Ansiedad

De la mano del Doctor Jorge Barraca Mairal, doctor en Psicología y Especialista en Psicología Clínica y miembro de la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud (SEPCyS), explicamos qué es la ansiedad, sus causas, síntomas y tratamiento.

En origen, un mecanismo de supervivencia

Aunque popularmente la ansiedad tenga connotaciones negativas, en realidad, se trata de un mecanismo del organismo desarrollado para la supervivencia. Técnicamente, los psicólogos prefieren referirse a la ansiedad como “una respuesta de lucha-huida”, ya que esta se pone en funcionamiento rápidamente ante la aparición de una amenaza y con el fin de que el cuerpo huya o pelee contra dicho peligro.

El problema surge cuando no existe realmente ningún peligro y, no obstante, se desencadena esa respuesta. En este caso, la ansiedad puede considerarse un trastorno.

Los trastornos por ansiedad son, en conjunto, la enfermedad mental más frecuente. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el número de personas con depresión o ansiedad, entre 1990 y 2013, aumentó en cerca de un 50%, de 416 millones a 615 millones de personas en todo el mundo.


¿Qué tipos de trastornos de la ansiedad existen?

Los problemas de la ansiedad más habituales se pueden clasificar en cinco grupos:

  • Crisis de pánico (o crisis de ansiedad): el paciente experimenta una reacción de ansiedad muy intensa, se siente aterrorizado sin razón evidente durante minutos u horas.
  • Ansiedad generalizada: es uno de los trastornos más comunes. La persona se siente extremadamente preocupada por todo lo que acontece en su vida y cree que todo saldrá mal, aunque no haya ninguna causa que lo provoque.
  • Obsesiones: pensamientos inapropiados que producen una marcada ansiedad o angustia. El paciente es capaz de reconocer que las obsesiones son producto de su propia mente y que no son impuestas desde fuera.
  • Trastorno por estrés postraumático: se caracteriza por la aparición de síntomas específicos tras la exposición a un acontecimiento estresante y muy traumático.
  • Fobias de todo tipo: su rasgo esencial es la presencia de un temor irracional y persistente a algo que representa poco o ningún peligro real.

Manifestaciones sintomatológicas muy variadas

La ansiedad puede producir numerosos cambios fisiológicos en la persona afectada:

  • Palpitaciones o taquicardia.
  • Sudoración.
  • Temblores o sacudidas.
  • Sensación de falta de aire o ahogo.
  • Sensación de atragantarse.
  • Opresión o malestar torácicos.
  • Inquietud y necesidad de moverse.
  • Náuseas o molestias abdominales.
  • Inestabilidad o mareo (aturdimiento).
  • Sensación de irrealidad.
  • Parestesias (hormigueos o acartonamiento en los miembros).
  • Escalofríos o sofocos.

Estas manifestaciones del cuerpo no suponen ningún riesgo para la vida del paciente, ya que la ansiedad es un mecanismo predispuesto por la naturaleza para nuestra supervivencia. En cualquier caso, aunque la aparición puntual de las sensaciones anteriormente descritas es normal, cuando se repiten y se suceden en el tiempo, pueden alterar notablemente la vida de las personas y convertirse en un problema clínico. En este último caso, debemos estar alerta y determinar si, a los cambios fisiológicos anteriormente descritos, se unen otros como:

  • Dificultad o imposibilidad para dormir durante varios días.
  • Falta de apetito o imposibilidad para comer (estómago cerrado), aunque en algunos casos, se ingieren grandes cantidades y de manera ansiosa.
  • Irritabilidad casi permanente, a flor de piel: se llora sin motivo aparente y se tiene ganas de gritar.
  • Sudoración acentuada.
  • Estado agitado.
  • Incapacidad para estarse quieto o tranquilo en algún sitio.
  • Sentimiento de estar atrapado.
  • Dificultad para poder pensar o concentrarse en actividades que antes se hacían con normalidad.
  • Agotamiento y fatiga constante.
  • Síntomas físicos que hacen creer que se está enfermo: boca seca, dolor de cabeza, mareos y náuseas, escalofríos…

Se da más en edades jóvenes

Si bien los cuadros de ansiedad pueden aparecer a cualquier edad, son especialmente habituales en la juventud, al tratarse de un momento de la vida en el que hay que afrontar decisiones vitales importantes. Así mismo, las mujeres son más propensas que los hombres a ser diagnosticadas con un trastorno de ansiedad (Organización Mundial de la Salud, Salud de la Mujer).


Estrés y vulnerabilidad, entre las causas principales

Existen numerosas teorías para explicar la aparición de la ansiedad; se habla de causas genéticas -heredadas en los genes; causas médicas -está relacionada con un problema de salud-; y de causas circunstanciales, donde ciertos hechos o vivencias personales pueden provocar este trastorno.

Pero, en la mayoría de los casos, se trata de una combinación de vulnerabilidad personal con un período de estrés, aunque la persona no lo esté advirtiendo. El problema reside en que, tras haber superado el primer episodio de ansiedad, muchas personas se siguen sintiendo constantemente angustiadas por miedo a que se repita, lo que, de hecho, favorece su reaparición.

En cualquier caso, es probable que de manera general, el ritmo frenético de nuestra sociedad actual y sus exigencias laborales, tan extendidas en el tiempo, jueguen un papel importante en la aparición de este problema.

No obstante, también es cierto que las sensaciones de ansiedad se consideran, a veces, de gran utilidad para el individuo, al ser señales de alarma sobre el ritmo de vida que se está llevando o sobre las decisiones que se están adoptando en un período determinado, indicando que deben disminuirse o cambiarse.


Sus complicaciones pueden agravar seriamente la salud

La ansiedad puede causar dificultades graves en la vida de la persona que la padece, lo que puede conducirle a la depresión. De igual modo, un nivel de ansiedad constante y elevado puede generar efectos perjudiciales y duraderos en la salud, entre los que se incluyen:

  • Aumento del riesgo de padecer enfermedades cardíacas.
  • Abuso de sustancias.
  • Dificultad para dormir (insomnio).
  • Problemas digestivos o intestinales.
  • Dolores de cabeza.
  • Bruxismo (rechinar los dientes).

La psicoterapia, eficaz en su tratamiento

Desde un punto de vista farmacológico, para tratar la ansiedad se suelen prescribir ansiolíticos por su efecto tranquilizante y prácticamente inmediato. Pero la ansiedad generalizada suele estar asociada a conflictos psicológicos subyacentes. De ahí que, para algunas personas, la psicoterapia puede ser eficaz para ayudar a comprender y a resolver dichos conflictos.

En este sentido, el tratamiento psicológico se centra en siete pasos:

  • Mostrar al paciente que la ansiedad es una reacción normal del organismo, un mecanismo gracias al que sobrevivimos; en consecuencia, no puede ser perjudicial orgánicamente.
  • Analizar cómo acontece la ansiedad: en qué situaciones, ante qué personas (puede que se produzca cuando uno se encuentra solo), con qué intensidad o con qué frecuencia le afecta.
  • Formar a la persona afectada en técnicas para disminuir su intensidad.
  • Ayudar a cambiar los pensamientos catastrofistas y exagerados asociados a la ansiedad o a las circunstancias que se viven.
  • Enseñar al paciente a tolerar mejor esos estados ansiosos, a desenvolverse en la vida con ellos y a no perder de vista sus metas vitales, aunque se halle ante estas circunstancias difíciles.
  • Ensayar en su vida real procedimientos para ir actuando -y, en consecuencia, sintiéndose- de forma diferente, siempre de manera progresiva y controlada.
  • Tener presente que el tratamiento puede llevar varios meses.
  • Boca y/o lengua seca y pegajosa.
  • Ojos hundidos, igual que, en bebés, la zona blanda (fontanela) de la cabeza.
  • Menores cantidades de orina, ausencia de orina durante 8-12 horas u orina de color oscuro.

La actitud es clave a la hora de afrontar este problema

Desde otro punto de vista, algunas personas consideran que la solución para la ansiedad es la medicación o aprender alguna técnica de relajación eficaz, pero no creen que tengan que cambiar nada de su vida. Haciendo una analogía, es lo mismo que creer que puede seguir haciendo un ejercicio físico que perjudica la rodilla si, gracias a un analgésico, deja de sentir el dolor.

Evidentemente, en ocasiones no es posible cambiar la situación laboral, sentimental o familiar, pero sí que puede ser posible enfocar estas circunstancias de otra manera y modificar nuestra actitud ante esas circunstancias.

Diez consejos para prevenir y/o controlar la aparición de la ansiedad

  • 1. Sigue una dieta equilibrada y variada, rica en nutrientes.
    Evita los alimentos fritos, grasos, azucarados y procesados, así como las bebidas alcohólicas, ya que pueden agravar tu estado de ansiedad.
  • 2. Deja de fumar y reduce el consumo de café.
    Tanto la nicotina como la cafeína pueden empeorar tu estado de ansiedad por su efecto estimulante.
  • 3. Céntrate en lo positivo.
    Una actitud optimista te ayudará a resolver los problemas o a aceptarlos hasta el punto de que ya no te preocupen, al menos de una manera tan perjudicial como antes.
  • 4. Dedica tiempo a tus aficiones.
    Por poco tiempo de ocio que tengas, elige una actividad que te guste y te haga feliz; contribuye a alejarte de la rutina diaria y de las situaciones que te pueden generar estrés.
  • 5. Practica deporte de forma regular.
    El ejercicio físico diario relaja tu cuerpo y, si lo practicas al aire libre, despejarás también tu mente.
  • 6. Aprende técnicas de relajación para combatir la aparición de crisis.
    Reducirás la tensión muscular y mental producida por situaciones prolongadas de estrés y ansiedad.
  • 7. Date un baño relajante de agua caliente.
    El calor contribuye a relajar el cuerpo y la mente y, además, el vapor ayuda a que tus pulmones respiren más profundamente, lo que es importante para calmarte.
  • 8. Descansa adecuadamente y repón tus energías.
    Fija un horario estable para irte a la cama y para despertarte y asegúrate de dormir 8-9 horas diarias. Un buen descanso es fundamental para mejorar tu estado de salud.
  • 9. Pide ayuda a un profesional lo antes posible.
    La ansiedad, como muchos otros problemas de salud mental, puede ser más difícil de tratar si esperas. Con las pautas que te marque de un psicólogo puedes comenzar un tratamiento psicoterapéutico.
  • 10. La familia y amigos, tu mejor apoyo.
    Si las personas que más te quieren, comprenden la trascendencia de este problema y te entienden, tendrás mayor fortaleza y tranquilidad para superar este trastorno.

Autor

Jorge Barraca Mairal es doctor en Psicología y Especialista en Psicología Clínica. Es profesor de la Universidad Camilo José Cela y forma parte de la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud: SEPCyS. Trabaja también como psicólogo clínico en su consulta privada en Madrid.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.