Nuestros expertos responden

En esta sección, nuestros expertos médicos aclaran curiosidades cotidianas relacionadas con la salud. A continuación, puedes leer todas las preguntas y respuestas o buscarlas por temas.

En esta sección no se dará respuesta a consultas médicas específicas personales, que deberán ser atendidas por el profesional médico pertinente, sino a cuestiones generales relacionadas con el autocuidado y un mejor estado de la salud general.

¿Cómo puedo saber si un medicamento está autorizado?

Se puede consultar si un medicamento de uso humano está o no autorizado en España consultando con el Centro de Información Online de Medicamentos de la AEMPS (CIMA), dentro de la web de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Este es el organismo que garantiza a los ciudadanos y a los profesionales sanitarios la calidad, seguridad, eficacia y correcta información de los medicamentos y productos sanitarios que se comercializan en España y, como vemos, su web ofrece información permanentemente actualizada de todos los fármacos autorizados por esta entidad.

En caso de tratarse de un medicamento de uso veterinario, puede consultarse CIMAvet, también disponible en la web de AEMPS.

¿Cómo puedo evitar el “síndrome del cuidador quemado” si estoy haciéndome cargo de un familiar mayor y dependiente?

En situaciones de dependencia o periodos de enfermedad, no solo se resiente la salud del paciente o la persona mayor, sino que también el familiar que se hace cargo del enfermo puede ver comprometido su bienestar debido a la exigencia física y, sobre todo, psicológica que supone una situación de este tipo.

Por ello, esta persona cuidadora puede verse sobrepasada y empezar a presentar síntomas físicos -cansancio, falta de apetito, alteraciones del sueño, dolores musculares, palpitaciones… – y emocionales y sociales como tristeza, sentimientos de culpa, menor autoestima, cambios de humor e irritabilidad, dificultad para concentrarse, pérdida de memoria, desinterés por actividades que anteriormente realizaba y sensación de soledad y aislamiento, entre otras.

Para evitarlo, además de cuidar a quien está a su cargo, la persona cuidadora debe seguir unas pautas de actuación consigo misma que le permitan preservar su calidad de vida, valorar su estado de su salud y pedir apoyo en caso de que sea necesario. Por ejemplo, debe mantener las horas de sueño necesarias para sentir bienestar durante el día, seguir cuidando la alimentación, conocer sus propios límites y, antes de llegar a estos, saber pedir ayuda.

Además, para evitar la sensación de estrés, es conveniente que diseñe un plan de cuidados que le ayude a dar prioridad a las tareas más importantes y dejar las demás para más adelante. Dentro de lo posible, debe fomentar la autonomía de la persona dependiente y, también, tratar de conocer e informarse sobre la enfermedad que padece y sobre la medicación que le ha prescrito el médico.

Es importante también implicar a otros miembros de la familia para reducir la carga de trabajo sin sentirse culpable por ello. Otros familiares además, deben evitar también sobrecargar e incluso liberar a la cuidadora/cuidador, de tareas cotidianas que podrían realizar ellos y así permitir que la persona que cuide obtenga algo de tiempo libre en las horas en que no realiza esa tarea de cuidador.

Sobre todo, es crucial que la persona cuidadora se valore a sí misma y la labor que hace, que aprenda a relajarse y que reserve un rato para ella cada día sin, ojo, sentirse culpable por ello.

¿Cómo puedo saber si tengo gripe o es solo un resfriado?

Aunque ambas son infecciones respiratorias que pueden manifestarse con síntomas similares, requieren diferentes tratamientos. Además, la gripe puede complicarse con sobreinfección por bacterias, dando lugar en algunos casos a bronquitis o neumonía que, en grupos de población con riesgo como las personas asmáticas, los ancianos o los niños pequeños, pueden tener un pronóstico grave.

Por tanto, es importante, cuando comencemos a sentir síntomas como malestar, dolor de cabeza, garganta, tos…, que tratemos de identificar si se trata de un simple catarro o si, por el contrario, henos contraído una gripe. Para ello, podemos guiarnos por algunas señales características de esta última como la aparición brusca de fiebre alta -de entre 38ºC y 40ºC-, que dura de tres a cuatro días, dolor muscular intenso, sobre todo en piernas y espalda, dolor de cabeza severo o muy severo, así como malestar general, cansancio y debilidad también intensos.

En cambio, en el resfriado, este malestar es leve o moderado, no hay fiebre o esta es leve (menor de 38ºC) y sí pueden aparecer otros síntomas como picor de garganta, irritación ocular, congestión y secreción nasal y estornudos constantes. A veces, puede haber tos seca o acompañada de expectoraciones.

Además, en las farmacias, hay disponibles test de autodiagnóstico para la gripe, que normalmente combinan también el diagnóstico de Covid 19.

¿Puede afectar el calor a la forma en que actúan los medicamentos?

En algunos casos, sí. Las altas temperaturas que se registran especialmente en verano pueden afectar a la forma en la que un medicamento actúa en nuestro organismo. De hecho, tomar ciertos fármacos en circunstancias de calor puede empeorar cuadros como una deshidratación o un golpe de calor.

Por ello, debemos ser cuidadosos con la toma de medicamentos pueden agravar el síndrome de agotamiento-deshidratación y el golpe de calor como algunos diuréticos, los fármacos que pueden alterar la función renal -AINEs, algunos antibióticos, algunos antidiabéticos…-, los que puedan alterar su metabolismo por deshidratación -sales de litio, digoxina…- y los que puedan impedir la pérdida calórica del cuerpo -neurolépticos, antihistamínicos H1…-.

Igualmente, en situaciones de mucho calor, debemos ser especialmente cuidadosos al usar medicamentos que puedan aumentar la temperatura corporal y fomentar los desequilibrios térmicos como los neurolépticos, antipsicóticos, antiparkinsonianos, algunos antidepresivos y el litio.

Por último, también se debe ser precavido con el uso de medicamentos que puedan agravar indirectamente los efectos del calor como aquellos capaces de bajar la presión arterial -antihipertensivos y antianginosos- y los que actúan sobre el estado de vigilia como los psicótropos.

Ante cualquier duda sobre la toma de medicamentos en condiciones de calor extremo debe consultarse con un profesional sanitario.

¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene dislexia?

La dislexia es un trastorno del aprendizaje que afecta a la capacidad lectora y que crea en quien la padece dificultades para identificar los sonidos del habla y relacionarlos con las letras y las palabras, lo que produce lectura lenta y dificultad de comprensión de textos.

Existen algunas señales que pueden indicarnos, ya antes de que empiece a ir a la escuela, que nuestro hijo o hija podría tener dislexia como, por ejemplo, que tarde en empezar a hablar o que aprenda nuevas palabras a un ritmo demasiado lento, así como que le cueste pronunciar correctamente palabras largas o recordar rimas infantiles o secuencias como el abecedario, los días de la semana, los colores, las formas y los números.

Ya en edad escolar, las señales que pueden indicar que padece dislexia son, entre otras: un nivel de lectura bajo para su edad  o la evitación de actividades que requieran leer, dificultades para comprender lo que escucha, para aprender los nombres de las letras y sus sonidos, deletrear una palabra -incluido su nombre-, separarla en sílabas o pronunciar una que desconoce, así como leer y escribir palabras con la secuencia de letras correcta  (“los” en vez de “sol”)

¿Por qué aparecen los piojos?

Aunque la pediculosis o infestación del cuero cabelludo y el pelo humano por piojos no genera trastornos graves en la salud ni hay transmisión de enfermedades, provoca angustia en los padres debido, en parte, al estigma social que estos parásitos crean debido a la creencia errónea de que su aparición está relacionada con la falta de higiene.

Sin embargo, es importante saber que la presencia de piojos de la cabeza no tiene nada que ver con una higiene deficiente ni depende del nivel socioeconómico. En cambio, está comprobado que los niños y niñas en edad escolar y los adolescentes corren mayor riesgo de contagio debido a que, cuando se relacionan socialmente, se produce un mayor contacto entre cabezas.

En este sentido, se sabe también que las niñas tienen más probabilidades de contagiarse que los niños, ya que su forma de relacionarse las lleva a un contacto más frecuente y prolongado entre cabezas. Por otra parte, estas tienden más que los niños a intercambiar gorros o accesorios para el pelo, lo cual supone, a su vez, la segunda vía de contagio más frecuente.

Por último, la largura del cabello puede favorecer la transmisión de estos parásitos, ya que implica una mayor superficie de contacto, y también se ha comprobado que infestan con más frecuencia el pelo fino que el grueso.

¿Por qué me mareo al ver sangre?

Seguramente sufras hematofobia, un tipo de fobia que, según la American Psychiatric Association (APA), se caracteriza por el miedo intenso, persistente, excesivo e irracional que una persona experimenta ante lugares, objetos y situaciones relacionadas con la visión de la sangre, las inyecciones o las heridas (SIH).

Aunque se trata de una fobia bastante común, se distingue del resto en que produce una respuesta fisiológica que se desarrolla en dos fases. En la primera de ellas, la exposición al estímulo temido ―en este caso, la sangre, las agujas o las heridas― sobreactiva el sistema nervioso simpático, lo que provoca, a su vez, el aumento del ritmo cardiaco, de la presión arterial y de la frecuencia respiratoria.

En la segunda fase ―que es la que distingue a este tipo de fobia del resto―, los tres anteriores parámetros descienden de manera brusca, por lo que puede producirse mareo y, posteriormente, un desmayo o síncope vasovagal, como consecuencia de la ralentización del ritmo cardíaco y la disminución de la presión sanguínea.

¿A qué pueden deberse mis problemas de estreñimiento?

Las causas del estreñimiento pueden ser muy diversas. En la mayoría de los casos, es consecuencia de la ausencia de ejercicio y de malos hábitos dietéticos, basados, fundamentalmente, en una alimentación pobre en frutas, verduras o fibras vegetales, así como en una ingesta insuficiente de líquidos.

Igualmente, también pueden influir factores psicológicos, la inmovilidad que pueda producir un accidente u operación, los cambios de hábitos propios de los viajes, el uso de algunos fármacos -antiácidos, opiáceos, diuréticos, antidepresivos…- y, en las mujeres, la gestación y el parto. Tampoco hay que olvidar que eludir las ganas de ir al servicio puede resultar perjudicial, dado que, si nos reprimimos habitualmente, nuestro cuerpo dejará de avisarnos.

Por último, en el 10% de los casos, el estreñimiento puede ser un efecto secundario de enfermedades endocrinas o metabólicas -fundamentalmente, las relacionadas con la función tiroidea-, neurológicas -que pueden provocar debilidad de los músculos de la pared intestinal- o de enfermedades del tubo digestivo como las obstrucciones por tumores o inflamaciones.

Si se me taponan los oídos en el avión, ¿cómo puedo solucionarlo?

Cuando viajamos en el avión, podemos tener la sensación de que se nos taponan los oídos. Esto ocurre porque se ha producido un barotraumatismo, una alteración del oído causada por un desequilibrio entre la presión del aire en el ambiente y la del oído. Para conseguir destaponarlos, podemos recurrir a pequeñas acciones o gestos como respirar con la boca abierta, bostezar, tragar saliva o masticar chicle, ya que pueden ayudar a abrir la trompa de Eustaquio (que comunica el oído medio con la faringe y ayuda a igualar las presiones) . Esto, a su vez, permitirá que el aire salga o entre del oído medio y, de esta manera, se contrarresten las diferencias en la presión y esta se reequilibre.

Si hubiera congestión nasal y en caso de que no desaparezca la sensación de taponamiento en poco tiempo, puede recurrirse a fármacos como descongestionantes y, si hubiera pérdida sostenida o completa de audición, dolor muy intenso o hemorragia por el oído, debe consultarse inmediatamente a un médico.

¿Es verdad que también se debe usar protección solar en invierno?

Es cierto, no debemos bajar la guardia después del verano, ya que las radiaciones solares son peligrosas durante todo el año, no solo en la época estival. Se tiende a creer que la radiación solar únicamente se propaga en los días despejados y/o calurosos, pero la realidad es que también está presente en los nublados. En estas ocasiones, la radiación es difusa, pero no por ello deja de ser dañina. Además, el frío hace subestimar la intensidad de la radiación ultravioleta.

Por tanto, hay que protegerse de los rayos del sol siempre, tanto en invierno como en verano y tanto en días nublados como despejados. Es importante recordar, además, que la nieve refleja un 80% los rayos de sol, por lo que también se han de emplear fotoprotectores con un SPF mayor de 50 al practicar deportes de invierno. También los deportes como esquí o montañismo suponen la exposición al sol a alturas mayores donde el espesor de la atmósfera es menor y por tanto baja la filtración de la radiación ultravioleta (a 2000 m de altura la radiación UV es 1,5 veces mayor que a nivel del mar).

Por último, no olvidemos emplear gafas de sol con filtro UV en los días soleados de invierno o en montaña.