Flora intestinal
¿Qué es la flora intestinal?
La flora intestinal o microbiota es un conjunto de microorganismos que viven en perfecta simbiosis en nuestro intestino. Está compuesta por aproximadamente cien billones de bacterias beneficiosas, una cifra diez veces mayor que el número de células presentes en nuestro cuerpo. Estas bacterias pertenecen a entre quinientas y mil especies diferentes, y el 95% de ellas vive en el colón.
El conjunto total llega a alcanzar un peso de hasta dos kilos, similar al de nuestro hígado y, su importancia es vital, porque desarrolla funciones esenciales para nuestro organismo. De hecho, nuestra existencia sería muy complicada sin ella y posiblemente viviríamos menos tiempo y mucho peor.
Es importante saber que nuestro sistema digestivo tiene una superficie de 300 metros cuadrados, similar a una pista de tenis. Es el órgano más en contacto con el exterior y por lo tanto el más susceptible de ser atacado por agresiones externas. De hecho, la mayoría de nuestras defensas se encuentran en esta zona para protegernos. Una de las herramientas de defensa son los componentes de la flora intestinal.
¿Qué funciones tiene la flora intestinal?
Las bacterias de la flora intestinal desempeñan tareas esenciales en nuestro organismo. En concreto, de tres tipos:
- Nutricional: favorece la síntesis de compuestos como las vitaminas, entre ellas la K y las del grupo B, facilita la absorción de calcio y hierro en el colon, y favorece el movimiento intestinal.
- Protectora: la microbiota impide la implantación de bacterias patógenas externas que puedan provocar infecciones.
- Inmunológica: este conjunto de bacterias activa y fortalece el sistema inmunológico, aumentando nuestras defensas frente a las infecciones bacterianas y víricas.
En resumen, la flora intestinal defiende al organismo frente a bacterias, virus o enfermedades, asegura el correcto funcionamiento de nuestro sistema digestivo y colabora en la producción de vitaminas y la correcta absorción de minerales.
¿Qué altera la flora intestinal?
Existen muchos factores que pueden alterar la microbiota. Entre las principales causas, se encuentran:
- Una alimentación inadecuada. Una dieta pobre en fibra y un exceso de carnes, grasas y azucares pueden afectar muy negativamente a la flora.
- Malos hábitos de vida. Entre otros, el sedentarismo, el estrés, el alcohol y el tabaco. También el insomnio y las rutinas de sueño irregulares resultan perjudiciales, al igual que la exposición a la contaminación.
- El envejecimiento. La edad constituye otro factor de riesgo. Fundamentalmente, a partir de los sesenta años desciende el número de bacterias beneficiosas. Esta es una de las razones del aumento de enfermedades, infecciones y síntomas digestivos -como el estreñimiento-, en este grupo de población.
- Infecciones víricas o bacterianas y otras enfermedades digestivas. La colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, entre otras, son susceptibles de alterar la flora intestinal.
- Tratamientos postoperatorios. Por ejemplo, radioterapia o cirugía.
- Algunos medicamentos. El consumo de antibióticos puede provocar igualmente desequilibrios en la flora intestinal. Estos medicamentos son muy necesarios en casos de infección, porque se ocupan de eliminar las bacterias que la causan, pero su uso cambia el equilibrio normal de la flora al dañar las bacterias propias beneficiosas y fomenta que se asienten otros microorganismos patógenos responsables de las diarreas asociadas a antibióticos.
- Viajes a otros lugares del mundo. Los desplazamientos largos provocan también con frecuencia alteraciones en la microbiota, y si además se viaja a lugares donde las condiciones higiénicas son malas o a zonas de climas tropicales, el riesgo de contraer la famosa diarrea del viajero es alta. Esta posibilidad aumenta sobre todo si se consumen alimentos crudos o poco cocinados, se bebe agua no embotellada, o no nos lavamos las manos antes de comer, entre otras cosas.
¿Qué ocurre cuando se altera la flora intestinal?
Cuando aparecen esos desequilibrios en la flora intestinal, existe una mayor predisposición a infecciones, alergias y dermatitis atópicas. Además, se altera la movilidad digestiva, lo que puede provocar estreñimiento, diarreas, malas digestiones, gases o distensión abdominal.
¿Qué son los probióticos y los prebióticos?
Los probióticos son complementos alimenticios a base de microorganismos vivos que ayudan a mejorar, restaurar y mantener la composición de la flora.
Y los prebióticos son un tipo de fibra que estimula el crecimiento de la microbiota, especialmente en la tercera edad, y le sirve de alimento.
Además de adoptar hábitos digestivos saludables en nuestro día a día, incorporar a nuestra dieta probióticos y prebióticos constituye una fórmula de prevención muy recomendable para prevenir las alteraciones de la flora intestinal. Consumidos en las cantidades adecuadas de manera habitual, probióticos y prebióticos refuerzan nuestras defensas, disminuyen el riesgo de enfermedades y mejoran el tránsito intestinal.
10 consejos para darle vida a tu flora
Mantener el equilibrio de nuestra flora está directamente relacionado con llevar un estilo de vida saludable y una alimentación adecuada.
- 1. Realiza cinco comidas al día.
Desayuno, media mañana, comida, merienda y cena. Y siempre siguiendo unos horarios regulares y masticando bien. - 2. Aumenta el consumo de fibra.
Al menos, veinte gramos diarios. Puedes encontrarla en verduras, hortalizas, frutas y legumbres, así como en los frutos secos, harinas y cereales integrales. - 3. Reduce al mínimo las carnes no magras y toma más pescado.
Son preferibles las carnes blancas, el pollo sin piel y los pescados azules. También debemos optar por el aceite de oliva antes que por la mantequilla o la margarina. - 4. Sí a los lácteos y sus derivados.
Debemos tomar diariamente yogures, quesos y leches fermentadas, puesto que son ricos en nutrientes y bacterias beneficiosas para la flora intestinal. - 5. Ingiere líquidos en abundancia.
Una correcta hidratación favorecer las digestiones y la evacuación. Al menos, debemos beber entre un litro y medio o dos de líquido al día, preferiblemente, de agua. - 6. Ve al baño cuando sea necesario.
No se debe reprimir el deseo de evacuar, ya que esto puede causar alteraciones en el tránsito intestinal, lo que alteraría el equilibrio de la flora. - 7. Realiza ejercicio físico.
Cada día, intenta practicar alguna actividad como correr o caminar. Cuando se sufre de estreñimiento, se recomienda sobre todo fortalecer la musculatura abdominal. - 8. Huye del tabaco y modera el consumo de alcohol y café.
Debemos evitar fumar o ser fumadores pasivos e, igualmente, limitar el consumo de alcohol a dos vasos de vino al día como máximo, en el caso de los hombres, y a uno y medio en el de las mujeres. Tampoco son recomendables más de dos o tres tazas de café diarias. - 9. Recurre a complementos nutricionales para aumentar tu bienestar digestivo.
Los probióticos y prebióticos pueden ayudarnos a prevenir y mitigar las molestias intestinales, ya que regulan la función intestinal, aumentan las defensas y disminuyen el riesgo de infecciones. - 10. Consulta a tu farmacéutico de confianza.
Él valorará qué probióticos son los más beneficiosos para tu organismo y te asesorará sobre la dosis y administración más adecuada. En cualquier caso, un probiótico de calidad debe contar con validación científica.
Nuestros expertos respondenMostrando 2 respuestas de Nuestros Expertos en "Flora intestinal"
¿Cuál es la diferencia entre probióticos y prebióticos?
¿Qué puede indicar que mis heces estén más oscuras?
En un principio, no hay por qué hacer saltar las alarmas, pues existen distintos alimentos y sustancias que pueden oscurecer el tono de nuestras heces. Es el caso de los suplementos de hierro, el regaliz negro, los arándonos rojos o la morcilla.
Si no se está tomando ninguno de ellos, debe consultarse al médico, pues unas heces negras o alquitranadas pueden ser señal de distintos problemas que provoquen un sangrado en el esófago , en el estómago o en la primera parte del intestino delgado, como por ejemplo: que el riego sanguíneo se haya detenido en algún punto de los intestinos; la presencia de vasos sanguíneos anormales o de varices en el esófago o el estómago; gastritis (como se conoce a la inflamación del revestimiento del estómago); úlcera péptica; un traumatismo; la presencia de un cuerpo extraño o un cáncer de esófago o estómago, entre otros supuestos.
Fuentes
*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.