Brucelosis

¿Qué es la brucelosis?

La brucelosis, también conocida como fiebre de Malta o fiebre ondulante, es una infección causada por especies de bacterias del género Brucella. Se trata de una zoonosis, lo que significa que es propia de los animales, sobre todo, cabras, ovejas, vacas, cerdos y más raramente, de otros animales domésticos como los perros. Sin embargo, los seres humanos pueden contagiarse accidentalmente de esta bacteria, especialmente de la especie Brucella melitensis, cuyos hospedadores son las cabras y ovejas y raras veces de la Brucella suis, que hospeda ganado porcino o Brucella abortus, que afecta al bovino.

La transmisión de la brucelosis puede producirse por contacto directo con animales infectados siendo más frecuente en el ámbito rural y ganadero. Otra forma de contagio es a través de la ingesta de leche o queso no pasteurizado o carne poco hecha de cabras u ovejas infectadas. Sin embargo, es cada vez menos habitual en nuestro ámbito por la rigurosidad de los controles sanitarios (tanto veterinarios como alimentarios). La transmisión de persona a persona es muy poco frecuente.

Esta enfermedad está presente el todo el mundo, aunque su incidencia cambia de un área a otra del planeta. En España se siguen produciendo casos pero con mucha menos frecuencia que hace unas décadas, gracias a los controles veterinarios y especialmente a los alimentarios (tanto controles de calidad como pasteurización de la leche empleada en elaboración de lácteos). Según el Centro Nacional de Epidemiología, la incidencia en nuestro país en 2018 estaba por debajo de 0,11 casos / 100.000 habitantes y año.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que se trata de una de las zoonosis más extendidas transmitidas por los animales y, en las zonas donde es endémica, la brucelosis humana provoca graves consecuencias en la salud pública. No obstante, puede tratarse con antibióticos y tiene un riesgo de mortalidad del 1%


¿Qué bacteria produce la brucelosis?

El género Brucella está compuesto por diez especies de bacterias. La bacteria que afecta con mayor frecuencia al ganado en España es la Brucella melitensis, que infecta a ganado ovino y caprino. Menos común es la Brucella abortus, que afecta a ganado bovino y la Brucella suis,la bacteria causante en el caso de la especie porcina.

Aunque todas estas bacterias pueden infectar al hombre, la Brucella melitensis es la especie que con mayor frecuencia se encuentra en los casos de  brucelosis humana. Según la OMS, esto se explica debido a la dificultad de inmunizar a las cabras y ovejas criadas en libertad, y en nuestro país, debido a la gran cabaña existente de estos animales.


¿Cómo se transmite la brucelosis?

Existen distintas formas de transmisión:

  • Entre animales: entre los propios animales, la enfermedad es muy contagiosa y se transmite principalmente mediante la ingesta de tejidos infectados o de leche contaminada, aunque también puede darse transmisión venérea. Hay que tener en cuenta que tienen la costumbre de lamer las membranas fetales, los fetos abortados, las crías recién nacidas y los órganos genitales de hembras, que podrían estar infectadas.
  • De animal a persona: la principal vía de transmisión es el contacto directo con animales. Por esa razón, afecta más a aquellos profesionales que tienen contacto directo con ellos como ganaderos o veterinarios, ya que las especies infectadas excretan gran cantidad de bacterias en la leche, en los tejidos y productos de abortos y, en menor medida, en las secreciones genitales. En consecuencia, también se pueden contaminar fácilmente los suelos, corrales, aguas del entorno, etc. Además, la bacteria Brucella es capaz de sobrevivir en el medio ambiente por periodos relativamente largos. Los trabajadores del sector ganadero también pueden contagiarse por inhalación de aerosoles en cualquier operación con el ganado que movilice polvo -vía respiratoria-, heridas en la piel o por contacto con las mucosas -vía cutánea- o, en el caso de trabajadores de laboratorio o veterinarios, por inoculación accidental.

    Otra vía de transmisión es el consumo de leche o derivados lácteos -quesos, mantequilla, helados, etc.- no pasteurizados o la ingesta de carne o alimentos crudos contaminados. En nuestro país, los escasos brotes que se dan en población general están relacionados con el consumo familiar de alimentos elaborados de forma casera, sin la higiene adecuada y a partir de animales infectados. En ocasiones, la contaminación ha podido producirse por riego con aguas infectadas, aunque el agua potabilizada no parece ser un vehículo frecuente de transmisión de la enfermedad.
  • Transmisión de persona a persona: es muy infrecuente. Podría ser posible por transfusiones sanguíneas o trasplante de órganos o tejidos.

¿Qué síntomas tiene la brucelosis?

Los síntomas suelen aparecer de forma abrupta, con escalofríos y fiebre, intenso dolor de cabeza, dolor en espalda y articulaciones y, en algunas ocasiones, diarrea. En ciertos casos la enfermedad debuta de forma más progresiva, con un prodromo (síntomas previos al brote) de ligero malestar, dolor de cabeza, molestias musculares, dolor en la nuca y fiebre por las mañanas.

Conforme la enfermedad avanza, la fiebre puede alcanzar los 40º o 41° C, y luego desciende gradualmente a normal o cercana a la normal con episodios de sudoración por las mañanas.

Su nombre de fiebre ondulante proviene de que típicamente, la fiebre intermitente persiste durante 1 a 5 semanas, seguidas por un periodo sin ella de dos a 14 días en las que prácticamente no hay síntomas. Posteriormente, algunos pacientes vuelven a sufrir la fase febril una o varias veces (ondulaciones). En otros pacientes puede haber remisiones de meses o años incluso. En otros casos sólo se da un brote.

Después de la fase de fiebre pueden quedar signos y síntomas como pérdida de apetito (anorexia), dolor en articulaciones o abdomen, dolor de espalda, pérdida de peso, debilidad, irritabilidad e insomnio. En algunos casos puede aparecer estreñimiento de leve a moderado. Hasta en un 50% de los casos puede aparecer inflamación del hígado (hepatomegalia) o del bazo (esplenomegalia) incluso con aparición de ganglios linfáticos inflamados.

En algunos casos, se producen infecciones localizadas. La más frecuente es la espondilitis brucelar, que afecta a las vértebras de la región lumbar, pero la brucelosis puede afectar también al sistema nervioso -neurobrucelosis- o producir endocarditis, neumonías, pericarditis, infecciones cutáneas, orquitis en el varón o peritonitis espontánea, entre muchas otras infecciones.


¿Cómo se trata la brucelosis?

Primero debe establecerse el diagnóstico sin ningún género de duda. Para ello se emplean pruebas serológicas, PCR y cultivos de sangre (en ocasiones de líquido cefalorraquídeo o de médula ósea).

El tratamiento de la brucelosis consiste en la administración de una combinación de antibióticos, para evitar la aparición de recidivas por resistencia bacteriana a los antibióticos.

El tratamiento debe prolongarse en el tiempo y especialmente el seguimiento serológico aunque el paciente parezca completamente curado, ya que el riesgo de recaídas o de que la enfermedad se cronifique es muy alto (de un 5% a un 15%), especialmente en las infecciones por B. mellitensis.

Adicionalmente, se pautan periodos de reposo, especialmente durante los episodios febriles. También se emplean analgésicos cuando el dolor articular, muscular o las cefaleas son intensas.

Si el diagnóstico y el tratamiento se llevan a cabo correctamente, el pronóstico es bueno y la mortalidad es inferior al 1%, según datos de la Clínica Universidad de Navarra (CUN). En el caso de formas localizadas como la neurobrucelosis, la espondilitis y la endocarditis es posible que queden secuelas e incluso pueda ser necesaria cirugía (especialmente en la endocarditis).


¿Cómo puede prevenirse la brucelosis?

Entre las medidas de prevención de la brucelosis se encuentra la de eliminar la infección en los animales. Para ello, se recomienda su vacunación en las zonas de mayor prevalencia, así como medidas de control e higiene como la limpieza y desinfección, la recogida de muestras, la cuarentena de los nuevos animales, etc. Cabe mencionar que la gran diversidad de especies que pueden portar brucelosis es muy extensa, lo que complica las acciones de prevención. No obstante son muy efectivas y así lo demuestra la gran disminución de brotes en nuestro país en los últimos 30 años.

El tratamiento de la brucelosis consiste en la administración de una combinación de antibióticos.
Una de las vías de transmisión de la brucelosis es el consumo de leche no pasteurizada.

Respecto a la brucelosis humana en la población general, es crucial el consumo de alimentos que sigan controles sanitarios, evitando el consumo de leche, derivados o carne que no tengan el control adecuado. El consumo de leche y sus derivados, debería ser siempre de fuentes donde la leche ha sido pasteurizada. Hoy en día, con un incremento de consumo de derivados de leche cruda, debemos asegurar que la fuente de ese alimento está certificada y sigue todos los procedimientos veterinarios y sanitarios para asegurar que proviene de fuentes no infectadas.

El resto de medidas de prevención atañe a los profesionales especialmente expuestos. Por ejemplo, los ganaderos, veterinarios y personal de los mataderos deben usar prendas adecuadas de protección como guantes que cubran todo el antebrazo, botas altas de goma, monos, mandiles y mascarillas. Deben ser de materiales desechables o que sean fáciles de limpiar o desinfectar. Además, todos estos profesionales deberán observar rigurosamente las normas de aseo e higiene personal.

Las explotaciones ganaderas, sean del tamaño que sean, deben seguir estrictamente las medidas de control sanitario indicadas. Es crucial, asimismo, la seguridad en los laboratorios donde se manipulen muestras contaminadas de la bacteria brucella.

¿Quién tiene más riesgo de padecerla?

La brucelosis puede afectar a personas de los dos sexos y de cualquier edad, pero es más frecuente entre varones de 40 a 50 años quizás debido a que hay un mayor número de varones entre los trabajadores de ganaderías y no a una predisposición genética por género.  

El riesgo es mayor en quienes consumen leche cruda o sus derivados  especialmente cuando provienen de preparaciones “caseras” sin higienizar. Pero, sobre todo, es considerada una enfermedad ocupacional de quienes trabajan en el sector ganadero y los relacionados con este como granjeros, veterinarios, personal de laboratorio y trabajadores de mataderos. También los cazadores tienen más probabilidades de infectarse.

¿En qué países hay brucelosis?

La brucelosis está presente en todo el mundo, aunque su incidencia es mayor en Oriente Medio, América Central y América del Sur, Asía Central, la India y México, así como en los países mediterráneos de Europa y África.

La OMS señala que hay ciertos factores que explican en parte que la brucelosis siga constituyendo un peligro para la salud pública. Entre ellos se encuentran la expansión de las industrias animales y de la urbanización y la falta de medidas higiénicas en la cría de animales y en la manipulación de alimentos especialmente cuando la legislación local no es buena o no se aplica.

Tras 25 años de lucha contra la enfermedad, en marzo de 2021, España fue declarada por la Comisión Europea como país indemne para brucelosis ovina y caprina. Se trabaja para que en breve sea declarada también indemne para brucelosis bovina. Hablamos de  región oficialmente indemne de brucelosis ovina o caprina cuando al menos el 99,8 % de las explotaciones son oficialmente indemnes de brucelosis (Brucella melitensis), es decir, si todos los animales están exentos de signos clínicos, no se encuentran animales de las especies ovina o caprina vacunados y se hayan realizado dos pruebas con resultado negativo y con intervalos de seis meses como mínimo.

En 2020 no se registró ningún caso de rebaño caprino u ovino con infección en nuestro país. A pesar de esta mejora en las cifras de casos, se deben mantener todas las medidas de vigilancia e higiene, especialmente en pequeños rebaños “domésticos” que puedan no estar sujetos a control en sus elaboraciones o en aquellos productos importados.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.