Cáncer y práctica deportiva
De la mano de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) abordamos por qué es importante mantener actividad física para prevenir el cáncer y cómo influye tras un diagnóstico de cáncer así como una serie de beneficios y recomendaciones a seguir.
¿Por qué es importante la práctica deportiva?
El ejercicio físico es un pilar fundamental en el estilo de vida saludable, y existe evidencia consistente sobre la asociación entre el ejercicio físico y la reducción de la incidencia y mortalidad por cáncer. Además, existen múltiples beneficios, como la disminución de síntomas relacionados con la enfermedad y disminuye la posibilidad de recaída.
La prevención del cáncer empieza con sólo 30 minutos de ejercicio físico al día. El ejercicio físico puede reducir hasta un 30% el riesgo de cáncer de mama, colon, vejiga urinaria, endometrio, esófago y estómago, y en casi el 20% el riesgo de mortalidad específica por cáncer.
Sin embargo, según datos del INE, sólo el 37,7% de la población adulta realiza actividad física regular, mientras que el 27,4% de la población se declara sedentaria. Por este motivo es necesario incidir en su importancia, no sólo en la consecución de una vida saludable sino en la prevención de futuras enfermedades.
¿Qué beneficios tiene el deporte en pacientes oncológicos?
El ejercicio físico para pacientes oncológicos contempla múltiples beneficios. Sin embargo, según diversos estudios, pocos pacientes con cáncer se mantienen físicamente activos, principalmente por la falta de información de los profesionales sanitarios, y las propias reticencias debido a los efectos secundarios, el miedo a nuevos efectos adversos, la falta de motivación o las dificultades de acceso al ejercicio.
Entre los principales beneficios, se encuentran:
- El ejercicio físico puede disminuir los síntomas relacionados con el cáncer y sus tratamientos como la fatiga, la pérdida de masa muscular y ósea, la ansiedad o los síntomas depresivos.
- Además de reducir el riesgo de padecer cáncer, también reduce las posibilidades de tener una recaída.
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¿Cuándo es necesario comenzar con el deporte tras el diagnóstico?
El ejercicio físico y la actividad física son seguros y beneficiosos tras el diagnóstico del cáncer en cualquier etapa de la enfermedad y del tratamiento. Sin embargo, es necesario consultar con profesionales médicos, quienes realizarán una evaluación completa de la situación clínica del paciente para indicar el tipo de ejercicio físico que se le prescribe y el contexto en el que podría llevarlo a cabo en función de diversas variables apreciadas:
- Evaluación de su condición física. La determinación del estilo de vida basal (activo o sedentario), la historia de ejercicio previa, las limitaciones de movilidad y el nivel de conocimiento sobre actividad física pueden ayudar a establecer el punto de partida en la prescripción de ejercicio a pacientes oncológicos. Es esencial prestar especial atención a la detección de aquellos problemas relacionados con la edad (p. ej., el riesgo de caídas, el deterioro cognitivo, las limitaciones de movilidad, los problemas sociales o los síndromes geriátricos) que podrían condicionar la prescripción de ejercicio.
- Valoración de la comorbilidad. Los pacientes con cáncer suelen presentar otras enfermedades cardiovasculares, respiratorias, metabólicas así como disfunciones articulares y/o musculoesqueléticas que podrían limitar su capacidad de ejercicio. En los pacientes con cáncer, también se diagnostican con frecuencia enfermedades respiratorias (enfermedad pulmonar obstructiva crónica [EPOC], hábito tabáquico o neumonitis). Estas y otras enfermedades pueden influir en el tipo de ejercicio y en su intensidad. Las recomendaciones de ejercicio también pueden adaptarse en los pacientes con trastornos musculoesqueléticos (p. ej., artralgia, artrosis, artritis, limitación del movimiento) o con metabolopatías (p. ej., diabetes mellitus de tipo 1 o 2, hiperlipidemia, obesidad, malnutrición). En este sentido, la recomendación pasa por evaluar al inicio y con regularidad la comorbilidad relevante de los pacientes, lo que ayudaría personalizar las recomendaciones de ejercicio y reducir los posibles riesgos.
- Efectos secundarios derivados del tratamiento. La posibilidad de que el ejercicio físico pueda ser perjudicial es una cuestión que preocupa a los profesionales de la oncología y a los pacientes con cáncer. Sin embargo, se ha demostrado que practicar ejercicio resulta seguro en todas las etapas asistenciales del cáncer, incluso durante el tratamiento. De hecho, la práctica regular de ejercicio se asocia a una disminución de la toxicidad derivada de los tratamientos y, potencialmente, a una mejora de las tasas de respuesta.
- Problemas sociales, ambientales o relacionados con el modo de vida. La disponibilidad de tiempo libre diario, ser trabajador en activo o jubilado, así como el apoyo social y familiar con que cuente el paciente son algunas de las consideraciones sociales y sobre el estilo de vida que hay que tener en cuenta antes de la prescripción de ejercicio. También deben valorarse factores ambientales como el lugar donde se va a practicar ejercicio (interior o exterior), la localización (rural o urbana), si son programas para realizar en el domicilio o en gimnasios, o la disponibilidad de equipamiento. Asimismo, los hábitos alimentarios o el peso también tienen importantes repercusiones en la prescripción de ejercicio.
Fuentes
*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.