Hiperglucemia

¿Qué es la hiperglucemia y a quién puede afectar?

Se produce una hiperglucemia cuando los niveles de glucosa o azúcar en la sangre están elevados; es decir, cuando, al tomar como referencia, por ejemplo, los valores de glucemia en ayunas después de ocho horas tras la última ingesta de alimentos (cena), estos niveles de glucosa ascienden más allá de la horquilla de normalidad (que es entre 70-110 mg/dl).

Una hiperglucemia aislada no significa tener diabetes, sino que la hiperglucemia puede darse de forma puntual en situaciones en que la concentración de azúcar es demasiado alta en personas que no padecen esa enfermedad.

Por su parte, una hiperglucemia mantenida de forma crónica es la que aparece en las personas con diabetes, cuyo organismo no es capaz de asimilar todo el azúcar que ingiere.


¿Qué puede elevar la glucosa?

Existen diversos tipos de diabetes; entre las más conocidas están la diabetes tipo 1 y la diabetes tipo 2.

En la diabetes tipo 1, se eleva la glucosa en sangre porque el páncreas del paciente no es capaz de generar insulina, que es la hormona necesaria para regular el nivel de azúcar en el torrente sanguíneo.  Y en las personas con diabetes tipo 2, el organismo genera resistencia a la acción de la insulina o no produce la suficiente cantidad.

En ambos tipos de esta enfermedad, como hemos dicho, existe mayor riesgo de sufrir hiperglucemia de forma sostenida y, como veremos más adelante, se puede evitar mediante la dieta, la práctica regular de ejercicio físico y la administración de medicamentos (insulina u otros fármacos antidiabéticos).

Sin embargo, incluso a pesar de tener el diagnóstico y seguir un control médico junto con un  tratamiento para ello, determinados factores pueden llevar a que se descompensen los niveles de azúcar en las personas diabéticas. Los más comunes son los fallos en la medicación -saltarse una dosis de insulina o no administrarse la suficiente, o no adherirse adecuadamente a la pauta indicada si está tomando otros medicamentos- o en la dieta -por ejemplo, ingerir demasiados hidratos de carbono-. También puede influir no realizar el suficiente ejercicio físico, haber tratado de manera errónea una bajada de azúcar o hipoglucemia o sufrir un episodio de estrés físico o emocional.

Asimismo, pueden desarrollarse afecciones que aumenten la cantidad de glucosa en sangre, también en las personas que no son diabéticas. Por ejemplo, infecciones como una neumonía o una infección urinaria dolencias crónicas como el síndrome de ovarios poliquísticos y el síndrome de Cushing, o el cáncer de páncreas.

Igualmente, sufrir una lesión -por traumatismo, quemadura o cirugía…- o usar ciertos medicamentos no relacionados con el control de la diabetes como los esteroides o los diuréticos pueden originar una hiperglucemia. También el embarazo, tener antecedentes familiares de diabetes, ser obeso o llevar a cabo un estilo de vida sedentario puede aumentar el riesgo de padecer una subida del nivel de glucosa en la sangre, que puede llevar a la instauración de una diabetes o bien tratarse de algo transitorio, si se corrige la causa desencadenante.


¿Qué síntomas presenta la hiperglucemia en la diabetes?

La diabetes tipo 1 y tipo 2 son enfermedades diferentes en cuanto a su sintomatología y la progresión de la enfermedad y, por tanto, también pueden serlo en la manifestación de una hiperglucemia.

Puede suceder que las personas que sufren diabetes de tipo 2 no presenten síntomas de hiperglucemia durante un largo periodo de tiempo. Cuando sí se presentan, pueden desarrollarse lenta y gradualmente, a lo largo de varios días o semanas. Su gravedad dependerá de cuánto se hayan elevado los niveles de azúcar en la sangre.

Una persona diabética debe ajustar su dosis de insulina en caso de hiperglucemia.

Al inicio, los más comunes son tener ganas frecuentes de orinar, ya que el organismo trata de eliminar el exceso de azúcar por medio de la orina, y más sed, ya que el organismo trata de compensarlo bebiendo para evitar la deshidratación.

En caso de que la aparición de esta sintomatología sea muy súbita y/o se acompañe de un aumento del apetito y pérdida de peso, podemos sospechar una diabetes tipo 1. En estos casos, puede darse, además, una historia personal y/o familiar de enfermedad autoinmune.

Posteriormente, pueden aparecer otros síntomas como cansancio, piel seca, visión borrosa y dolor de cabeza.


¿Qué complicaciones puede conllevar?

Si no se trata la hiperglucemia y esta se mantiene en el tiempo, pueden producirse graves complicaciones, que pueden aparecer de forma aguda o crónica.

Las complicaciones agudas de una hiperglucemia son, fundamentalmente, la cetoacidosis y la descompensación hiperosmolar (el llamado estado hiperglucémico hiperosmolar).

Con respecto a la cetoacidosis, sucede que, dado que la falta de insulina puede impedir al organismo usar la glucosa presente en la sangre, este se ve obligado a recurrir a las grasas como fuente de energía. Cuando las descompone, aparecen cetonas, unos ácidos tóxicos residuales, que el organismo trata de eliminar a través de la orina. Cuando no puede desechar todas, se acumulan en la sangre y puede desarrollarse una cetoacidosis.

Esta puede reconocerse por síntomas como aliento con olor a fruta, náuseas y vómitos, sequedad en la boca, desorientación y dolor abdominal, entre otros. Si no se trata, puede llevar a un coma cetoacidótico diabético por hiperglucemia.

Con respecto a la otra complicación aguda grave, que cursa con hiperglucemia pero no con cetoacidosis, la descompensación hiperosmolar puede provocar también un coma, denominado coma hiperosmolar.

A largo plazo, las complicaciones crónicas de tener los niveles de azúcar elevados de forma persistente pueden causar, entre otros, daños en los ojos (retinopatía diabética o cataratas), los riñones (nefropatía diabética o insuficiencia renal), los nervios (neuropatía diabética) y el corazón. También puede debilitarse el sistema inmune, lo que aumenta el riesgo de desarrollar infecciones. 


¿Cómo se trata la hiperglucemia?

En caso de hiperglucemia, las personas con diabetes y ya tratadas con insulina, deben ajustar su dosis habitual de insulina hasta que los niveles normales de azúcar en sangre se reestablezcan. Dicho ajuste será pautado por el profesional médico que sigue su enfermedad, y puede incluir dosis adicionales de insulina. En personas con diabetes y que siguen otro tipo de tratamientos (antidiabéticos orales), podrían precisar la administración puntual de insulina para revertir la descompensación, así como otro tipo de ajustes en su medicación, que también indicará el facultativo responsable del seguimiento del paciente.

Además, las personas con hiperglucemia deben ingerir más agua de la habitual y controlar la cantidad de hidratos de carbono que se toman cada día. También es conveniente incrementar la actividad física que se lleva a cabo, salvo en el caso de las personas cuyos análisis de orina revelen la presencia de acetona (indican señales de descompensación), pues el ejercicio podría elevar todavía más el nivel de glucosa en la sangre.

De igual modo, las personas diabéticas, generalmente, deberán aumentar la frecuencia con que se realizan análisis de azúcar en la sangre.

En el caso de hiperglucemia grave, es necesario reponer los líquidos y electrolitos para corregir la deshidratación, así como la administración de insulina. Para ello, puede ser necesario el ingreso en un hospital y un control médico estrecho hasta la estabilización del paciente.


¿Se puede prevenir?

La mejor manera de prevenir la descompensación de la diabetes es la formación del paciente en el manejo de la enfermedad. Existen programas de educación terapéutica en diabetes que mejoran conocimientos, habilidades y actitudes en la convivencia con la enfermedad y fomentan estilos de vida saludables para su control y el de los factores de riesgo cardiovascular. Su objetivo es conseguir que el paciente se responsabilice de su autocuidado, contemplando sus necesidades de forma individualizada. Si sufres diabetes, habla con tu equipo médico, te proporcionará herramientas para mejorar la convivencia con tu enfermedad y, de esta forma, prevenir y retrasar la aparición de complicaciones a corto y a largo plazo, como puede ser la descompensación de la glucemia.


Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.