Frecuencia cardíaca

¿Qué es la frecuencia cardiaca?

La frecuencia cardiaca o pulso es el número de veces que el corazón late o se contrae durante cierto periodo de tiempo, generalmente un minuto. Este dato, contabilizado en número de pulsaciones o latidos, proporciona importante información sobre el estado de salud de una persona. Con cada latido, el corazón bombea la sangre necesaria para suministrar a todo el organismo el oxígeno y los nutrientes que le permiten funcionar correctamente

Las pulsaciones o latidos oscilan entre sesenta y cien pulsaciones por minuto en un adulto sano en reposo, que es el estado en que el corazón necesita bombear menos sangre. No obstante, esta cifra va cambiando con la edad: al nacer es elevada, porque la actividad del organismo es muy intensa, pero va disminuyendo a partir del mes de vida y pasa a estabilizarse después de la infancia.

Frecuencia cardíaca normal en reposo según la edad:

  • Recién nacidos de 0 a 1 mes de edad: de 70 a 190 latidos por minuto.
  • Bebés de 1 a 11 meses de edad: de 80 a 160 latidos por minuto.
  • Niños de 1 a 2 años de edad: de 80 a 130 latidos por minuto.
  • Niños de 3 a 4 años de edad: de 80 a 120 latidos por minuto.
  • Niños de 5 a 6 años de edad: de 75 a 115 latidos por minuto.
  • Niños de 7 a 9 años de edad: de 70 a 110 latidos por minuto.
  • Niños de 10 años o más y adultos (incluso ancianos): de 60 a 100 latidos por minuto.
  • Atletas bien entrenados: de 40 a 60 latidos por minuto.

*Fuente: Institutos Nacionales de la Salud / Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU.


¿Cómo medir la frecuencia cardiaca?

Dado que la frecuencia cardiaca cambia de una persona a otra, es conveniente que cada individuo conozca la suya. El pulso puede sentirse en la muñeca, el lado del cuello, el interior del codo, la parte posterior de las rodillas, la zona de superior de los pies, la ingle y otros lugares del cuerpo donde haya una arteria cerca de la piel.

Para medirlo, se ha de poner el dedo índice y el dedo medio o corazón en alguno de estos puntos; habitualmente, el pulso se suele tomar en la muñeca (ejercicendo una leve presión con dichos dedos -índice y medio- de una mano en la muñeca opuesta, justo en el área por debajo de la base del pulgar), o en  el cuello (a uno de los lados de la nuez, ejerciendo también una pequeña presión con esos dos dedos en esa zona) y contar el número de latidos durante sesenta segundos.

Igualmente, puede recurrirse a dispositivos como medidores de frecuencia cardíaca que se colocan en el dedo o los pulsómetros que usan los deportistas.


¿Qué factores alteran las pulsaciones?

Además de la edad, la frecuencia cardiaca también puede variar en función de determinadas circunstancias y estímulos, ya que el corazón aumenta o ralentiza la velocidad con la que late para asegurarse de que el cuerpo cuenta con la cantidad apropiada de sangre para abordar diferentes acciones -por ejemplo, subir unas escaleras- y situaciones -por ejemplo, protegerse en caso de peligro-.

Otros factores que pueden alterar la frecuencia cardiaca son la temperatura y la humedad del aire -el número de latidos puede aumentar levemente cuando estas son más elevadas-, la posición del cuerpo -aunque el pulso no varía tumbado, sentado o de pie, sí puede subir un poco durante los quince o veinte segundos después de incorporarse- y las emociones fuertes. Por ejemplo, acelera el pulso sentirse muy feliz, excitado o angustiado, así como sufrir ataques de pánico o de ansiedad o padecer estrés.

Aunque el tamaño del cuerpo tampoco suele alterar la frecuencia cardiaca, la obesidad sí podría aumentar el número de latidos. También son capaces de modificarla algunos medicamentos como los betabloquantes, que tienden a ralentizarlo, mientras que un exceso de algunos medicamentos utilizados para tratar problemas con el funcionamiento de la tiroides pueden acelerarlo. Igualmente, el tabaco o la ingestión de grandes cantidades de alcohol o cafeína pueden aumentar el número de pulsaciones.

Los cambios en la frecuencia y regularidad del pulso pueden ser, así mismo, señal de alguna afección cardiovascular como la insuficiencia cardíaca, la hipertensión o la enfermedad valvular cardíaca, por lo que hay que prestarles atención. Otras enfermedades que secundariamente  pueden alterar las pulsaciones son el colesterol alto o la diabetes, por mencionar solo algunas.

La realización de esfuerzos y el nivel de forma física y de actividad modifican también la frecuencia con que late nuestro corazón. Por una parte, esta se incrementa cuando se realiza algún esfuerzo, como subir una cuesta o practicar deporte. Por la otra, la personas que realizan actividad física de manera regular o son atléticas suelen tener una frecuencia cardíaca en reposo más baja (entre las cuarenta y las sesenta pulsaciones). Como su corazón cuenta con mejores condiciones físicas, necesita trabajar menos para suministrar la sangre al resto del organismo. En estas personas, por tanto, suele ser señal de una función cardíaca más eficiente y de una mejor salud cardiovascular, en ausencia de enfermedad subyacente que provoque ese número de pulsaciones.


¿Qué revelan las pulsaciones?

Aunque, como hemos visto, el rango de normalidad es grande, un pulso demasiado bajo o demasiado elevado puede revelar algún problema de salud subyacente. Por este motivo, es necesario consultar al médico si nuestra frecuencia cardiaca supera los cien latidos por minuto en reposo.

Las pulsaciones aumentan al hacer deporte.

También, si, sin estar entrenados o estar tomando ninguna medicación que pueda justificarlo, no alcanza los sesenta; especialmente, en caso de que existan síntomas como dificultad para respirar, mareos o desmayos.

Sabemos que cuando se practica deporte es normal que la frecuencia cardiaca se eleve, pero existe un límite recomendado para ello. La Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) recomienda, en líneas generales, calcularla restando la edad de cada persona a 220. La cifra resultante es la frecuencia cardíaca teórica máxima, que indica el número máximo de veces que el corazón debería latir por minuto. No obstante, existe un rango de frecuencia cardíaca de esfuerzo que no deberíamos sobrepasar cuando hacemos deporte. Se calcula multiplicando esa frecuencia cardiaca teórica máxima según la edad por un factor de corrección de 0,50 a 0,85. Es decir, dicho rango se debería mantener entre el 50% y el 85% del máximo permitido para tu edad. En cualquier caso, estas recomendaciones pueden precisar ajustes en función de la condición física o de las posibles enfermedades de cada persona; y del mismo modo, estos cálculos son meramente una regla orientativa.

Así mismo, con el tiempo, es posible que la práctica regular de ejercicio disminuya la frecuencia cardíaca, porque el corazón mejora su condición física y necesita trabajar menos para llevar los suministros de oxígeno y nutrientes a todo el organismo.


Cinfaconsejos: Cómo mantener una frecuencia cardíaca normal

Hay varias medidas que todos podemos tomar para mantener una frecuencia cardiaca saludable o mejorarla y, de esta manera, cuidar de nuestro corazón:

  • Practica ejercicio físico de forma regular.
    Algunas opciones pueden ser salir a caminar, correr o montar en bicicleta. Si tienes algún problema de salud consulta con el profesional sanitario acerca del tipo de ejercicio más idóneo para ti.
  • En caso de obesidad, pierde peso.
    Un mayor peso corporal obliga al corazón a realizar un mayor esfuerzo. Te ayudarán a reducirlo tanto el ejercicio físico regular como cuidar tu alimentación. Consulta con un nutricionista qué dieta es conveniente para ti.
  • Reduce el estrés.
    Este puede elevar tanto las pulsaciones como la presión arterial. Para lograrlo, intenta practicar técnicas de relajación y de control de la respiración. También pueden ayudarte actividades como el mindfulness, el yoga y la meditación.
  • Deja el tabaco.
    Fumar eleva la frecuencia cardíaca, por lo que abandonar este hábito contribuye a normalizarla y a mejorar tu salud cardiovascular y tu salud en general.
  • Consulta a tu médico si tu frecuencia cardiaca es demasiado elevada o demasiado baja.
    El profesional averiguará si existe alguna afección del corazón que deba ser tratada, en cuyo caso podrá estar indicado prescribirte fármacos u otros tratamientos para ayudarte a restablecer una velocidad adecuada para los latidos de tu corazón.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.