Ciática

¿Qué es la ciática?

El nervio ciático, el más largo y con mayor diámetro del organismo, comienza en la región lumbar y desciende por la parte posterior de las piernas. Controla tanto los músculos de la parte de atrás de la rodilla como los de la región inferior de la pierna, y aporta sensibilidad a la parte posterior del muslo, al área inferior de la pierna y a la planta del pie.

Se denomina ciática al dolor que irradia desde la región lumbar (la región de la espalda situada entre las últimas costillas y la zona glútea) hasta el talón o el pie, y va descendiendo por la parte posterior o lateral del muslo. Ese dolor suele estar provocado por una lesión de las raíces nerviosas que salen de la columna lumbar y extienden a los miembros inferiores, por medio del nervio ciático, la sensibilidad o las órdenes para contraer los músculos.

El dolor asociado con este nervio generalmente se origina en la parte superior y a lo largo de la médula espinal, cuando las raíces nerviosas se comprimen o dañan a causa del estrechamiento de la columna vertebral o por el desplazamiento de un disco.

Según la Sociedad Española de Reumatologia (SER), si el dolor no supera la región de la rodilla no debería hablarse de ciática, ya que no suele estar causado por una lesión de las raíces nerviosas.


¿A quién afecta?

La ciática está asociada a la lumbalgia, una patología muy frecuente entre la población y que causa muchas molestias y dolores a los afectados.  De hecho, aproximadamente, el 80% de la población va a sufrir este tipo de dolor en algún momento de su vida, siendo la inmensa mayoría de las veces de causa benigna.

Las personas embarazadas, con sobrepeso o aquellas que trabajan habitualmente cargando pesos son las más propensas a sufrir estas molestias.


¿Qué causa la ciática?

En ocasiones, no existe una causa clara para la ciática, pero este problema también puede originarse a raíz de:

  • La ruptura o desgaste de los discos intervertebrales, una especie de almohadillas cartilaginosas que separan las vértebras de la columna.
  • Hernia discal. La parte gelatinosa central -llamada núcleo pulposo- del disco intervertebral se desplaza y sobresale, y acaba comprimiendo el nervio ciático, que pasa a su lado.
  • Estenosis medular o raquídea. El estrechamiento del canal medular presiona sobre el nervio.
  • Lesión o fractura pélvica.
  • Síndrome piriforme. Se trata de un dolor que compromete el músculo en los glúteos.
  • Algunos tipos de tumores.

¿Cuáles son sus síntomas?

La ciática se caracteriza por:

  • Dolor en la región  posterior del muslo y de la pierna o dolor que irradia a los glúteos, piernas y pies. Puede tratarse de un dolor agudo, un dolor sordo o una sensación de ardor.
  • En ocasiones, sensación de hormigueo y entumecimiento.
  • También, a veces, puede sentirse debilidad muscular en la pierna dañada.
  • En ocasiones, dificultad para andar o moverse.

¿Cómo se diagnostica la ciática?

En primer lugar, se lleva a cabo una exploración física del paciente que, junto a un estudio de la sintomatología, suele ser suficiente para realizar un diagnóstico. Si el dolor es intenso o duradero, pueden llevarse a cabo diferentes pruebas como análisis de sangre, radiografías de la columna vertebral, resonancias magnéticas o escáner.

Además, en ocasiones, pueden ser también necesarias pruebas como la mielografía, que permite ver el tamaño y localización de una hernia discal, o la electromiografía, que registra la actividad eléctrica de los músculos y permite detectar el nivel exacto de afectación de las raíces nerviosas en la columna vertebral.


¿Cómo se trata?

En algunos casos, la recuperación se produce por sí sola, aunque el dolor y la inflamación pueden aliviarse farmacológicamente -mediante la toma de antiinflamatorios como el ibuprofeno u otros similares, o de analgésicos- o aplicando calor o hielo en la zona afectada (hielo durante los primeros dos o tres días y, posteriormente, calor).

También se recomienda reducir la actividad durante los primeros días, que luego ha de retomarse paulatinamente. De igual modo, durante el mes y medio posterior, debe evitarse levantar objetos pesados. Y, después de dos o tres semanas, se debe comenzar a realizar actividad física, incluidos ejercicios para fortalecer el abdomen. En algunas ocasiones, puede ser necesaria fisioterapia.

Aunque la mayoría de los pacientes mejoran con las anteriores medidas, si el dolor persiste, se considera la necesidad de infiltraciones –inyecciones de corticoides- y, en casos como el de la hernia discal o la espondilolistesis, puede ser necesaria una intervención quirúrgica.

Diez consejos para prevenir la ciática

Adoptar una serie de hábitos sanos, muchos de ellos relacionados con la higiene postural, puede ayudar a prevenir la lumbociática, y también a reducir el dolor, cuando este se presenta:

  • 1. Cuida tu postura.
    Si tienes que estar de pie, distribuye tu peso de manera uniforme y, si es posible, apoya uno de tus pies sobre un escalón u objeto elevado. Cuando te sientes, hazlo con la espalda recta y bien apoyada sobre el respaldo y mantén los pies en el suelo, sobre un reposapiés, si es posible.
  • 2. También mientras duermes.
    Duerme en un colchón duro con una tabla debajo y hazlo de lado, con una almohada entre las piernas para reducir la presión en la espalda, o boca arriba, con una toalla enrollada bajo la nuca y almohadas bajo las rodillas. Cuando te levantes, hazlo lentamente, sentándote  en primer lugar para luego alzarte con cuidado.
  • 3. Piensa en tu espalda cuando camines.
    Anda con la espalda erguida y la cabeza elevada, echando los hombros hacia atrás. Recuerda, además, que debes evitar los zapatos con tacón alto o demasiado planos para evitar la tensión en la espalda.
  • 4. Realiza las labores domésticas con atención.
    Acuérdate también de mantener una postura adecuada mientras llevas a cabo actividades cotidianas. Por ejemplo, arrodíllate cuando hagas la cama, reparte el peso entre ambos brazos cuando vuelvas de la compra o plancha posando un pie sobre una caja de cartón.
  • 5. Dobla las rodillas cuando levantes peso.
    Si debes coger del suelo un objeto pesado, no inclines la espalda. En su lugar, flexiona las rodillas, mantén la espalda recta y levanta el objeto despacio, manteniéndolo lo más pegado posible al cuerpo y evitando los movimientos bruscos.
  • 6. Al volante, no te olvides de tu espalda.
    Acerca el asiento lo necesario para que tus pies alcancen los pedales sin esfuerzo y maneja el volante con las dos manos. Si se trata de un trayecto largo, haz descansos cada dos horas para realizar ejercicios de estiramiento, sobre todo si trabajas al volante.
  • 7. Mantén a raya el sobrepeso.
    La práctica de ejercicio diario como caminar, la bicicleta estática o nadar ayuda a controlar el peso y a reforzar la musculatura lumbar. También podemos dedicar unos minutos por la mañana a practicar ejercicios específicos para fortalecer el abdomen, que en ocasiones pueden formar parte de la rehabilitación posterior al episodio de ciática.
  • 8. El calor y el frío, buenos aliados.
    La terapia térmica puede ayudarnos a aliviar el dolor en la zona afectada: aplica hielo o compresas frías durante veinte minutos cada dos horas durante los dos primeros días y, posteriormente, aplica calor con una manta eléctrica, una bolsa de agua caliente o una ducha a alta temperatura para mejorar la circulación y el proceso de curación. Los masajes suaves o la aplicación de ultrasonidos también son recomendables en algunos casos.
  • 9. Aprende a relajarte.
    Las técnicas de relajación o hacer ejercicio de manera regular pueden ayudarte a prevenir el estrés y evitar que se acumule tensión en los músculos de la espalda.
  • 10. Consulta a tu médico o farmacéutico.
    Consulta a los profesionales sanitarios sobre el uso de analgésicos y antiinflamatorios para aliviar el dolor y  sigue fielmente sus instrucciones. Nunca te automediques.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.