Gota

¿Qué es la gota?

La gota es una enfermedad provocada por el depósito de ácido úrico (una sustancia presente en la sangre) en el interior de las articulaciones, donde va formando una especie de pequeños “cristales”. Estos cristales provocan, durante el ataque agudo, la inflamación dolorosa, enrojecimiento y aumento de temperatura de la articulación, que se vuelve muy sensible al tacto. Normalmente, afecta al dedo gordo del pie, aunque puede inflamarse cualquier articulación. Además de a las articulaciones, la gota puede afectar a los tendones y bolsas que las rodean.

Si no se tratan adecuadamente, los ataques de gota pueden repetirse y acabar convirtiéndose en un problema crónico, que puede dañar seriamente las articulaciones.
Por otra parte, hay que saber que no siempre que existe hiperuricemia –elevación del ácido úrico en sangre- se desencadenan ataques de gota y no en todos los ataques de gota se detectan niveles elevados de ácido úrico en sangre.


¿Qué es el ácido úrico?

El ácido úrico es un químico presente en la sangre que se forma cuando el organismo descompone las purinas, una sustancia de desecho presente de manera natural en el cuerpo y en algunos alimentos.

El límite en el que el ácido úrico es capaz de disolverse en la sangre a la temperatura corporal (37º) es de 6,8 mg/dl. Por tanto, en niveles bajos, el ácido úrico se va disolviendo, pero si su concentración supera ese nivel, forma en las articulaciones esos microcristales con forma de aguja. Los cristales pueden atraer glóbulos blancos, lo cual provoca dolor e inflamación en la articulación, así como un aumento de la temperatura. En ocasiones, los cristales se acumulan en pequeños bultos bajo la piel (tofos) o forman cálculos en los riñones o vías urinarias (cólicos).


¿A quién afecta?

De acuerdo a la Clínica Universidad de Navarra, la gota es cuatro veces más frecuente en hombres que en mujeres. Aunque puede presentarse en cualquier momento de la vida, es más frecuente en personas mayores o de mediana edad. En los varones, es más común entre los 35 y los 50 años, mientras que las mujeres la sufren normalmente después de la menopausia. Raramente afecta a niños.


¿Existen factores de riesgo para la gota?

Como hemos visto, cualquier persona a cualquier edad puede padecer gota, pero existen diversos factores que aumentan la probabilidad de sufrirla:

  • Tener elevados los niveles de ácido úrico en la sangre (por encima de los 6,8 mg/dl.)
  • Ser hombre y adulto.
  • Ser obeso o sufrir sobrepeso.
  • Ingerir ciertos fármacos:

-Los diuréticos (algunos tipos más que otros), ya que reducen la cantidad de ácido úrico que pasa en la orina, favoreciendo su depósito en forma de cristales.
-Los medicamentos que contienen una sustancia llamada salicilato. Por ejemplo, la aspirina.
-Una vitamina llamada niacina (ácido nicotínico).
-La ciclosporina, que es un medicamento que bloquea el sistema inmunitario. Se usa para tratar algunas enfermedades autoinmunitarias y para evitar el rechazo de órganos tras un trasplante.
-La levodopa, que es un medicamento utilizado en el tratamiento de la enfermedad de parkinson.
-Algunos fármacos utilizados para el tratamiento de la tuberculosis (tuberculostáticos).

  • Seguir una dieta rica en alimentos o sustancias que potencian los niveles de ácido úrico. Entre ellos, algunos mariscos, el pescado azul, las carnes rojas, la cerveza (con y sin alcohol), bebidas alcohólicas y refrescos.
  • Haber estado expuesto al plomo.
  • Sufrir alguna de las siguientes enfermedades:

-Insuficiencia renal.
-Presión arterial alta.
-Exceso de colesterol y triglicéridos en la sangre (hiperlipidemia).
-Hipotiroidismo (ralentización del funcionamiento de la glándula tiroides).
-Diabetes.
-Problemas médicos que hacen que las células se reproduzcan y se eliminen más rápidamente de lo habitual, como la psoriasis, la anemia hemolítica y algunos tipos de cáncer.
-Algunas enfermedades raras en las que el cuerpo no regula adecuadamente la concentración de ácido úrico en sangre debido a deficiencias enzimáticas.


¿Qué mecanismos la causan?

Principalmente, la formación de esos cristales de ácido úrico que hemos comentado puede deberse a los siguientes motivos:

  • La dificultad de los riñones para eliminar el ácido úrico correctamente: es la causa más frecuente y se llama hipoexcreción. Está producida, generalmente, por los fármacos mencionados en párrafos anteriores, por enfermedades como la insuficiencia renal, por la ingesta de alcohol o también porque exista un componente genético asociado en caso de afectación familiar.
  • Una producción excesiva –hiperproducción- de ácido úrico por el organismo: llamada hiperuricemia idiopática primaria y que puede ser de origen genético o bien adquirida debido a la dieta y a algunas enfermedades (anemias hemolíticas, psoriasis y algunos tipos de cáncer) expuestas en el punto anterior.

¿Qué síntomas tiene la gota?

La gota puede inflamar una o más articulaciones. Las que se ven afectadas con mayor frecuencia suelen ser el dedo gordo del pie, el empeine, el tobillo y la rodilla.

Los síntomas suelen presentarse de manera brusca, a menudo durante la noche:

  • En muy poco tiempo, la articulación pasa de estar normal a sufrir una inflamación muy fuerte.
  • Dolor muy intenso: descrito a menudo como insoportable.
  • Hinchazón y enrojecimiento de la articulación
  • Aumento local de la temperatura de la articulación.
  • Gran sensibilidad al tacto.
  • También puede haber fiebre, si bien su aparición requiere descartar otros procesos  , como una infección.

Los síntomas duran entre tres y diez días, y luego suelen desaparecer, incluso sin tratamiento. Sin embargo, con el paso del tiempo, suelen repetirse. Por lo general, los nuevos ataques de gotas serán cada vez más frecuentes, durarán más tiempo y sus consecuencias sobre la salud serán más graves. Pueden afectar a varias articulaciones y acabar volviéndose crónicos, lo que se conoce como artritis gotosa. Esta enfermedad puede dañar las articulaciones y reducir la movilidad.

También, a la larga podemos encontrar en estos pacientes los denominados tofos gotosos, que son acúmulos de dichos cristales debajo de la piel y formando nódulos, que suelen encontrarse alrededor de las articulaciones afectadas por ataques anteriores de gota; también puede existir afectación renal en forma de cálculos renales, por ejemplo.


¿Cómo se trata?

Con el tratamiento adecuado, la mayoría de las personas que sufren gota logran curarse sin que se produzcan secuelas. Por otra parte, aunque, al inicio los ataques de gota ocurren de manera espaciada, si no se tratan de manera correcta, se presentarán con el tiempo nuevos episodios.

La Sociedad Española de Reumatología (SER) propone un tratamiento dividido en dos ejes de actuación:

  1. Tratar y prevenir el ataque agudo de gota: el objetivo es reducir el dolor y la inflamación. Se basa, ha­bitualmente, en la administración de medicamentos (antiinflamatorios, colchicina o glucocorti­coides), así como en el reposo de la articula­ción afectada y la aplicación de frío en la zona para aliviar los síntomas.
  2. Disminuir los niveles de ácido úrico en sangre: su objetivo es evitar que este se deposite en las ar­ticulaciones. Se basa en el control de la dieta y del sobrepeso, así como en el tratamiento farmacológico (alopuri­nol, febuxostat o benzobromarona), que debe iniciarse una vez se haya resuelto el brote agudo de gota. Igualmente, se ha de controlar con regularidad el nivel de ácido úrico en la sangre y no abandonar el tratamiento prescrito por el médico.

10 Consejos para prevenir los ataque de gota

Como hemos visto anteriormente, uno de los ejes del tratamiento de la gota es la adquisición de hábitos saludables en el día a día, sobre todo en el ámbito nutricional. Entre ellos, destacan los siguientes:

  • 1. Alcanza y mantén un peso saludable.
    Bajar de peso reduce los niveles de ácido úrico y el riesgo de ataques de gota, además de rebajar la tensión que sufren las articulaciones. Para conseguirlo, intenta realizar ejercicio físico de manera regular y, si es necesario, ingerir una menor cantidad de calorías. Ponerte en manos de un nutricionista puede orientarte sobre tus necesidades en este sentido.
  • 2. Cambia las proteínas y azúcares por la dieta mediterránea.
    Para prevenir la hiperuricemia, es conveniente que moderes tu consumo de carnes y mariscos ricos en proteínas, así como de azúcares re­finados (pan blanco, pasteles, dulces, bebidas edulcoradas como algunos refrescos…). En cambio, intenta consumir más frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos y legumbres.
  • 3. Huye de los alimentos ricos en purinas.
    Si sufres riesgo de padecer gota o tus niveles de ácido úrico son ya elevados, deberías excluir o reducir el consumo de vísceras (riñón, mollejas…) y carne roja y de caza. Tampoco te convienen algunos tipos de marisco y pescado azul (anchoas, arenque, sardinas, mejillones, vieiras, trucha, eglefino, caballa y atún).
  • 4. Pero no de las hortalizas y verduras.
    Diversos estudios indican que, aunque tengan un alto contenido de purinas, los vegetales no aumentan el riesgo de padecer gota ni los ataques agudos recurrentes. Por este motivo, puedes incluir en la dieta espárragos, espinacas, guisantes, coliflor y champiñones.
  • 5. Apuesta por la vitamina C.
    Esta puede ayudar a reducir el nivel de ácido úrico en la sangre, por lo que conviene, en caso de riesgo, tomar cítricos ricos en este nutriente como la naranja, el kiwi o la mandarina. También puedes consultar a tu médico la posibilidad de tomar suplementos diarios. Otros alimentos o sustancias asociados a un menor riesgo de ataques de gota son las cerezas, la cafeína –que se debe tomar siempre con moderación- y los lácteos desnatados.
  • 6. Sí al agua, no al alcohol.
    Consulta con tu médico acerca de cuál es el consumo de líquido más adecuado para ti. En general, procura tomar, al menos, entre diez y doce vasos al día de agua (unos dos litros diarios), especialmente si sufres cálculos renales de urato. En cambio, sería recomendable reducir el consumo de cerveza (con y sin alcohol) y de bebidas alcohólicas de alta graduación, porque aumentan la producción de ácido úrico y producen deshidratación.
  • 7. Controla periódicamente tu nivel de ácido úrico.
    Si sufres mayor riesgo de desarrollar gota, es muy importante que te realices análisis de sangre con regularidad para prevenir y detectar posibles hiperuricemia. Tu médico te indicará la frecuencia necesaria.
  • 8. Controla periódicamente tus niveles de colesterol, tensión o azúcar en sangre.
    Dado que cada vez hay más evidencias que demuestran que la gota se asocia a enfermedades cardiovasculares es muy importante que vigiles los factores de riesgo asociados: niveles de colesterol, tensión arterial y azúcar en sangre. Y también, abandona el hábito de fumar.
  • 9. Sigue fielmente el tratamiento pautado por el médico.
    Si, como es muy habitual en estos casos, además precisas un tratamiento farmacológico prescrito por el médico, no olvides tomarlo. Responsabilízate de entender para qué sirve cada fármaco y las situaciones en que se toman en relación con tu enfermedad, así como los posibles efectos secundarios y qué debes hacer si tienes algún problema. Consulta tus dudas al profesional sanitario.
  • 10. Ten paciencia.
    La gota es de las pocas enfermedades reumatológicas que se curan. Aunque es un proceso que puede durar años, si los niveles de ácido úrico se mantienen bajos el tiempo suficiente, los cristales tenderán a disolverse. Y sin cristales, no hay gota y la enfermedad se cura.

Fuentes

Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.