Derrame ocular

¿Qué es la conjuntiva?

La conjuntiva es una membrana muy delgada y casi transparente, que recubre la parte blanca del globo ocular —llamada esclerótica— y la cara interior de los párpados. Su función es lubricar el ojo, permitir un movimiento suave del párpado sobre el ojo y protegerlo. Contiene, además, una gran cantidad de finos vasos sanguíneos.


¿Qué es un derrame ocular?

La hemorragia subconjuntival —también llamada hiposfagma o derrame ocular— es una pequeña acumulación de sangre que se produce entre la conjuntiva del ojo y la esclerótica, debido a la rotura de uno o varios de los numerosos vasos sanguíneos capilares que se hallan en la superficie del ojo. A veces es extiende por debajo de la conjuntiva enrojeciendo todo el ojo. En otras ocasiones, sólo se ve de color rojo una parte de éste. La sangre no procede del interior del ojo sino de los pequeños vasos situados en la superficie. La visión no resulta afectada dado que la sangre no afecta a la parte transparente del ojo (córnea) ni al interior del ojo.

Se trata de un proceso muy frecuente entre la población. La causa más común son los traumatismos locales leves y aquellas situaciones que conllevan un aumento brusco de la presión venosa en la cabeza o cuello:  esfuerzos (por ejemplo en actividad deportiva o al vomitar), estornudos o accesos de tos. En muchas ocasiones no se identifica la causa aunque los hiposfagmas espontáneos son raros. La maniobra de Vasalva —un esfuerzo para exhalar sin dejar que escape aire por la nariz o por la boca, que puede llevarse a cabo durante actividades cotidianas como sonarse la nariz cuando está tapada o al intentar evacuar si se está estreñido—, también puede ser causante.

El sangrado se manifiesta con una o más manchas de color rojo brillante que aparecen en la parte blanca del ojo. A pesar de su aspecto llamativo, esta mancha es inofensiva y no altera la visión, ya que la sangre no afecta a la córnea. Podría considerarse un hematoma en la superficie del ojo. Si la hemorragia es de un tamaño considerable, puede crear alarma, pero, generalmente, se reabsorbe por sí sola en unas pocas semanas sin necesidad de tratamiento.


¿Cuáles son sus causas?

Cómo se comentaba anteriormente, la conjuntiva contiene numerosos vasos sanguíneos extremadamente finos. Cuando uno de ellos se rompe, brota una pequeña cantidad de sangre que mancha la esclerótica sin llegar a traspasarla. Aunque esta mancha puede ser muy llamativa, se trata solamente de un problema estético que no altera la visión, ya que es externa y no afecta a las funciones del globo ocular.

Aunque la causa de la rotura de un vaso sanguíneo de la conjuntiva suele ser desconocida y, en algunas ocasiones, puede producirse de manera espontánea, también puede deberse a:

  • Fragilidad de los vasos sanguíneos capilares, sobre todo en mujeres adultas.
  • Aumentos bruscos de la presión venosa en la cabeza o el cuello debido a ataques de tos, estornudos, vómitos o la maniobra de Vasalva.
  • Microtraumatismos oculares que pueden pasar inadvertidos como los que pueden producirse al frotarse los ojos con demasiada fuerza.
  • Cirugías oculares.
  • Lesiones o heridas en los ojos o en zonas cercanas a él.
  • Inflamaciones locales de la conjuntiva (conjuntivitis).
  • Usar medicamentos anticoagulantes.
  • La hipertensión arterial.
  • Enfermedades como la hemofilia, la arterioesclerosis o la diabetes mellitus.
  • En el caso de los recién nacidos, los cambios de presión que el cuerpo del bebé sufre durante el parto.

¿Qué síntomas tiene?

El único síntoma del derrame ocular suele ser la aparición de una o más manchas de color rojo brillante en el blanco del ojo. Aunque la hemorragia es a menudo muy visible, no altera la visión. De hecho, sucede con frecuencia que la persona que la sufre no la descubre hasta que se mira en el espejo u otra persona le advierte de la presencia de la mancha.

Al estar confinada en la conjuntiva, la sangre no se mueve, aunque la mancha puede aumentar de tamaño durante las primeras veinticuatro o cuarenta y ocho horas. Posteriormente, puede comenzar a aclararse e ir tomando un tono amarillento y, luego, verdoso.

Normalmente, no se produce inflamación, secreciones ni dolor, aunque, en función del tamaño del derrame, la hemorragia subconjuntival puede provocar cierta molestia al parpadear o irritación.


¿Cómo se trata el derrame ocular?

La sangre acumulada en la conjuntiva suele reabsorberse por sí misma en un plazo de una a tres semanas sin necesidad de tratamiento, aunque, si el derrame se repitiera dos veces en tres meses o cuatro en un año, debe consultarse al médico para detectar la causa.

Si existieran molestias al parpadear o irritación, puede recurrirse a lágrimas artificiales para hidratar el ojo y aumentar el confort.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.