Dispepsia

¿Qué es la dispepsia?

El término dispepsia proviene de los términos griegos dys (malo) y pessö (digerir), por lo que podría traducirse como mala digestión o, dicho comúnmente, indigestión. La dispepsia no es en sí una enfermedad, sino un conjunto de síntomas que se podrían entender como un trastorno de la digestión que suele manifestarse tras una comida. Esas molestias se sitúan en el epigastrio, la parte alta del abdomen, situada entre las costillas y el ombligo.

Los síntomas pueden ser repentinos o aparecer al cabo de un tiempo y pueden comprender dolor, malestar, ardor, hinchazón, sensación de pesadez o de llenarse muy rápido a pesar de haber comido poco, imposibilidad de terminar una comida, eructos, flatulencias y náuseas -aunque no vómitos-. Es un trastorno bastante común en los adultos, que puede ocurrir de manera ocasional, recurrente e, incluso, llegar a repetirse diariamente.

En algunos casos, modificar el estilo de vida y los hábitos alimentarios serán suficientes para aliviar los síntomas, mientras que en otros será necesario que el médico realice un diagnóstico adecuado para saber qué hay detrás de esos síntomas y tratarlos. Es importante consultar al médico si la dispepsia se produce con cierta frecuencia.


¿A quién afecta?

La dispepsia es un trastorno digestivo muy frecuente. Según los datos publicados en su revista por la Sociedad Española de Patología Digestiva, la dispepsia afecta a entre el 35%y el 40% de la población general, aunque solo en el 20% de los pacientes que acuden a su médico de cabecera se halla una causa que lo justifique. En el resto de casos -el 80%-, no hay una causa clara y, se trata, por tanto, de dispepsia funcional (es decir, sin causas orgánicas que la justifiquen).


¿Cuáles son las causas y factores de riesgo?

En general, la dispepsia no suele ser signo de ninguna enfermedad grave y, como sucede con otros síntomas como el dolor de cabeza, por ejemplo, es habitual que no se encuentre ninguna lesión o patología que justifique las molestias que conlleva. En dicho caso, se considera dispepsia funcional y existe la hipótesis de que podría deberse a un aumento de la sensibilidad del estómago y los intestinos o a una percepción anómala de la persona.

Lo importante es consultar al médico porque cuando sí existe una causa identificable, una de las más frecuentes es la infección del estómago por la bacteria Helicobacter pylori -que puede causar una úlcera péptica– y es tratable; o la enfermedad de reflujo gastroesofágico (ERGE). También pueden producir dispepsia anomalías de los conductos del páncreas y/o conductos biliares, alteraciones del metabolismo como el hipotiroidismo o la acidosis o, más raramente, un cáncer de estómago o esófago.

Por último, el consumo prolongado de algunos medicamentos -especialmente, los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)- y el tabaquismo y el alcoholismo crónicos son causa también de dispepsia.

Además, existen factores que pueden predisponer a padecer este trastorno como la edad, las dietas pobres en fibra, masticar de manera incorrecta, llevar un horario de comidas desordenado, comer con prisas, padecer estrés o ser hipocondriaco. También la obesidad y el llevar una vida sedentaria afectan a la relajación de la pared muscular del abdomen, lo que puede ralentizar los movimientos intestinales y propiciar el estreñimiento y la hinchazón y pesadez.

La ansiedad por sí misma no causa dispepsia, pero puede empeorarla, posiblemente al incrementar la percepción de sensaciones desagradables por parte de la persona, de modo que un malestar menor puede volverse muy angustioso.


¿Qué síntomas produce dispepsia?

Las personas con dispepsia sufren, normalmente, varios de los siguientes síntomas:

  • Dolor y/o ardor en la zona del epigastrio (parte superior del abdomen).
  • Sensación de llenarse demasiado pronto durante una comida. A menudo, ello conlleva dificultad para terminarla.
  • Sensación de estar demasiado lleno después de comer.
  • Tirantez o hinchazón en el estómago, náuseas, eructos y flatulencias.

Cabe destacar que se pueden tener síntomas tanto de indigestión como de acidez estomacal, pero que esta última no es un síntoma de la dispepsia, sino una consecuencia de que el ácido del estómago suba por el esófago. Esto, a su vez, puede ser un signo de otro trastorno, la ERGE (enfermedad de reflujo gastroesofágico).

No obstante, ante estas molestias, es importante no automedicarse, ya que podemos ocultar síntomas de una alteración más grave, como la úlcera. Insistimos: cuando se repite la dispepsia con cierta frecuencia se debe consultar con el médico.


¿Cómo se trata?

Debemos consultar al médico porque si existe un trastorno o enfermedad que cause la dispepsia, debe ser tratado. En caso de dispepsia funcional, no hay un tratamiento totalmente efectivo en todos los pacientes, por lo que suele ser necesario probar distintas opciones, con el fin de mejorar su calidad de vida.

A menudo, es suficiente con que la persona con dispepsia modifique algunos de sus hábitos de vida. Por ejemplo, tomando varias comidas en porciones pequeñas a lo largo del día en vez de pocas y abundantes, comer despacio masticando bien y no acostándose después de comer. También deben evitarse las comidas ricas en grasas como los fritos y los alimentos que puedan causar flatulencias o los muy dulces o muy salados, las sustancias excitantes o irritantes (café, té, bebidas con cola, chocolate…), el alcohol, así como los medicamentos que puedan irritar el revestimiento del estómago como los antiinflamatorios, aunque sean sin necesidad de receta.

La dispepsia puede producir dolor en la parte superior del abdomen.
Es importante consultar al médico si la dispepsia se produce con frecuencia.

Así mismo, se ha de prescindir del tabaco y reducir o evitar por completo el consumo de alcohol, ya que ambos son dos de las principales causas de la dispepsia. Es falsa la creencia de que un poco de alcohol (por ejemplo, un vaso de vino en la comida) ayuda a digerir, sino que provoca, precisamente, el efecto contrario.

En caso de sobrepeso, es conveniente reducirlo por medio del ejercicio físico y una dieta equilibrada. Igualmente, es beneficioso dormir las horas suficientes, evitando que la cena sea en las dos o tres horas anteriores a ir a la cama y aprender a gestionar el estrés mediante técnicas de relajación o practicando disciplinas como el yoga. Si fuera necesario, puede recurrirse a terapia psicológica individual o en grupo.

Si estas medidas no son suficientes, existen varias opciones de tratamiento basadas en fármacos. Los más empleados son los que reducen la producción de ácido del estómago – inhibidores de la bomba de protones- y los procinéticos, que estimulan el movimiento de los músculos del tubo digestivo y ayudan al estómago a vaciarse. El tratamiento puede incluir solo uno de ellos o una combinación de ambos.

No obstante, siempre debemos evitar automedicarnos, ya que podemos estar enmascarando un problema más grave o cronificando uno que podría tratarse adecuadamente.  

En caso de que se confirme infección por Helicobacter pylori, lo que ocurre aproximadamente al 50% de los pacientes con dispepsia funcional, podría ser necesario un tratamiento erradicador para eliminarla, que combina varios medicamentos.

Estas medidas pueden resumirse en claves como las que detallamos al hablar de Acidez de estómago.


Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.