Epilepsia

De la mano de José Luis Domínguez, Presidente de la Federación Española de Epilepsia (FEDE), explicamos qué es la epilepsia, sus causas, síntomas y tratamiento.

¿Qué es la epilepsia?

La epilepsia es un trastorno neurológico, cuya manifestación son las crisis epilépticas, un evento repentino caracterizado por una actividad neuronal anormal o excesiva que afecta o puede afectar a funciones motoras o de consciencia.

Según definiciones de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Liga Internacional Contra la Epilepsia (ILAE por sus siglas en inglés), la epilepsia se compone de un conjunto heterogéneo de enfermedades y está provocada por un desequilibrio en la actividad eléctrica de las neuronas de alguna zona del cerebro.

Podemos hablar de esta enfermedad como una alteración del cerebro caracterizada por la predisposición a padecer convulsiones recurrentes y a generar crisis epilépticas que suelen dar lugar a consecuencias neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales.


¿A quién afecta?

Se trata de una patología mayoritariamente crónica cuyo inicio suele manifestarse en la infancia, aunque no exclusivamente, y que puede afectar por igual a hombres y mujeres en cualquier etapa de la vida.

La epilepsia es una de las causas de consulta más frecuentes en el servicio de Neurología, siendo además una de las enfermedades que más afectan a la calidad de vida del paciente.


Su causa puede llegar a ser desconocida

La epilepsia puede deberse a un trastorno de salud, a una lesión que afecte el cerebro o desconocerse su causa (idiopática). Las causas comunes de epilepsia abarcan:

  • Accidente cerebrovascular o accidente isquémico transitorio.
  • Demencia: como el mal de Alzheimer.
  • Lesión cerebral traumática.
  • Infecciones: como absceso cerebral, meningitis, encefalitis y VIH/SIDA.
  • Problemas cerebrales presentes al nacer (anomalía cerebral congénita).
  • Lesión cerebral que ocurre durante o cerca del momento del nacimiento.
  • Trastornos metabólicos presentes al nacer (como fenilcetonuria).
  • Tumor cerebral.
  • Vasos sanguíneos anormales en el cerebro.
  • Otra enfermedad que dañe o destruya el tejido cerebral.

Las crisis epilépticas pueden ser muy diferentes

La Liga Internacional Contra la Epilepsia, que es la mayor asociación de médicos y otros profesionales de la salud, ha publicado en 2017 una revisión de la definición de tipos de crisis y básicamente las divide en tres grupos:

  • Focales.
  • Generalizadas.
  • Desconocidas: estas incluyen, a su vez, dos subgrupos:
    • Motoras.
    • Con pérdida de consciencia.

Sin embargo, desde un punto de vista más general, se suele hablar de:

  • Crisis que afectan al movimiento: es el caso de la masticación o de movimientos involuntarios de una parte del cuerpo.
  • Crisis en que se pierde el conocimiento, donde se producen las llamadas “ausencias”: el paciente queda como desconectado por unos segundos.
  • Crisis atónicas en las que el enfermo pierde el tono muscular.

Los periodos en los que se concilia el sueño o al despertar suelen ser propicios para la aparición de crisis, así como el cansancio, que es un desencadenante, por lo que las personas con epilepsia deben llevar un horario estricto y descansar bien todos los días.


La desinformación y la falta de predicción marcan la calidad de vida de los afectados

Socialmente, la desinformación sobre qué es una crisis epiléptica y cómo actuar impide en la práctica llevar una vida normal a las personas que sufren esta patología.

A esto se une la imposibilidad de predecir la aparición de una crisis, lo que limita mucho la vida de las personas afectadas y de sus familiares, ya que el simple hecho de salir de casa puede suponer un riesgo para su salud.

Por eso, todos debemos saber que existe un protocolo que es independiente al tipo de crisis epiléptica que se padezca. Conocer este protocolo hace que podamos ayudar a una persona en un momento en el que es vulnerable, ya que no se puede valer por sí misma.


¿Qué se debe hacer ante una crisis epiléptica?

  • Mantener la calma: si sabemos qué debemos hacer podremos facilitar una buena ayuda, a pesar de que presenciar una crisis puede resultar angustioso.
  • Evitar que el paciente se haga daño: debemos intentar retirar los objetos que estén a su alrededor, ya que si tiene convulsiones o espasmos podría golpearse con ellos.
  • Acomodar su cabeza con algo blando, un cojín, chaqueta o jersey.
  • Controlar el tiempo desde que se inició la crisis: transcurridos cinco minutos sin ver una recuperación, se debe llamar a urgencias, ya que la prolongación de la crisis puede tener efectos secundarios a nivel cognitivo. También debemos acudir urgentemente al hospital si se concatenan crisis sin tiempo para recuperarse.
  • Acompañarle tras la crisis: sobre todo hasta que la persona se valga por sí misma y en este momento sí podemos colocarle en posición de recuperación.

¿Qué no se debe hacer?

Intentar abrir o introducir algo en la boca de la persona que sufre una crisis: no sirve de nada y a cambio se le puede causar un daño grave. Anatómicamente, es imposible tragarse la lengua y la respiración se recobrará tras la crisis. Lo único que podemos hacer es intentar poner a la persona de lado para que no se trague su saliva y no inmovilizarla, ya que también podríamos generarle un problema físico.


No hay una única prueba que diagnostique la epilepsia

Son varias las pruebas diagnósticas que existen hoy en día:

  • Un electroencefalograma (EEG): es una prueba diagnóstica que da una representación gráfica de la actividad eléctrica del cerebro. Durante una crisis, se puede observar cómo la gráfica se vuelve extremada, por lo que la utilización de este método es muy fiable para diferenciar la epilepsia de otro tipo de convulsiones o pseudocrisis. Sin embargo, esta prueba es insuficiente para pautar un tratamiento, ya que distintos tipos de crisis epilépticas son tratados con fármacos diferentes, por lo que se necesita una evaluación de la historia clínica del paciente, investigando factores y antecedentes de este y de su familia.
  • La monitorización vídeo-electroencefalograma (MVEEG): se realiza en unidades de epilepsia de hospitales especializados que cuentan con personal formado para extraer datos en vivo y en un ambiente controlado. Esta monitorización consiste en privar al paciente de medicación antiepiléptica para asegurar la aparición de crisis que se puedan estudiar, combinando, durante la crisis, la grabación de imágenes con el electroencefalograma y la exploración clínica.
  • Otros elementos diagnósticos por imagen permiten obtener una foto de cómo funciona el cerebro y dónde se encuentran los focos epileptógenos: este tipo de diagnóstico requiere de la implantación de electrodos intracraneales que ofrecen a los especialistas lecturas de la actividad cerebral, pudiendo combinarse varios elementos diagnósticos para un resultado más fiable.

¿Cómo se trata?

La  epilepsia se puede tratar, pero no tiene cura. Su tratamiento estándar es el farmacológico: tras el diagnóstico por parte de un neurólogo, este pautará un tratamiento que permita mantener al paciente libre de crisis, elevando las dosis paulatinamente hasta mantenerlo sin crisis o alcanzar la máxima dosis terapéutica.En aquellos casos en los que la medicación no funciona, se estudiará la posibilidad de una intervención quirúrgica y se pautará la politerapia farmacológica. Previamente, se le realizarán al paciente pruebas encaminadas a conocer el foco epileptógeno y, si no afecta a un área básica del cerebro, se podrá intervenir extirpando dicha zona. En algunos casos, tras la operación, se puede llegar a retirar la medicación.

Si el paciente no es candidato a cirugía existen aún dos métodos paliativos:

  • La dieta cetogénica: dieta estricta basada en hidratos y grasas que requiere un control exhaustivo y regular de posibles alteraciones.
  • El estimulador vagal: un pequeño aparato estimula eléctricamente un nervio que alcanza el cerebro como si de un músculo se tratara, y, en la mitad de los casos, reduce el número de crisis y su intensidad.

Se calcula que el 70% de los pacientes con epilepsia consiguen controlar las crisis con medicación, siendo el restante 30% los denominados farmacorresistentes.


Otros síndromes epilépticos

Existen algunos síndromes que, generalmente, se inician en la infancia, que presentan la epilepsia como punto en común pero que, añadido a esta, tienen problemáticas particulares. Están categorizadas como enfermedades raras debido a su prevalencia:

  • Síndrome Drave: se caracteriza por un pobre desarrollo del lenguaje y habilidades motoras, hiperactividad y dificultad para las relaciones sociales.
  • Síndrome Landau Kleffne: se caracteriza por la afasia, problemas para entender o expresar el lenguaje, además de un electroencefalograma con irregularidades.
  • Síndrome West: se caracteriza por espasmos epilépticos, retardo del desarrollo psicomotor y patrón electroencefalográfico de hipsarritmia.
  • Otros síndromes: Lennox Gastout, cromosoma 15q…

Consejos para afrontar la epilepsia

  • 1. Visita de manera periódica a tu médico.
    Es importante que un especialista mantenga un control y seguimiento de tu enfermedad, así como de la medicación prescrita.
  • 2. No modifiques ni abandones tu tratamiento.
    Consulta con tu especialista antes de realizar cualquier cambio en la medicación que pueda afectar seriamente a tu salud.
  • 3. Lleva un registro de cada una de tus crisis.
    Te ayudará  a conocer tu evolución y los resultados frente al tratamiento.
  • 4. Practica deporte de forma moderada.
    Haz ejercicio regularmente y siempre bajo supervisión, evitando los deportes de riesgo.
  • 5. Duerme las horas recomendadas por tu especialista.
    El cansancio puede desencadenar una crisis epiléptica, así que intenta descansar y llevar un estilo de vida ordenado.
  • 6. Huye del estrés.
    Un ritmo de vida frenético puede provocar la aparición de crisis, por lo que debes procurar reducir los elementos de tu vida que puedan ocasionarte estrés.
  • 7. Evita conducir mientras persistan las crisis.
    No solo por el riesgo de sufrir un episodio de crisis mientras coges el coche, sino porque la medicación puede provocarte somnolencia.
  • 8. Fomenta el conocimiento de la enfermedad.
    Normalizar la epilepsia ayudará a quienes la padecen a una mayor integración en la sociedad.
  • 9. Tu entorno debe conocer la enfermedad.
    Sobre todo el tratamiento pautado y los pasos a seguir en caso de aparición de una crisis.
  • 10. Mantén una actitud positiva.
    Como en cualquier patología crónica, ser optimista nos ayudará notablemente, tanto en los efectos de la enfermedad como en las relaciones sociales y laborales.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.

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