Flora cutánea

¿Qué es la piel y para qué sirve?

Como se explica en el contenido Cuidados de la Piel, esta es el órgano más extenso del cuerpo y está compuesta por tres capas diferentes: la hipodermis, la dermis y la epidermis o capa externa, que constituye la verdadera cubierta de protección contra influencias ambientales como las toxinas, las bacterias y la pérdida de fluidos.Es decir, una de las principales funciones de la piel es proporcionar una barrera frente a los productos químicos nocivos, las agresiones mecánicas, los microorganismos dañinos, el calor, el frío y las radiaciones solares. La piel nos proporciona también instrumentos para asegurar el balance de líquidos del organismo y se encarga de la percepción de tacto, presión, temperatura y dolor  a través de sus receptores


¿Qué es la flora cutánea?

En nuestra piel y mucosas habitan de manera habitual numerosos microorganismos –fundamentalmente, bacterias, hongos, ácaros y virus-. Su número es tan alto que superan en una proporción de diez a una a las células de nuestro organismo.

A estas comunidades de microorganismos que residen en la piel se les conoce como flora cutánea o microbiota cutánea -término más actual-. En condiciones normales, esta microbiota mantiene el equilibrio entre sus diferentes integrantes y con el medio en el que residen (la piel), y en conjunto, todos ellos constituyen un complejo ecosistema. La flora cutánea, por tanto, no es responsable de infecciones, ni daña el organismo, y las personas conviven en armonía con ella.

En realidad, este conjunto de microorganismos es beneficioso, ya que participa de manera muy activa en la función protectora de la piel, que, como comentábamos con anterioridad, actúa de barrera física e inmunológica.

En otras palabras, la flora cutánea habitualmente protege a nuestro organismo contra las infecciones causadas por otros microorganismos. Pero cuando el delicado equilibrio de este ecosistema se altera por alguna razón, pueden aparecer distintas enfermedades, incluso infecciones, causadas a veces por algunos de los microorganismos que forman parte de esta flora.


¿Qué microorganismos componen la microbiota de la piel?

La microbiota o flora de la piel suele dividirse en dos tipos:

  • La microbiota residente: está compuesta de microorganismos que son capaces de vivir y multiplicarse adheridos a la superficie cutánea.
  • La microbiota transitoria: aglutina microorganismos que simplemente son depositados en la piel de manera transitoria y no son capaces de adherirse a ella.

Los tipos de microrganismos que encontramos en estos dos grupos son diferentes, pero en general, la microbiota de la piel está compuesta por bacterias -como los estafilococos, micrococos, corinebacterias, acinetobacter, bacterias gram positivas, estreptococos del grupo A, Neisseria…-, hongos -como algunas levaduras o el Malasezzia-, ácaros como el Demodex folliculorum y diferentes virus.

La colonización de la piel comienza ya en el nacimiento, por parte de los gérmenes presentes en el canal de parto de la madre con los que el bebé entra en contacto. Posteriormente, con el contacto directo con la piel de la madre y el resto de familiares, la diversidad en la composición de la microbiota continuará aumentando. Tras los primeros meses de vida, en cualquier caso, la  microbiota es similar a la que podemos encontrar en un adulto sano.


¿Qué factores influyen en la microbiota de la piel?

Los microorganismos colonizadores cambian según la zona del cuerpo, ya que en cada una de ellas es diverso el grosor de la piel, el número y tamaño de los pliegues, el pH y la densidad de los folículos y de las glándulas sebáceas.

Por ejemplo, algunos agentes están presentes solamente en las mucosas y no en la piel, y viceversa. También hay gérmenes que predominan en las áreas con pliegues, con mayor concentración de glándulas de la sudoración, en los genitales, etc. Incluso, en algunas áreas del cuerpo, pueden habitar cientos de tipos distintos de microorganismos.

Los microorganismos presentes en la piel cambian según la zona del cuerpo.

Otros factores que influyen en la composición y salud de la flora cutánea son personales. Por ejemplo, son determinantes la edad, el sexo, la raza, el estado del sistema inmunológico, la hidratación de la piel, los hábitos de higiene y lavado de la piel, incluso la manera de vestir…. También influirá el tipo de fármacos que se usen (si son tópicos u orales, si se toma antibióticos o corticoides…) o los productos para cuidarla.

Otros factores están relacionados con condiciones ambientales. Por ejemplo, el grado de humedad, la temperatura y el tiempo de exposición a los rayos del sol pueden interferir en el crecimiento de las bacterias en la piel.

Por último, también son determinantes las características del entorno próximo de cada persona.

Sin embargo la variabilidad de la microbiota no es tanta en personas coetáneas del mismo sexo, ya que tienen características comunes (físicas, químicas y fisiológicas) que promueven la existencia de microorganismos similares.


¿Qué puede alterar la flora cutánea y qué ocurre cuando esto sucede?

Como en cualquier ecosistema, los distintos microorganismos que componen la flora de la piel generan diferentes relaciones entre sí y con el organismo en el que habitan; en este caso, con nuestra piel.

Estas relaciones pueden ser negativas o positivas y suele predominar la simbiosis -relación estable entre dos organismos de diferentes especies-, el comensalismo -uno de los dos organismos se beneficia, pero la relación es indiferente para el otro- y la competencia -ambos organismos luchan por los recursos que necesitan para sobrevivir-.

Sin embargo, existen varios factores que directa o indirectamente, pueden romper este equilibrio como seguir una dieta desequilibrada, rica en grasas o azúcares, o la toma de antibióticos. Si son de amplio espectro, estos destruyen las bacterias protectoras, además de las nocivas.

Igualmente, las condiciones sanitarias, la contaminación, el estrés o los hábitos de higiene pueden alterar el equilibrio de la microbiota cutánea. Por ejemplo, el exceso de lavado puede alterar el pH de la piel, así como el uso de cualquier jabón, crema, maquillaje, perfume o producto que irrite la piel.

Así mismo, las intervenciones quirúrgicas o tener el sistema inmune debilitado -como es el caso, por ejemplo, de las personas con infección por VIH, en tratamiento con quimioterapia o con corticoesteroides- pueden alterar la microbiota cutánea o permitir que los microbios se extiendan debajo de la piel.

Cuando esto sucede, microorganismos que no dañaban nuestra piel pueden convertirse en patógenos y provocar infecciones u otros problemas cutáneos. Es el caso, por ejemplo, de la bacteria Staphylococcus epidermidis, habitante común de nuestra piel, pero que también constituye una de las causas más frecuente de infección adquirida en los hospitales.


Consejos para cuidar la flora de nuestra piel:

Seguir las siguientes pautas en nuestro día a día nos ayudará a mantener saludable nuestra microbiota cutánea:

  • 1.Encuentra el equilibrio entre una higiene adecuada y el exceso de ella.
    Es decir, no te laves o duches de más, pues podría dañar tu flora cutánea. Tampoco utilices agua excesivamente caliente. Sécate adecuadamente. Cuando te seques, evita una fricción excesiva, ya que podría eliminar de tu piel los microbios beneficiosos, además de poder causar microdesgarros en los que pueden proliferar microorganismos nocivos. Por ello, es mejor que lo hagas suavemente y a golpecitos.
  • 2. Emplea productos de higiene respetuosos con la piel.
    Evita aquellos que pueden irritar la piel y lávate con delicadeza, sin frotar en exceso. Sé precavido con los desinfectantes de manos, ya que eliminan tanto las bacterias dañinas como las malas. Ten cuidado también con las cremas y leches hidratantes y elige aquellas que sean suaves.
  • 3. Cuida tu alimentación.
    Apuesta por la dieta mediterránea, ya que su elevado contenido en grasas saludables, vegetales, proteína y fibra beneficia la microbiota intestinal, lo cual, a su vez, favorece el buen estado del organismo.
  • 4. Hidrátate correctamente.
    La deshidratación crónica perjudica la flora cutánea, por lo que es necesario beber al menos dos litros de agua al día para mantener la piel saludable.
  • 5. Protege tu piel del sol.
    Prevén los efectos nocivos del sol evitando una exposición intensa a sus radiaciones y usando la fotoprotección adecuada, no solo en verano, sino todo el año.
  • 6. Evita vestir con telas sintéticas, sobre todo si presentas problemas en la piel.
    Opta por aquellas naturales como el algodón o el lino, ya que las fibras sintéticas pueden desequilibrar la microbiota cutánea. Sobre todo, si las prendas de vestir son ajustadas o se llevan muy pegadas a la piel.
  • 7. Reduce el estrés y duerme lo suficiente.
    Ten en cuenta que el estrés puede ser un factor desencadenante de algunas alteraciones de la piel que pueden propiciar cambios en la microbiota cutánea.
  • 8. No te automediques.
    Ciertos fármacos como los antibióticos acaban también con gérmenes que integran la flora cutánea y pueden, por tanto, alterarla, ocasionando, a veces, el crecimiento de otras bacterias u hongos indeseables. Utiliza los fármacos bajo prescripción médica y siempre según las pautas y dosis que se te indiquen.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.