”, no existe ningún remedio con eficacia demostrada para los cólicos del lactante, simplemente se debe ser paciente y esperar a que las crisis acaben desapareciendo por sí solas, alrededor de los cuatro meses de edad. En cualquier caso, esta asociación apunta las siguientes posibles medidas de actuación:
- Mantener la lactancia materna, al tiempo que la madre evitar ingerir sustancias excitantes. Si se opta por la lactancia artificial, las tomas deben ser muy regulares, tanto en horario como en frecuencia. Al finalizar, se debe ayudar al bebé a expulsar el aire.
- Coger al bebé y abrazarlo contra el pecho para que sienta nuestro calor. También se le puede arrullar en una mantita, cambiarle de postura, darle un baño o realizarle un masaje relajante.
- Suplementos a base de probióticos. Podrían mejorar un poco los síntomas en algunos niños, pero no existe suficiente evidencia científica que lo demuestre.
En definitiva, es importante entender que es un trastorno benigno ante el que la familia debe armarse de paciencia. Así mismo, el pediatra ayudará a descartar que el llanto se deba a otro tipo de problemas o a alguna enfermedad.
10 consejos para afrontar los cólicos del lactante
Aunque no existe ningún tratamiento con eficacia demostrada para el cólico del lactante, seguir algunas recomendaciones puede hacerlo más llevadero tanto para el bebé como para sus padres:
- 1. Ármate de paciencia.
No hay que ponerse excesivamente nerviosos si nuestro bebé llora, ya que el llanto es un proceso normal que constituye su manera de expresar emociones y necesidades. Siempre que no presente otros síntomas, es normal que un bebé llore. - 2. Descarta otras causas.
Cuando el niño esté llorando, comprueba primero que no tiene hambre y que no necesita un cambio de pañal. Tras esto, puedes cogerlo en brazos y mantenerlo en la posición en la que se encuentre más cómodo (boca arriba o abajo, horizontal o vertical, con los brazos o sobre su pecho, etc.) intentando transmitirle tranquilidad. - 3. Recurre a los masajes.
Una vez que lo tienes en brazos, puedes mecerlo e incluso darle un masaje relajante en el abdomen o la espalda mientras lo tienes en tu regazo, ya que eso le ayudará a calmarse. Los lactantes que sufren cólicos a menudo buscan y piden consuelo de sus padres o cuidadores por lo que estos no deben sentirse culpables por cogerlos. - 4. Reduce los estímulos y busca su relax.
El llanto agudo tensa al bebé, por lo que es importante que intentes relajarle, por ejemplo poniéndole un poco de música o un ruido sordo como el secador de pelo o la lavadora. El chupete también puede ayudar, ya que el reflejo de succión es instintivo. Además, algunos bebés necesitan oscuridad o sentirse protegidos para tranquilizarse, por lo que acostarlos o arrullarlos en una mantita puede resultar útil en estos episodios. - 5. Llévale de paseo.
En ocasiones, también el movimiento reconforta a los bebés que sufren cólicos. Por eso, puede resultar efectivo llevarlo a pasear en el coche, en su carrito o, incluso, sentarlo en un asiento vibrador. - 6. Claves de la lactancia.
Si el bebé toma la leche con mucha avidez es posible que trague demasiado aire. En caso de tomar la leche materna, hay que asegurase de que vacíe bien un pecho antes de cambiarlo al otro, pues la leche que sale al vaciar por completo el pecho es más rica en grasa y energía, y sacia mejor el hambre. Además, prescindir de estimulantes como la cafeína o la teína en la dieta de la madre podría ayudar a que el bebé se mantenga un poco más sereno. Al menos, es conveniente hacer la prueba. - 7. Establece una rutina para las tomas.
Sobre todo, si el bebé toma el biberón, las tomas deben ser regulares tanto en horario como en frecuencia, y conviene seguir siempre los mismos pasos al hacerlo. También en el momento del baño debe seguirse una rutina, pues repetir secuencias permite al niño saber qué va a suceder y, por tanto, sentirse más seguro. - 8. Ayúdale a eliminar los gases.
Tanto si se le ha dado el pecho como si ha tomado biberón, es necesario ayudar al bebé a eructar. En el primer caso, hay que sujetarlo unos minutos después de la toma en posición vertical para que pueda expulsar los gases. Y si se le da biberón, se debe elegir una tetina con el orificio del tamaño adecuado y asegurar que esté siempre llena de leche, para evitar que le entre aire. - 9. Tu descanso también cuenta.
El llanto frecuente y prolongado de un bebé puede alterar la vida familiar, pues el cansancio y la preocupación se van acumulando. Por eso, padres y madres deben dar prioridad a su descanso, relevándose en su cuidado, buscando ayuda de personas del entorno. Es muy importante que ambos progenitores se impliquen en la crianza de su hijo. - 10. Acude al pediatra siempre que sea necesario.
El médico nos ayudará a descartar problemas de salud si tenemos dudas o si vemos que el bebé presenta algún otro signo de malestar. También debemos consultarle si queremos cambiar la dieta del lactante, ya que algunos casos de cólicos pueden deberse a una intolerancia a las proteínas de la leche de vaca, en cuyo caso mejoran retirando los lácteos de la dieta de la madre (si le da el pecho) o utilizando fórmulas lácteas especiales.
*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.