Fiebre amarilla

¿Qué es la fiebre amarilla?

La fiebre amarilla es una enfermedad infecciosa de carácter hemorrágico producida por un tipo de arbovirus (virus transmitidos por los artrópodos, entre ellos los mosquitos) del género Flavivirus. Este virus es transmitido a personas en zonas urbanas por el mosquito Aedes aegypti ―el más frecuente― y en zonas boscosas por mosquitos de los géneros  Haemagogus o Sabethes, que adquieren el virus de picar a primates salvajes. Aunque muchas de las personas infectadas no llegan a tener síntomas o estos son leves, en otros casos, la enfermedad puede ser grave y, en ocasiones, mortal. El nombre procede de uno de los síntomas, el color amarillento de la piel o ictericia que presentan algunas de las personas que la sufren.

En la actualidad, la fiebre amarilla solo está presente en las zonas tropicales del África subsahariana, Centroamérica y América del Sur; no obstante, en el pasado era frecuente en las zonas templadas y tropicales de todo el planeta y se produjeron grandes epidemias que ocasionaron decenas de miles de muertes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa una amenaza potencial para la seguridad sanitaria mundial.

Los síntomas suelen ser de inicio súbito tras 3 a 6 días de la picadura del mosquito infectado. Los más habituales son fiebre alta, dolor muscular, cefalea, escalofríos, falta de apetito, vómitos, la ya mencionada ictericia, dolor de abdomen y hemorragias. También puede derivar en fallo renal, hepático, coma y, como se comentaba anteriormente, la muerte.

Afortunadamente, puede prevenirse mediante la vacunación y una sola dosis garantiza la protección de por vida.

Cuando alguno de ellos se daña, aparecen diferentes problemas que causan en el paciente dolor y dificultades para caminar.


¿A cuántas personas afecta y dónde está presente?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad existen treinta y cuatro países africanos y trece centroamericanos o sudamericanos en los que la enfermedad es endémica, bien en todo el país, bien en algunas de sus regiones.

En Europa, la fiebre amarilla fue erradicada en el siglo XX junto con el vector Aedes aegypti, pero podría haber casos importados en viajeros.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), se dan 200.000 casos anuales de fiebre amarilla y 30.000 muertes debidas a esta causa por año.


¿Cómo se transmite la fiebre amarilla?

Como se ha mencionado al inicio, los vectores de transmisión de la fiebre hemorrágica amarilla son los mosquitos Aedes aegypti (sobre todo en medios urbanos) y Haemagogus o Sabethes en zonas boscosas o selváticas.  Estos mosquitos adquieren el virus picando a primates que son el reservorio natural o a personas portadoras del mismo.

Las diferentes especies de mosquitos viven en hábitats que pueden ser selváticos ―los insectos se crían en bosques o selvas―, domésticos ―se reproducen en viviendas― o intermedios o semidomésticos ―en viviendas cercanas a áreas selváticas o en selvas cercanas a viviendas.

De acuerdo con el hábitat, pueden darse tres tipos de ciclos de transmisión del virus:

  • Fiebre amarilla selvática. Mosquitos infectados por el virus por haber picado a primates que habitan en selvas o bosques tropicales o de zonas lluviosas lo transmiten a otros primates. Las personas que se encuentren en la selva pueden por tanto recibir picaduras de mosquitos que ya han adquirido el virus ―y contagiarse.
  • Fiebre amarilla intermedia. Más frecuente en África, en este tipo de transmisión, los mosquitos semidomésticos infectan tanto a los primates como al hombre, ya sea por haber adquirido el virus de un primate o de otro humano infectado. Si aumentan los contactos entre las personas y los mosquitos, pueden producirse brotes simultáneos en distintos pueblos de una misma área.
  • Fiebre amarilla urbana. La transmisión se produce de persona a persona pero a través de picadura de mosquito. Tiene lugar cuando personas infectadas introducen el virus en zonas muy pobladas con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la población tiene escasa o nula inmunidad por falta de vacunación. Las personas infectadas con el virus pueden transmitirlo a los mosquitos que les piquen desde el inicio de la fiebre hasta cinco días después.

La infección es más habitual durante los meses cálidos, húmedos y lluviosos en América del Sur y, al final de las estaciones lluviosas y en los inicios de las secas, en el continente africano.


¿Qué síntomas presenta?

Como se comentaba al inicio, la enfermedad puede no mostrar síntomas en algunos casos y, en muchos otros, presentarse cuadros leves, pero también puede ser grave. Entre estos últimos, alcanza una letalidad de entre el 30% y el 60%.

El periodo de incubación tras la picadura de un mosquito infectado dura de tres a seis días. Después comienza la etapa de infección, en la que los síntomas más comunes son:

  • fiebre alta (39º-40º) de aparición súbita
  • dolor muscular -sobre todo en la zona lumbar-
  • cefalea
  • escalofríos
  • y falta de apetito.

También puede haber náuseas, vómitos, fatiga extrema, estreñimiento, irritabilidad, enrojecimiento del rostro y de las conjuntivas y, con frecuencia, hemorragias de las encías y de la nariz. Se suele presentar el signo de Faget (pulso rápido al principio pero conforme la fiebre sube, este se enlentece, algo contrario a lo habitual).

Los anteriores síntomas suelen desaparecer al cabo de tres o cuatro días ―etapa de remisión―. No obstante, un pequeño porcentaje de personas ―un 15%, según la Asociación Española de Pediatría (AEP)― presentan de nuevo una elevación de la temperatura corporal pero manteniendo el pulso lento. En estos casos a los 4-5 días los pacientes empeoran y presentan ictericia, hipersensibilidad gástrica, hematemesis (vómitos hemorrágicos), oliguria (menor cantidad de orina), petequias (pequeñas manchas hemorrágicas en la piel), confusión y apatía.

La infección es más habitual durante los meses cálidos, húmedos y lluviosos en América del Sur y, al final de las estaciones lluviosas y en los inicios de secas, en el continente africano.
La fiebre amarilla puede prevenirse mediante la vacunación y una sola dosis garantiza la protección de por vida.

Los casos muy graves evolucionan presentando delirios, tensión arterial muy baja, convulsiones, fallo renal y hepático, y problemas con otros órganos como el corazón, el coma y la muerte. Según la OMS, la mitad de los casos graves fallecen en un plazo de siete a diez días. El resto de las personas se recupera sin lesiones orgánicas importantes.


¿Cómo se trata la fiebre amarilla?

En la actualidad, no existen medicamentos antivirales para esta enfermedad. El tratamiento consiste en medidas de apoyo o soporte como la reducción de la fiebre, el dolor y los vómitos, la rehidratación, el control de la hipotensión o la prevención o control de las hemorragias. En ningún caso debe usarse aspirina.

Si existen infecciones bacterianas asociadas, pueden tratarse con antibióticos y, en caso de insuficiencia renal, puede ser necesaria la diálisis.


¿Se puede prevenir la fiebre amarilla?

Sí, la fiebre amarilla puede prevenirse mediante la vacunación. En España, la vacuna está disponible en los Centros de Vacunación Internacional. Una sola dosis garantiza la protección para toda la vida, sin que sean necesarias otras de recuerdo. Los viajeros deberían vacunarse si van a viajar a países donde la enfermedad es endémica. Incluso, algunos países pueden exigir el certificado de vacunación de forma obligatoria. La lista de países varía de año en año y puede consultarse en la web de la OMS.

De acuerdo con la OMS, la vacuna es segura, raramente provoca efectos secundarios y proporciona una inmunidad efectiva al cabo de diez días de entre el 80% y el 100% de las personas vacunadas y de más del 99% al cabo de treinta días.

Sin embargo, no es apta para personas con alergia grave a sus componentes ―como la proteína del huevo y algunos tipos de antibióticos―, bebés menores de seis meses y personas con el sistema inmune deprimido. Además, debe valorarse el riesgo individual en los mayores de 60 años y en mujeres embarazadas o que estén dando lactancia materna.

Consejos para prevenir la fiebre amarilla

Cuando vayas a viajar a zonas endémicas, toma las siguientes precauciones:

  • 1. Pide cita al menos un mes antes del viaje en un Centro de Vacunación Internacional.
    Recuerda que a los 30 días de la vacunación, la protección alcanza al 99% de las personas vacunadas. En función de tu país de destino, zonas que visitarás, duración del viaje y actividades que realizarás, valorarán tu riesgo de contraerla y te informarán de, si en tu caso, es recomendable que te vacunes contra la fiebre amarilla. Algunos países pueden demandar un certificado internacional de vacunación contra esta enfermedad.
  • 2. Emplea repelentes contra insectos que contengan DEET (N,N-Dietil-meta-toluamida) al 20-30%.
    Aplícalos siguiendo las instrucciones del envase sobre la piel limpia y seca o impregna tu ropa con ellos. Recuerda que no son aptos para bebés menores de dos meses de edad.
  • 3. Usa ropa que cubra todo tu cuerpo.
    Es conveniente utilizar prendas que cubran toda la piel, como camisetas de manga larga, pantalones largos y calcetines, así como evitar los colores oscuros y brillantes, que atraen a los mosquitos. También es importante sacudir la ropa antes de usarla si la has tendido en exterior.
  • 4. Evita las áreas donde los insectos acuden o tienen sus nidos.
    Por ejemplo, cubos de basura, balsas con agua, comidas y dulces sin tapar y jardines en flor. Si hay agua estancada en un recipiente abandonado, debe vaciarse.
  • 5. Emplea mosquiteras.
    En las zonas de riesgo, asegúrate de que tu alojamiento cuenta con ellas o llévalas contigo. Puedes ponerlas en la cama fijándolas bajo el colchón y asegurándote de que no tengan agujeros. También puedes colocarlas en puertas y ventanas. No obstante, en el caso de la fiebre amarilla, la eficacia de esta medida preventiva es limitada, porque el mosquito Aedes pica durante el día.
  • 6. Conecta al aire acondicionado.
    El aire acondicionado impide la aparición de los mosquitos, por lo que encenderlo es una buena manera de prevenir la fiebre amarilla. También puede ser efectivo el uso de ventiladores y mantener ventilada la habitación donde vayas a dormir.
  • 7. Sé precavido con los olores.
    No utilices perfumes, jabones, cremas hidratantes o aerosoles para el pelo que desprendan olores dulces, ya que atraen a los insectos.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.