Cólera

¿Qué es el cólera?

El cólera es una enfermedad intestinal aguda y grave causada por la ingestión de alimentos o agua contaminados con la bacteria Vibrio cholerae, como consecuencia del contacto directo o indirecto con heces o vómitos de personas infectadas. Se trata de una dolencia que afecta exclusivamente a los seres humanos.

La bacteria, una vez en el intestino,  genera una toxina que induce diarrea repentina, indolora, acuosa, y muy abundante y frecuente, acompañada de vómitos.

El cólera se puede tratar eficazmente mediante la administración de antibióticos y la reposición de los líquidos perdidos. En caso de no recibir una atención médica y tratamiento inmediato, la infección puede extenderse rápidamente, provocar deshidratación severa y llevar a la muerte en pocas horas.


¿A cuánta gente afecta y en qué áreas del planeta?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año hay en el mundo entre 1,3 y 4 millones de casos de cólera y se producen entre 21.000 y 143.000 defunciones.

El riesgo de infección está presente sobre todo en países en desarrollo, con escasas infraestructuras de saneamiento, falta de agua potable y hacinamiento,  o afectados por guerras o desastres naturales como terremotos o inundaciones, que destruyen las infraestructuras, las fuentes de agua tratada y los servicios públicos de saneamiento. Como consecuencia de ello, la población no tiene acceso a agua potable limpia ni a la eliminación sanitaria de los desechos humanos ni a cuidados sanitarios adecuados.

En las áreas donde la enfermedad es más frecuente, la bacteria Vibrio cholerae puede estar presente en las aguas superficiales, las aguas saladas como las de estuarios y bahías y en alimentos marinos como mejillones, berberechos, cangrejos y pescado.

Aunque es fácil de prevenir y de tratar, la OMS considera el cólera una amenaza mundial para la salud pública, especialmente en niños.


¿Cuál es el origen del cólera y cómo ha evolucionado?

El reservorio original del cólera parece ser el delta del Ganges, en la India. Ya hay referencias desde el siglo IV a.C.  Desde allí, se expandió por el resto del mundo, especialmente a partir del siglo XIX con la primera pandemia documentada en Asia. Desde entonces, se han producido hasta siete pandemias.

En la actualidad, el cólera se ha reducido a los países en desarrollo de las áreas de los trópicos y los subtrópicos. En concreto, es endémico en determinadas regiones de Asia, Oriente Medio, África, América del Sur y Centroamérica.

En Europa, Japón y Australia, se han producido pequeños brotes, mientras que, en Norteamérica, puede aparecer en la costa del Golfo de México.

Los desastres, naturales o provocados por el hombre, pueden agravar considerablemente el riesgo de epidemias, al igual que las condiciones de vida en los campamentos de refugiados superpoblados. El resultado es, a menudo, brotes fulminantes, con altas tasas de letalidad. Por ejemplo, después de la crisis de Ruanda, en 1994, varios brotes de cólera causaron al menos  48.000 casos y 23.800 muertes en el intervalo de un mes en los campamentos de refugiados en Goma, en el Congo.

Actualmente, existen varios serotipos, siendo los O1 y O139 los que causan el cólera como lo conocemos. Otros serotipos pueden ser patógenos pero causan infecciones más leves.


¿Cómo se transmite?

El cólera se transmite principalmente al ingerir agua o alimentos contaminados con el bacilo del cólera, normalmente, por contacto con las heces o vómitos infectados. También es posible el contagio por contacto directo con superficies contaminadas.

Aunque la transmisión persona a persona es poco común, una persona infectada puede propagar el cólera si toca alimentos, agua o superficies sin haberse lavado las manos, lo que en casos de hacinamiento, puede ser importante.

Cuando una persona se infecta, la bacteria está presente en sus heces de uno a catorce días, por lo que vuelve al medio ambiente, contaminando éste y la infección puede propagarse con gran rapidez, especialmente en las áreas donde los excrementos humanos no son tratados.

Para que se desarrolle la infección, debe ingerirse una cantidad abundante de bacterias, de manera que el ácido estomacal no logre destruir todas y algunas consigan llegar al intestino delgado. La bacteria permanece en esta parte del cuerpo y no invade otros tejidos, pero allí se desarrolla y produce una toxina que lleva al intestino delgado a secretar grandes cantidades de sal y agua. Estas se pierden como diarrea acuosa, que, si no se trata, produce en la mitad de los casos la muerte por pérdida de agua y sal.

Por tanto, el riesgo es mayor para quienes producen menor cantidad de ácido estomacal -niños pequeños, ancianos, personas desnutridas y las personas que toman medicamentos que reducen el ácido estomacal como los inhibidores de la bomba de protones (omeprazol) y los bloqueantes de la histamina-.

No obstante, si se ha producido un brote recientemente, el cólera puede afectar a personas de todas las edades y, aunque la infección es más frecuente durante los meses cálidos, esta puede aparecer en cualquier época del año en caso de brote reciente.


¿Qué síntomas tiene el cólera?

Según datos de la ONG Médicos Sin Fronteras, el 75% de los casos son asintomáticos, por lo que muchas personas no caen enfermas o solo sufren síntomas leves. Sin embargo, en los casos de cólera grave, más de la mitad de las personas fallecen si no reciben tratamiento. En cambio, con la existencia de tratamiento, la mortalidad es inferior al 1%. Además, en los países en los que se da con más frecuencia, coexisten patologías que causan inmunodepresión (como el VIH) o desnutrición, lo que agrava el pronóstico. A esto se une frecuentemente problemas de acceso a cuidados médicos o baja calidad de estos.

Hasta ahora se han producido siete pandemias del cólera.
La prevención y el control del cólera dependen de la higiene del agua.

Es una enfermedad que se desarrolla muy rápidamente. El periodo de incubación oscila entre las doce horas y los cinco días, aunque los síntomas suelen aparecer de uno a tres días después de la exposición a la bacteria. Generalmente, la enfermedad se manifiesta con diarrea repentina, indolora y acuosa, acompañada de vómitos y no suele haber fiebre. La diarrea producida es blanquecina o grisácea y manchada por moco, lo que se conoce como heces de agua de arroz.

En las formas más graves, puede llegar a perderse un litro de líquido por hora y, en total, hasta veinte en un día. Si no se repone la pérdida y se dan otros síntomas, la persona puede sufrir un shock, entrar en coma y, finalmente fallecer.

Estos síntomas son:

  • Fiebre.
  • Calambres musculares (debidos a la pérdida sobre todo de potasio).
  • Hipotensión postural (mareos al estar de pie o levantarse)
  • Deshidratación severa.
  • Acidosis (la sangre se vuelve más ácida de lo normal).
  • Insuficiencia renal y reducción de la cantidad de orina (que puede llevar a fallo renal).
  • Debilidad.
  • Taquicardia y pulso débil.
  • Somnolencia.

En las personas que sobreviven, los síntomas suelen remitir entre tres y seis días después.


¿Cómo se trata el cólera?

El cólera es fácil de curar si se diagnostica a tiempo, ya que se puede tratar eficazmente con la restitución inmediata de fluidos y sales mediante una solución de rehidratación.

En el caso de deshidratación leve o moderada, las sales de rehidratación se ingieren por vía oral, mientras que, si es grave, se administra una solución salina por vía intravenosa. En este caso, es necesario también recurrir a los antibióticos apropiados para reducir la duración de la diarrea y la cantidad de líquidos de rehidratación necesaria. No obstante, la OMS no recomienda la administración masiva de antibióticos.

Las personas afectadas pueden beber tanta agua como quieran y, tras la desaparición de los vómitos y una vez sientan apetito, ingerir alimentos sólidos.

La alta mortalidad, que podría evitarse con estas sencillas medidas, se debe en gran medida al problema de acceso a los cuidados sanitarios esenciales, ya que faltan de forma estructural en la zona o son insuficientes en casos de catástrofes.

¿Puede prevenirse el cólera?

La prevención y el control del cólera dependen de la higiene del agua. Los gobiernos de las áreas endémicas deben aplicar medidas como la filtración y cloración de los sistemas de agua, disponer adecuadamente los desechos humanos y promover entre la población la adopción de prácticas higiénicas adecuadas: lavado de las manos con jabón, la preparación y conservación seguras de los alimentos y la eliminación adecuada de las heces de los niños.

Por otra parte, existen ya vacunas anticoléricas. En agosto de 2017, la OMS estableció que la vacuna anticolérica oral debe utilizarse en zonas con cólera endémico, en crisis humanitarias con alto riesgo de la enfermedad y durante los brotes, siempre unido a otras estrategias de prevención y control del cólera. También es útil para viajeros que se van a desplazar a zonas con epidemias declaradas o que sean endémicas.

Cómo prevenir el cólera durante un viaje

El Ministerio de Sanidad de España señala que el riesgo de infectarse con cólera es bajo para los viajeros internacionales. Estos deben seguir una serie de recomendaciones para su prevención:

  • 1. No tomes agua, bebidas o alimentos contaminados.
    Bebe siempre agua embotellada o previamente hervida y evita también las bebidas con cubitos de hielo (el bacilo sobrevive a la congelación). No tomes verduras y frutas crudas o sin pelar y asegúrate, cuando ingieras pescados y mariscos, de que están suficientemente cocinados.
  • 2. Extrema la higiene.
    Lávate las manos minuciosamente con agua y jabón, sobre todo, antes de comer y después de ir al baño.
  • 3. Consulta si debes vacunarte y evita viajar a zonas de riesgo declarado.
    La vacuna está indicada para personas con alto riesgo y personal dedicado a la ayuda humanitaria que se desplace a zonas de desastre y a campamentos de refugiados, en los que tendrá contacto estrecho con la población. En cualquier caso, no se exige la vacuna del cólera como condición de entrada en ningún país.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.