Encefalitis

¿Qué es la encefalitis?

La encefalitis es la inflamación del cerebro, provocada, normalmente por virus. Con mucha menos frecuencia también puede estar causada por bacterias, parásitos (como el toxoplasma) e incluso, más raramente, por hongos. La infección por el virus del herpes simple tipo 1 es la más frecuente. En algunas ocasiones, la encefalitis puede estar provocada por reacciones inmunitarias desencadenadas por una infección o más raramente a una vacuna o un cáncer.

La inflamación puede afectar exclusivamente al cerebro -encefalitis- o también a la médula espinal -mielitis- , a ambos -encefalomielitis- o a estructuras próximas al cerebro como las meninges -meningitis o meningoencefalitis si afecta a ambos-.

Los síntomas de esta inflamación son muy variables: lo habitual es que aparezca dolor de cabeza, fiebre, confusión, náuseas y/o vómitos y/o rigidez en el cuello. A veces, la encefalitis puede ser asintomática, manifestarse con signos o síntomas leves o causar otros más graves, como convulsiones o problemas en el habla, la visión y/o la audición. Si  la encefalitis es grave y no se trata, puede incluso llevar al coma.

Por tanto, es importante tratar la encefalitis adecuadamente. Para ello, lo primero es confirmar el diagnóstico, normalmente mediante exploración y análisis de sangre, exámenes del cerebro como TAC o resonancia, y, a veces, una punción lumbar para extraer y analizar el líquido cefalorraquídeo. Una vez diagnosticada, es necesario controlar los síntomas con analgésicos, antiinflamatorios, reposo en cama y una correcta hidratación. En la mayoría de los casos, también se administrarán medicamentos antivirales. Raramente son necesarios los antibióticos, ya que las bacterias son poco frecuentes como causa de encefalitis. El pronóstico es variable. En los casos más leves y de menor duración, la persona que ha sufrido encefalitis suele recuperarse por completo, mientras que en los de mayor gravedad, pueden quedar secuelas -deterioro permanente- e, incluso, provocar la muerte


¿Quién puede desarrollar una encefalitis?

La encefalitis es una enfermedad muy poco frecuente que afecta, sobre todo, a niños, ancianos y personas con el sistema inmune debilitado como personas con VIH o con cáncer. Según datos publicados por la Asociación Española de Pediatría (AEP), la incidencia de encefalitis en la población general es de 0,3-0,5 casos cada 100.000 habitantes, cifra que aumenta a 5-10 casos en la infancia. Durante el primer año de vida, la incidencia se eleva a 17 casos por cada 100.000 niños


¿Qué tipos de encefalitis hay?

Existen dos tipos principales de encefalitis:

  • Encefalitis primaria: un virus u otro agente infecta directamente el cerebro o puede reactivarse un virus que había estado inactivo tras una infección previa.
  • Encefalitis secundaria: un virus desencadena una reacción errónea del sistema inmunitario que, ante una infección que tiene lugar en otras partes del cuerpo, ataca a antígenos del tejido cerebral que se asemejan a los del agente infeccioso. Esto era más común ante infecciones como el sarampión, la rubeola, la varicela o las paperas, habiéndose vuelto infrecuente dadas las campañas de vacunación frente a estas enfermedades. La inflamación suele ocurrir dos o tres semanas después de la infección inicial. En raras ocasiones puede ocurrir como reacción a una vacuna pero, esto era más común con las antiguas vacunas preparadas con virus vivos.

¿Cómo se origina la encefalitis?

Los microorganismos causantes de la encefalitis pueden agruparse en cuatro tipos:

  • Los virus del herpes, como el de la varicela-zóster, el Epstein-Barr y el virus del herpes simple.
  • Los virus y otros gérmenes transmitidos por insectos como el virus del Nilo Occidental o la bacteria que causa la enfermedad de Lyme -que se trasmite por la picadura de la garrapata-.
  • Los virus causantes de enfermedades que antes eran frecuentes en la infancia como el sarampión, las paperas, la polio y la rubeola. Su incidencia hoy en día se ha reducido mucho gracias a las vacunas.
  • El virus de la rabia, que se transmite normalmente por la mordida de un animal infectado.

Otras causas menos frecuentes de encefalitis son:

  • Infecciones bacterianas como la meningitis bacteriana.
  • Complicaciones de otras infecciones como la sífilis.
  • Parásitos, como el toxoplasma, en personas cuyo sistema inmune está debilitado.
  • Una vacuna, un cáncer u otro trastorno capaz de desencadenar una reacción inmunitaria anómala.

¿Cuáles son los síntomas de la encefalitis? ¿Deja secuelas?

A menudo, los síntomas de la encefalitis son leves y parecidos a los de la gripe como cefaleas, fiebre, dolores musculares y/o de articulaciones, malestar general, falta de energía y de apetito. En ocasiones, la encefalitis puede manifestarse con otros más graves como confusión, alucinaciones, cambios en la personalidad, convulsiones, parálisis o entumecimiento de ciertas zonas del rostro o del cuerpo, rigidez en el cuello y/o la espalda, somnolencia, fiebre alta, pérdida de memoria, problemas en el habla, la visión o la audición e, incluso, pérdida de conciencia y coma.

En el caso de los bebés y niños pequeños, puede haber náuseas y vómitos, rigidez corporal, irritabilidad, mayor frecuencia del llanto, alimentación insuficiente y protuberancias en las fontanelas del cráneo, que sobresalen más.

La fiebre, como en la gripe, es uno de los síntomas de la encefalitis.

La fase aguda de la encefalitis suele durar de una a dos semanas. Es importante acudir al médico ante la sospecha para evitar agravamiento o secuelas. En los casos leves, los síntomas desaparecen de manera súbita o gradualmente. En los casos más graves, la recuperación puede tardar varios meses y en algunas personas pueden quedar secuelas como trastornos del aprendizaje, problemas en el habla, pérdidas de memoria o falta de control muscular.

En el caso de síntomas como parálisis, debilidad muscular, rigidez en el cuello, convulsiones, fuerte dolor de cabeza, somnolencia extrema o pérdida del conocimiento se debe requerir urgentemente ayuda médica.


¿Cómo curar la encefalitis?

El tratamiento de la encefalitis se basa, por una parte, en el control de los síntomas con analgésicos, antiinflamatorios, reposo en cama, aporte abundante de líquidos y, en función de la causa, en la administración de los medicamentos adecuados para combatir esos agentes. .

Igualmente, pueden ser necesarios anticonvulsivos para prevenir o detener las convulsiones, corticoides para reducir la inflamación y la presión dentro del cráneo.

En caso de hospitalización, el paciente puede requerir asistencia respiratoria, así como el control estrecho de su tensión arterial y función respiratoria y cardiaca. Así mismo, puede ser necesaria la administración de líquidos por vía intravenosa con el fin de garantizar la correcta hidratación y los niveles adecuados de minerales. Si, una vez resuelta la infección, la función cerebral resulta afectada y existen trastornos del aprendizaje, problemas en el habla, pérdida de memoria o falta de control muscular, puede necesitarse posteriormente fisioterapia, logopedia y/o terapia ocupacional, así como psicoterapia

Consejos para prevenir la encefalitis

Al igual que ocurre con otras infecciones, para reducir el riesgo de encefalitis es necesario adoptar precauciones que eviten la exposición a los gérmenes que, la mayoría de las veces, causan esta enfermedad:

  • 1. Cuida tu higiene personal.
    Lávate con frecuencia las manos con agua y jabón, especialmente después de ir al baño, sonarte la nariz, cambiar pañales, etc.
  • 2. Enseña a tus hijos buenos hábitos de higiene personal.
    Además de lavarse las manos a menudo, explícales que no deben compartir utensilios de uso personal en casa y en el colegio.
  • 3. Vacúnate.
    Y mantén al día a tus hijos con sus vacunas. Antes de viajar, consulta cuáles son necesarias en el país de destino.
  • 4. Protégete de las picaduras, especialmente de las de garrapatas.
    Emplea repelentes contra insectos que contengan DEET (N-Dietil-meta-toluamida) al 20-30%. Aplícalos sobre la piel limpia y seca y siguiendo las instrucciones del envase. En las áreas de riesgo, lleva prendas de ropa que cubran totalmente tu piel como pantalones hasta el tobillo y camisetas de manga larga. Si hay muchos mosquitos en tu zona, instala mosquiteras en la ventana o conecta el aire acondicionado y elimina cualquier agua estancada.
  • 5. Mantente en forma.
    Una alimentación equilibrada, rica en frutas y verduras, y la práctica de ejercicio regular contribuirán a que tu sistema inmune se mantenga fuerte.
  • 6. Cuídate si tu sistema inmune no está fuerte.
    Si tienes una patología que comprometa tu inmunidad o bien estás en tratamiento con inmunosupresores, sigue fielmente las recomendaciones de tu médico y hazle saber cualquier cuadro que presentaras para poder diagnosticar a tiempo.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.