Bulimia

¿Qué es la bulimia nerviosa?

La bulimia es un trastorno de la conducta alimentaria que lleva a quien lo padece a darse lo que se conoce popularmente como atracones; es decir, a ingerir cantidades excesivas de alimentos de alto contenido calórico de manera compulsiva y en muy poco tiempo. Después, con el objetivo de no aumentar de peso, la persona trata de compensar el haber comido demasiado con conductas anómalas, como provocarse el vómito, abusar de los laxantes y/o diuréticos, practicar excesivo ejercicio físico o seguir dietas alimentarias restrictivas.

Para poder diagnosticar esta enfermedad, estas conductas compensatorias deben aparecer con una frecuencia de al menos dos veces a la semana durante los últimos tres meses y debe presentarse la sensación de pérdida de control con respecto a la comida que se ingiere, bien su tipo o su cantidad.

Como la anorexia, se trata de un trastorno mental grave, relacionado con el miedo intenso a aumentar de peso, así como con una preocupación excesiva y exagerada por la figura, ya que la autoestima depende a menudo de la valoración que el paciente hace de su cuerpo, constituyendo este aspecto otro de los criterios diagnósticos de esta enfermedad

Pero, al contrario que en la anorexia, no siempre se adelgaza, sino que las personas enfermas pueden presentar peso normal, sobrepeso o bajo peso. Es un trastorno, además, que origina sentimientos de vergüenza y culpabilidad, por lo que suele mantenerse oculto durante mucho tiempo.

Como la anorexia, puede afectar muy gravemente a la vida familiar, social y académica o laboral de la persona enferma.


¿Quién padece la bulimia nerviosa?

De acuerdo a la Asociación Contra la Anorexia y Bulimia de Cataluña (ACAB), esta enfermedad afecta a entre el 0,4% y el 3% de los jóvenes españoles, especialmente a chicas.

Según la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia (FEACAB), federación que engloba a distintas asociaciones, entre el 90% y 95% de los afectados son mujeres.


¿Cómo se origina y desarrolla esta enfermedad?

Como explica la Cruz Roja en su manual “Anorexia y bulimia”, la bulimia se inicia cuando la persona se siente insatisfecha con su cuerpo y surge el deseo de adelgazar. Tras iniciar una dieta sin éxito, las personas afectadas encuentran en el vómito una manera de comer sin engordar.

De esta manera, en palabras de la institución, se inicia un círculo vicioso: los vómitos provocan la necesidad de comer, la cual, a su vez, refuerza el vómito. Todo ello lleva de un supuesto control de la alimentación al descontrol: dado que el joven o la joven fracasa en su intento de controlar lo que ingiere, empieza a darse atracones, normalmente a escondidas, de grandes cantidades de alimentos muy calóricos, que toma con voracidad y en muy poco tiempo (un periodo inferior a dos horas).

La persona con bulimia disimula y oculta su trastorno durante largos periodos de tiempo, lo que la lleva a la mentira y a la desconfianza hacia los demás.


¿Qué causa la bulimia?

Existen varios factores que pueden influir a la hora de desarrollar la enfermedad:

  • Factores biológicos: ser mujer y ser joven, predisposición genética, haber padecido o padecer sobrepeso durante la infancia y/o la adolescencia…
  • Factores personales: tener niveles bajos de autoestima, problemas de autonomía, personalidad introvertida o insegura o tendencia a la introversión, afán de perfeccionismo, haber padecido o padecer anorexia nerviosa, situaciones de estrés como cambios de colegio, trabajo o rupturas sentimentales…
  • Factores familiares: vivir en un entorno familiar preocupado excesivamente por la figura o el peso o en el que se siguen dietas restrictivas sin control ni seguimiento médico, familias sobreprotectoras o desestructuradas, obesidad de algún miembro de la familia, clima tenso o poco afectuoso…
  • Factores socioculturales: especialmente entre los más jóvenes, fomenta la bulimia la actual cultura de la delgadez, que la asocia con el éxito personal, social y laboral, así como la presión que ejerce la sociedad por estar delgado y esbelto, junto a la coacción de los medios de comunicación de masas y la publicidad (especialmente algunas industrias que fabrican y comercializan productos light); la práctica de determinados deportes como danza, gimnasia rítmica, debido al trato de la imagen que, en ocasiones, se hace en estos deportes, o en los que se compite por categorías de peso; pertenecer a determinadas profesiones relacionadas con el mundo de la moda, el espectáculo, televisión o cine, por la presión que en ocasiones existe en estos medios acerca de la imagen; existencia de páginas web que hacen apología tanto de la bulimia como la anorexia, considerándolas como “formas de vida” en lugar de enfermedades graves…

¿Cómo se detecta la bulimia o cuáles son sus síntomas?

Los síntomas de la bulimia nerviosa no siempre son fáciles de detectar, puesto que la persona enferma tiende a esconder o disimular su trastorno y, a veces, no se produce adelgazamiento. Por otra parte, tampoco hay que esperar a que se den todos los síntomas de la enfermedad: ante la sospecha de algunos síntomas que pueden marcar su inicio se debe contactar con el profesional sanitario, ya que cuanto antes se inicie el abordaje, mejor.

Por tanto, los padres deben estar atentos a cualquier signo que pueda alertar de que su hijo o hija sufre este trastorno:

Alteraciones  fisiológicas:

  • Se da irritación crónica de la garganta.
  • En ocasiones, se pueden perder piezas de la dentadura.
  • Los vómitos pueden provocar en el dorso de la mano callosidades conocidas como “signo de Russell”.
  • Dolores musculares.
  • Oscilaciones bruscas de peso (se pierden o se ganan entre cinco y diez kilos en poco tiempo).
  • Pueden producirse pequeñas rupturas vasculares bajo los ojos.
  • Inflamación y aumento de las parótidas –las glándulas que producen la saliva-.
  • Las menstruaciones se vuelven irregulares.
  • Cansancio excesivo.

Alteraciones psicológicas y emocionales:

  • Percepción distorsionada de la propia imagen, trastorno severo de la imagen corporal.
  • Preocupación continua por la comida, miedo intenso a subir de peso o deseo compulsivo de perderlo.
  • Frecuentes cambios de humor.
  • Irritabilidad.
  • Tristeza, pesimismo y tendencia a la depresión.
  • Aparición de sentimientos de culpa y vergüenza.
  • Sensación de descontrol.
  • Baja autoestima y necesidad de ser aprobada/o por los demás.
  • Egocentrismo.
  • Dificultad para concentrarse.

Alteraciones de la actitud y la conducta. Como hemos comentado, muchas de ellas se llevan a cabo a escondidas:

  • Comer compulsivamente y luego provocarse vómitos, que la persona enferma no reconoce (ambas conductas deben darse al menos dos veces por semana durante tres meses).
  • Seguimiento de dietas autoimpuestas muy estrictas, con el fin de compensar los atracones.
  • Nerviosismo cuando llega la hora de comer.
  • Abusar de laxantes y diuréticos.
  • Ir a menudo al baño después de comer.
  • Mentir y engañar a las personas sobre la conducta con la comida, negar y ocultar su enfermedad.
  • Puede desaparecer comida de la cocina o, en cambio, aparecer escondida en el bolso, mochila o en la habitación de la persona enferma.
  • Los temas de conversación se centran con frecuencia en el peso, las tallas, el físico o la nutrición.
  • Aumento de la dedicación al estudio -e, incluso, a la limpieza de la casa-, aunque el rendimiento escolar o laboral suele descender.
  • Ausencias en clase o en el trabajo.
  • Preocupación excesiva por los comentarios sobre el aspecto físico de otras personas.
  • Distanciamiento de los amigos y familiares, salidas frecuentes de casa para evitar a la familia.
  • Se evita acudir a las comidas sociales o a lugares donde haya comida.
  • Disminución de las horas de sueño.
  • Consumo de alcohol y, en ocasiones, también de drogas.
  • Promiscuidad sexual.

¿Cómo se trata la bulimia?

El tratamiento de la bulimia, al igual que el de la anorexia, es lento y puede llegar a durar cuatro o cinco años, aunque en algunos casos los pacientes son resistentes a los tratamientos y la enfermedad se cronifica. Su objetivo es reorganizar el ritmo natural de alimentación, para lo que es necesario cambiar los hábitos nocivos de la persona afectada por otros saludables, al tiempo que se le enseña a aceptar el propio cuerpo y a controlar el peso sin tener que recurrir a conductas perjudiciales para la salud.

Para que sea más efectivo, puede combinar varias líneas de actuación, cuya puesta en marcha requiere la actuación conjunta de un equipo multidisciplinar de profesionales, compuesto por psiquiatras, psicólogos, endocrinos, enfermeras o ginecólogos:

  • Sesiones de psicoterapia: pueden ser individuales, en grupo o familiares, y en ellas se intenta dotar a la persona de herramientas para superar la dependencia de la comida y percibir la realidad de manera no condicionada por su físico. Para lograrlo, se trabajan en un espacio terapéutico y acompañado de profesionales de la salud los sentimientos, síntomas y/o alteraciones psicológicas del paciente como la baja autoestima, la insatisfacción con el propio cuerpo, las dificultades para entablar y mantener relaciones sociales o el miedo al fracaso.
  • Aprendizaje de medidas dietéticas: el enfermo interioriza pautas para una correcta alimentación, como qué alimentos que componen una dieta equilibrada, la frecuencia y cantidades recomendadas, etc.
  • Tratamiento farmacológico: al contrario que con la anorexia, algunos medicamentos como los antidepresivos sí pueden ser eficaces y ayudar a reducir la frecuencia de los atracones y vómitos, aunque su prescripción debe complementarse con las otras dos anteriores líneas de tratamiento.

Diez consejos para prevenir y superar la anorexia y la bulimia

La prevención desde el seno de la familia es fundamental para evitar que nuestra hija o hijo desarrolle trastornos de la conducta alimentaria. Una vez ha llegado el problema, el respaldo familiar es también fundamental para su recuperación.

En este sentido, aquí detallamos diez claves que pueden ayudar a prevenir y lidiar con este tipo de enfermedades.