Enfermedades transmitidas por perros y gatos

El riesgo de infección por parte de perros o gatos puede reducirse  tomando las precauciones y medidas de higiene adecuadas en el cuidado del animal
Es importante que le administres la medicación necesaria, así como tratamientos antipulgas y antigarrapatas.

¿Qué es una zoonosis?

Las zoonosis son infecciones propias de animales vertebrados que estos pueden transmitir a los seres humanos. Es decir, una persona que tenga contacto con ellos puede contraer accidentalmente la enfermedad, a pesar de que no se trate del huésped habitual del virus, bacteria, hongo o parásito causante. El contagio puede producirse por contacto directo o a través de alimentos, agua o medio ambiente.

En concreto, pueden transmitir enfermedades numerosas especies de vertebrados salvajes, pero también animales de granja y mascotas como los perros y gatos —además de pájaros, peces, pequeños mamíferos como los roedores y reptiles como las tortugas, iguanas y serpientes—. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen cerca de doscientos tipos de zoonosis.

Las personas con el sistema inmune comprometido, así como los niños pequeños, ancianos y mujeres embarazadas son las que sufren mayor riesgo de contagiarse. No obstante, muy pocas infecciones se asocian a la tenencia de mascotas y el riesgo puede reducirse todavía más tomando las precauciones y medidas de higiene adecuadas en el cuidado del animal.

Las zoonosis representan un gran porcentaje de las enfermedades infecciosas recientemente identificadas, así como de muchas de las existentes (Ébola, gripe aviar, salmonelosis…)

En este texto se incide en las transmitidas por los principales animales domésticos: perro y gato.


¿Cómo puede transmitir un perro o un gato una enfermedad?

Un perro o un gato pueden transmitir una infección a una persona de las siguientes maneras:

  • Mediante el contacto oral con un objeto contaminado.
  • Por medio del contacto con la saliva del animal infectado debido a una mordedura o a abrasiones en la piel o en las mucosas de ojos, boca o heridas.
  • Por la transferencia mano-boca de microorganismos, quistes o huevos tras el contacto con las heces de un animal infectado.
  • A través de arañazos.
  • Por medio de la inhalación de aerosoles contaminados procedentes de fluidos corporales como las secreciones respiratorias.
  • Por picaduras de insectos vectores de enfermedades que las mascotas han transportado al hogar tales como garrapatas, mosquitos o pulgas.
  • A través de la ingesta de alimentos o agua contaminados con gérmenes presentes en la orina del animal infectado.

¿Qué infecciones pueden transmitir los perros y gatos?

En cualquiera de los casos, cuando se detecta una infección por zoonosis, además de tratar al paciente, es necesario tratar a la mascota.

Entre las enfermedades infecciosas que pueden transmitir los perros y gatos, se encuentran las siguientes:

  • Rabia. Es una infección aguda vírica que afecta al sistema nervioso central. El perro es el reservorio principal del agente implicado, el virus de la rabia, aunque, en Europa, gracias a la vacuna antirrábica en perros, prácticamente se ha eliminado el virus en estos —sí sigue presente en reservorios salvajes como el zorro y el murciélago—. España, según el Ministerio de Sanidad, ha estado libre de rabia desde el año 1978, a excepción de un caso importado de Marruecos que se declaró en junio de 2013. No obstante, según el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Ceuta y Melilla comunican casos esporádicos de rabia en perros, gatos y caballos.

    La rabia se propaga a través de la saliva o por contacto directo del virus con las mucosas —de ojos, boca o heridas abiertas— y, de hecho, el contagio suele producirse a través de mordeduras o arañazos de animales infectados. 

    Aunque puede prevenirse fácilmente mediante la vacunación de las mascotas, la mayoría de los casos son mortales una vez aparecen los signos y síntomas. La vacunación en humanos solo está indicada cuando hay una sospecha de contagio. En cuanto a los síntomas, al inicio, estos son similares a los de la gripe —fiebre, malestar general, dolor de cabeza y muscular, etc.—. Conforme avanza la enfermedad, aparecen agitación, ansiedad, delirio y alucinaciones, salivación excesiva e hidrofobia —los intentos por beber producen espasmos dolorosos de los músculos laríngeos y faríngeos lo que hace desarrollar temor al agua—.

    El tratamiento puede aliviar los síntomas, pero en muy pocas ocasiones permite la curación y, en caso de supervivencia, suelen quedar graves déficits neurológicos. Por este motivo, una vez se ha producido una posible exposición al virus, la persona debe recibir ese mismo día una inyección de acción rápida de inmunoglobulinas para la rabia humana y la vacuna contra la rabia.
  • Tiña cutánea. La tiña —tinea corporis— es una de las infecciones cutáneas más comunes de entre las causadas por hongos. Una de las maneras en que se transmite al ser humano es mediante el contacto con un animal infectado, especialmente al acariciar o cepillar a mascotas como perros y gatos.

    La tiña está causada por dermatofitos, un tipo de hongos que se alimentan de la queratina, la proteína que forma la capa externa de la piel humana, el cabello y las uñas. La enfermedad se manifiesta con síntomas como parches escamosos o bultos de color rojo en forma de anillo en glúteos, tronco, brazos y piernas, picazón, piel agrietada o descamada y ardor. Si afecta al cuero cabelludo, el área puede estar inflamada y se presenta pérdida de cabello en esa zona formando calvas.

    En caso de infección leve, el uso de aerosoles, champús, cremas o polvos antifúngicos pueden resolver el problema. Las infecciones más graves pueden requerir medicamentos más potentes, en muchos casos, administrados por vía oral. No se debe olvidar el tratamiento de la mascota para evitar nuevas infecciones o reinfecciones.
  • Sarna sarcóptica. Se trata de una infección de la piel que produce un ácaro llamado Sarcoptes scabiei. Existen diferentes variantes de este parásito, entre ellas, la humana, llamada var.hominis, y la var.canis, presente en los perros. Por tanto, es muy poco probable que una persona se contagie de sarna a través del contacto con perros, ya que, como vemos, a estos les afectan especies de ácaros distintas a las que se hospedan en el ser humano.

    En caso de que llegue a producirse la transmisión de un perro a una persona, la presencia de los parásitos puede causar prurito y, en zonas con vello o cabello, provocar calvicie.

    La sarna puede tratarse con facilidad y la mayoría de los casos pueden curarse sin problemas. El tratamiento más común se basa en la aplicación tópica de cremas y lociones, que debe repetirse al cabo de unosdías. El medicamento más habitual suele ser la permetrina, una crema que se aplica sobre todo el cuerpo.
  • Campilobacteriosis. Se trata de una infección intestinal causada por la bacteria Campylobacter jejuni, que puede estar presente en el tubo digestivo de perros y gatos, y también de pequeños roedores, aves y algunos animales de granja. Una persona puede contraer la infección si entra en contacto con las heces de un animal infectado o si ingiere agua, carne poco hecha o leche no pasteurizada contaminadas.

    Sus principales síntomas son la diarrea —en ocasiones, sanguinolenta—, dolor abdominal, malestar general, fiebre, náuseas y vómitos. Este cuadro suele prolongarse una semana y, en general, no exceder los diez días.

    La mayoría de las personas se curan por sí solas, pero, en determinados casos el médico puede indicar el tratamiento con antibióticos.
  • Toxocariosis. Se trata de una infección que provocan el Toxocara canis o el Toxocara gati, gusanos parásitos que habitan en el intestino de perros y gatos respectivamente. Los niños pequeños sufren mayor riesgo de contraerla, ya que las mascotas eliminan los huevos de estas lombrices por las heces, por lo que pueden contaminar la tierra donde se sientan o con la que juegan los niños. Estos pueden ingerirla directamente o bien contaminarse las manos y llevársela a la boca.

    Si esto sucede, los huevos eclosionan en el intestino. Las larvas liberadas penetran la pared intestinal para luego migrar a través del hígado, los pulmones, el sistema nervioso central, los ojos u otros tejidos. El daño se produce tanto por el parásito como por la respuesta inmunitaria local que provoca.  Aunque suele ser asintomática, también puede manifestarse con fiebre, anorexia, hepatoesplenomegalia (agrandamiento de hígado y bazo), reacciones cutáneas, neumonitis o asma. En estos casos se habla de larva migratoria visceral.

    Si las larvas emigran hasta el ojo a través del torrente sanguíneo, la infección se denomina larva migratoria ocular. Suele afectar a un solo ojo y en general produce sintomatología muy leve o nula. No obstante, en algunos casos, puede darse una uveítis o una coriorretinitis (inflamación que afecta de manera conjunta a la coroides y a la retina) en los que la visión puede afectarse e incluso perderse.

    La evolución de la toxocariosis se puede detener fácilmente mediante el uso de fármacos antiparasitarios aunque puede ser necesario complementarlo con otros tratamientos.
  • Toxoplasmosis. Se trata de una enfermedad infecciosa ocasionada por el protozoo Toxoplasma gondii, un parásito muy extendido entre los mamíferos. Una de las vías de transmisión a humanos es mediante el contacto con heces de gatos infectados.

    Aunque la mayoría de las personas no llegan a sufrir síntomas sí puede llegar a ser grave en mujeres embarazadas por la posible afectación del bebé. En personas sanas, los síntomas suelen ser nulos o, si estos aparecen, los más comunes son la inflamación de ganglios linfáticos, fatiga, dolores musculares, fiebre, dolor de garganta y erupción.

    En las mujeres embarazadas, puede provocar abortos y partos prematuros, así como ceguera y enfermedades graves en el recién nacido. Por tanto, las gestantes y las personas con alguna inmunodeficiencia, deben evitar el contacto con excrementos de gato.

    En caso de que la madre contrajera la infección durante el embarazo y esta se detectara precozmente, se pueden reducir mucho las posibilidades de transmisión al feto con un tratamiento farmacológico adecuado.

    Si se descubriera que la infección se ha trasmitido también al feto, se puede administrar a la madre una combinación de dos antibióticos para disminuir en la medida de lo posible los daños al bebé.
  • Infecciones por mordeduras. Las heridas ocasionadas por una mordedura de gato o perro pueden infectarse y provocar complicaciones, especialmente si afectan a la cara o a las manos. Por este motivo, es muy importante lavarlas y desinfectarlas correctamente. En algunos casos puede ser necesario el uso de antibióticos.
  • Enfermedad por arañazo de gato. Es una infección producida por la bacteria Bartonella henselae, cuyo principal reservorio son los gatos. Por tanto, puede transmitirse, como su nombre indica, a través de un arañazo de un gato o de una mordedura de este animal o por picadura de pulgas. En algunos casos también se han dado infecciones por contacto de la saliva de gato sobre piel o mucosas con heridas (en nariz, boca u ojos).

    Entre otros síntomas, se manifiesta con la aparición de una protuberancia (pápula) o ampolla (pústula) en la zona de la lesión. Esta suele ser la primera señal y aparece al cabo de 3 a 10 días tras el contagio. En un plazo de dos semanas se detecta inflamación de los ganglios linfáticos cercanos a zona de la inoculación. Posteriormente puede aparecer fatiga, malestar general, y fiebre en algunas personas. En general la infección remite por si sola.

    En algunos casos (alrededor de un 10%) se pueden dar conjuntivitis, manifestaciones neurológicas como encefalopatía, convulsiones o neurorretinitis, llegando incluso a la pérdida de visión y paraplejia. Los casos más graves pueden tratarse con antibióticos no siendo necesario en pacientes con el sistema inmune íntegro. La mejor prevención es evitar los arañazos y, de producirse, lavar la herida rápidamente y a fondo con agua y jabón.
  • Leptospirosis. Una gran variedad de mamíferos salvajes y domésticos, entre ellos, los perros, pueden ser portadores de la bacteria Leptospira interrogans, el germen que causa esta infección.

    La principal vía de contagio es la orina del animal infectado, que puede contaminar tanto el agua como el suelo —sobre todo, en el caso de las ratas—. Las infecciones en el ser humano se adquieren por contacto directo con la orina o tejidos de animales infectados o indirectamente por contacto con agua o suelos contaminados, especialmente si hay abrasiones en la piel o mucosas expuestas (conjuntival, nasal u oral).

    La leptospirosis es bifásica, con una fase inicial que empieza de manera abrupta con cefaleas, dolores musculares intensos, escalofríos, fiebre, tos, faringitis y, en algunos pacientes, hemoptisis (sangre en esputo). Esta fase dura de 4 a 9 días.

    La segunda fase se presenta a los 6 a 12 días. La fiebre y los síntomas iniciales disminuyen pero puede presentarse una meningitis. En algunas ocasiones puede aparecer iridociclitis, neuritis del nervio óptico y neuropatías. Esta fase dura de 4 a 30 días.  En algunos pacientes se desarrolla el síndrome de Weil, que es la forma más grave, con afectación hepática, manifestaciones hemorrágicas y que puede causar disfunción hepática o renal. El tratamiento de esta enfermedad se basa  en la administración de antibióticos.
  • Infecciones por picaduras de insectos. Los perros, gatos y otras mascotas pueden transportar garrapatas o pulgas, que posteriormente pueden picar a una persona de su entorno, quien podría contraer la infección. Además, la mascota infectada puede actuar como reservorio de enfermedades transmitidas por vectores como los mosquitos que, tras alimentarse del animal, pueden picar a un humano y transmitirle la enfermedad. 

    En concreto, las garrapatas pueden transmitir infecciones como la enfermedad de Lyme, la ehrlichiosis, la babesiosis, la tularemia y la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas. Los mosquitos pueden transmitir infecciones como la leishmaniosis.

Cómo evitar que tu perro o gato te transmita una enfermedad

Las siguientes precauciones y medidas de higiene reducirán el riesgo de que tu mascota pueda contraer o contagiarte una infección:

  1. 1. Vela por la salud y bienestar de tu mascota.
    Para ello, cuida su alimentación, mantén limpio su entorno y lleva al día su calendario de vacunación. Aunque esté aparentemente sana, llévala con regularidad al veterinario para que este controle su estado de salud.
  2. 2. Asegura la desparasitación de tu mascota.
    Si hay niños pequeños en la casa, evita el collar antipulgas, porque podrían enfermar al inhalar o tocar las sustancias químicas que este contiene. Revisa a tus mascotas con regularidad para cerciorarte de que no tienen pulgas o garrapatas. Tu veterinario te puede indicar fármacos que administrados a tu mascota evita los parásitos en esta.
  3. 3. Evita que tu perro o gato ingiera carne o huevos crudos.
    Igualmente, mantente atento en los paseos para que no coman heces, basura o cacen animales.
  4. 4. En el exterior, lleva atada a tu mascota.
    El uso de una correa te permitirá mantenerlo alejados de animales que parezcan estar enfermos o no pueden estar vacunados. Te ayudará también a evitar que, como aconsejaba el punto interior, ingiera heces, basura o cace animales.
  5. 5. Lávate las manos después de tocar a tu perro o gato.
    Hazlo también después de manipular su comida o los recipientes en los que come y de limpiar el cajón de los excrementos, en el caso del gato. No dejes que los niños lleven a cabo esta última tarea y asegúrate de que se lavan las manos después de tocar a su mascota.
  6. 6. Usa guantes cuando recojas sus excrementos.
    Así evitarás entrar en contacto con sus heces u orina. Si esto sucediera, lava tus manos de manera exhaustiva con agua y jabón. Hazlo también después de tocar objetos contaminados por sus excrementos como, por ejemplo, después de lavar una alfombra o colchoneta sucia. En el caso de los gatos es útil el empleo de areneros cerrados.
  7. 7. No beses o toques a tu perro o gato con la boca.
    Recuerda que muchas infecciones se transmiten a través de la saliva. Tampoco compartas alimentos con ellos.
  8. 8. No les permitas entrar a lugares donde se preparen o manipulen alimentos.
    Igualmente, no laves a tus mascotas en el fregadero de la cocina ni en la bañera. Hazlo en el exterior o, si no fuera posible, acude a un profesional para que lleve a cabo esta tarea.
  9. 9. Mantén cortas las uñas de tu gato o perro.
    De esta manera, reducirás el riesgo de recibir arañazos. Evita, si es posible, los juegos bruscos con tu gato.
  10. 10. No adoptes perros o gatos que parezcan enfermos.
    Y si lo haces asegúrate de que los reconozca el veterinario antes de llevaros a tu hogar. En caso de ser una persona con el sistema inmune deprimido, elige un animal de más de un año de edad y asegúrate de que administra una vacunación y desparasitación completa.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.