Hipotensión ortostática

¿Qué es la presión arterial?

La presión arterial es la fuerza que la sangre ejerce sobre las paredes de los vasos sanguíneos tanto durante la fase de impulso desde el corazón (sístole) como en la que este se llena de sangre (diástole). Por tanto, puede clasificarse en dos tipos:

  • Sistólica: conocida por la población general como tensión máxima o “alta”. Es la presión que la sangre ejerce en el momento en que el corazón bombea hacia las arterias.
  • Diastólica: denominada coloquialmente como tensión mínima o “baja”. Mide la presión cuando el corazón está en la fase de llenado de sangre antes del siguiente bombeo.

La tensión se mide en milímetros de mercurio (mmHg). Los valores normales de la presión diastólica o mínima oscilan entre los 90 y 60 milímetros de mercurio y los de la sistólica, entre 120/90 mmHg. No obstante, la tensión arterial varía mucho de unas personas a otras, así como en las diferentes mediciones que se llevan a cabo a lo largo del día.


¿Qué es la hipotensión?

Se considera que hay hipotensión cuando la presión arterial sistólica (la máxima) desciende de los valores que se consideran normales —es decir, 90 mmHg—. Si la presión sistólica es baja, es habitual que la mínima o diastólica también esté por debajo de 60 mmHg.

Aunque no es lo mismo presentar un episodio de hipotensión que tenerla baja de forma continua en el tiempo, los anteriores valores indican que el organismo no está recibiendo suficiente cantidad de sangre y, por tanto, las células no obtienen todo el oxígeno y los nutrientes que necesitan. Tampoco los desechos son eliminados correctamente. De persistir esta condición, las células y órganos afectados pueden comenzar a funcionar de manera incorrecta.


¿Qué es la hipotensión ortostática?

La hipotensión ortostática o postural es un descenso rápido, repentino y excesivo de la tensión arterial —de más de 20 mmHg de la sistólica o de 10 mmHg de la diastólica—, que puede sufrir una persona al ponerse en pie tras haber estado sentada o acostada, cuando lleva a cabo un cambio repentino de postura o cuando se mantiene inmóvil en una determinada posición.

Entre sus síntomas, se incluyen el aturdimiento, la visión borrosa, el vértigo y los mareos. También puede producirse un desmayo (síncope) y posterior caída. En raras ocasiones pueden aparecer convulsiones generalizadas.

No se trata de una enfermedad específica, sino de la incapacidad del organismo para regular la presión arterial de una manera rápida. Las razones  más frecuentes de hipotensión ortostática aguda son: la deshidratación, falta de volumen sanguíneo (hipovolemia), uso de determinados fármacos y  reposo prolongado en cama.

Si se presenta de manera persistente —hipotensión ortostática crónica—, puede ser síntoma de cambios en la regulación de la presión relacionados con la edad, uso de fármacos, problemas en el sistema nervioso autónomo o problemas hematológicos, neurológicos, renales o cardiacos. En estos casos sería necesario acudir a una consulta médica. El tratamiento corresponderá al de la patología de base que causa el descenso de la tensión.

También es frecuente la hipotensión ortostática posprandial (tras comidas, especialmente si son copiosas y/o se ingiere alcohol).


¿A quién afecta?

La hipotensión postural es más frecuente en adultos mayores, personas con la presión alta y con la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, también puede afectar a personas de otras edades que se ponen bruscamente de pie tras haber permanecido durante un tiempo con las piernas cruzadas o en cuclillas, tras haber realizado un ejercicio intenso e incorporarse, tras un reposo prolongado en cama o tras una comida copiosa.


¿Cuáles son sus síntomas?

Entre los síntomas más frecuentes de la hipotensión ortostática, se encuentran:

  • Sensación de aturdimiento
  • Confusión
  • Vértigo y/o mareo al levantarse después de haber estado sentado o acostado
  • Desmayos o síncopes
  • Posibles caídas

También puede manifestarse con:

  • Dolor de cabeza
  • Palidez
  • Debilidad
  • Visión borrosa o de túnel
  • Náuseas
  • Acúfenos
  • Taquicardia
  • Desorientación
  • Confusión

Generalmente, estos síntomas duran unos pocos segundos en los que la persona, tras haberse puesto en pie, experimenta un fuerte mareo, y desaparecen rápidamente una vez se acuesta o sienta de nuevo. En raras ocasiones pueden aparecer convulsiones generalizadas.


¿Cuáles son sus causas?

En condiciones normales, la fuerza de la gravedad, al ponerse de pie de forma rápida, hace que entre 0,5 litros y 1 litro de sangre se acumule en las venas de las piernas y el tronco. Esta reducción transitoria del volumen de sangre que retorna al corazón hace que éste bombee temporalmente una cantidad menor de sangre y que la tensión arterial baje.

El organismo cuenta con un tipo de células llamadas barorreceptores que, ubicados cerca de las arterias del corazón y el cuello, detectan la disminución de la tensión arterial y envían señales al cerebro. En condiciones normales, estos indican al corazón que debe aumentar la velocidad de latido y de bombeo de la sangre para compensar el desequilibrio y estabilizar la presión arterial, al tiempo que los vasos sanguíneos se estrechan. Si esta respuesta es lenta o cuando algo interrumpe este proceso de estabilización, se produce la hipotensión ortostática.

. Si se trata de hipotensión ortostática aguda y leve, medidas como sentarse o acostarse de inmediato tras sentir el aturdimiento o mareo al ponerse de pie suelen ser suficientes para que los síntomas desaparezcan.
Una hidratación adecuada o levantarse lentamente son medidas adecuadas en casos agudos o leves.

Entre las causas más comunes, se hallan:

En el caso de la hipotensión ortostática aguda:

  • La deshidratación. Esta puede ser producto de una ingesta insuficiente de líquidos, de practicar actividad física intensa con sudoración excesiva o de la exposición al calor, así como de síntomas como la fiebre, los vómitos, la diarrea grave, etc.
  • Comer de forma copiosa (hipotensión posprandial). Está relacionada con la ingesta de alimentos, ya que, al comer, una gran parte del flujo de sangre se dirige al aparato digestivo. Afecta principalmente a adultos mayores, a personas con presión arterial alta o con trastornos del sistema nervioso como la enfermedad de Parkinson.
  • El reposo prolongado en cama. Permanece en la cama durante un periodo de tiempo prolongado puede causar debilidad y esta, a su vez, hipotensión ortostática.
  • Permanecer largos periodos de pie (hipotensión mediada neuralmente). Más frecuente en adultos jóvenes y en niños, la tensión puede descender cuando se ha permanecido de pie durante largos periodos de tiempo. Los niños que presentan esta afección mejoran normalmente con el tiempo.

En la hipotensión ortostática crónica o repetida:

  • Trastornos cardíacos. Afecciones como la frecuencia cardíaca extremadamente baja (bradicardia), problemas en las válvulas, insuficiencia cardíaca o un fallo cardíaco pueden impedir que el organismo bombee la sangre con suficiente velocidad cuando se está de pie.
  • Alteraciones endocrinas. Las afecciones de la tiroides, la insuficiencia suprarrenal (enfermedad de Addison), la hipoglucemia o un bajo nivel de glucosa en la sangre pueden causar también hipotensión ortostática.
  • La diabetes. Esta enfermedad puede dañar los nervios que ayudan a enviar señales que controlan la presión arterial.
  • Trastornos del sistema nervioso. Condiciones neurológicas como la enfermedad de Parkinson y algunos tipos de demencias pueden alterar la capacidad del organismo de controlar la presión arterial.
  • El uso de determinados fármacos. Por ejemplo, pueden provocar hipotensión ortostática los medicamentos que se prescriben para tratar la presión arterial alta, los antidepresivos, los ansiolíticos, algunos diuréticos y los fármacos con que se tratan la enfermedad de Parkinson y la disfunción eréctil.
  • El alcoholismo. Ingerir alcohol puede aumentar también el riesgo de padecer este trastorno.

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¿Cómo se trata?

El tratamiento dependerá de la causa. Si se trata de hipotensión ortostática aguda y leve, medidas como sentarse o acostarse de inmediato tras sentir el aturdimiento o mareo al ponerse de pie suelen ser suficientes para que los síntomas desaparezcan.

Una hidratación adecuada, levantarse lentamente, evitar el alcohol y las comidas copiosas, elevar ligeramente la cabecera de la cama, y el uso de medias elásticas en determinados casos, suelen ser medidas no farmacológicas suficientes para los casos agudos y leves.

En los casos en que la hipotensión ortostática se dé con frecuencia, es necesario estudiar las causas subyacentes de la misma y tratarlas. En esos casos además pueden emplearse determinados fármacos y medidas dietéticas con cambios en la ingesta de agua y sodio.

En el caso de que este trastorno postural estuviera provocado por el uso de algún fármaco, será el médico quien considere reducir la dosis, sustituirlo por otro o eliminarlo.

Cómo manejar la hipotensión ortostática en tu día a día

Puede ayudar a las personas con propensión a padecer este trastorno tomar en su vida diaria las siguientes medidas:

  1. 1. Cuando cambies de posición, tómate tu tiempo.
    En vez de incorporarte o ponerte de pie de manera brusca, cuando estés sentado y vayas a levantarte, espera unos segundos entre un movimiento y otro. Asegúrate también de que tienes algo donde agarrarte antes de levantarte.
  2. 2. Levántate de la cama lentamente y por etapas.
    En primer lugar, debes incorporarte con cuidado, luego, sentarte en el borde de la cama durante un minuto y, finalmente, ponerte de pie. Si te sientes mareado al erguirte, no camines.
  3. 3. Practica regularmente ejercicio cardiovascular.
    Este te ayudará a aumentar el tono vascular y a reducir la acumulación de sangre en el sistema venoso. Por ejemplo, puedes salir a pasear con la mayor frecuencia que puedas, aunque recuerda no realizar actividad física en días muy calurosos.
  4. 4. Evita largos periodos de inactividad.
    Si pasas mucho tiempo de pie o en cama, es necesario que te muevas o practiques ejercicios isométricos —aquellos con tensión muscular, pero sin movimiento—. Por ejemplo, antes de levantarte de la cama, puedes mover tus pies hacia arriba y hacia abajo y cerrar y abrir las manos. Si estás ya en pie, puedes imitar el movimiento de la marcha, pero permaneciendo en el mismo sitio.
  5. 5. Toma líquidos en abundancia.
    Para estar correctamente hidratado, ingiere al menos de seis a ocho vasos de agua o de agua con electrolitos al día —a no ser que te hayan indicado que limites la ingesta de fluidos—. Sobre todo, bebe agua en abundancia antes de ponerte en pie o de practicar cualquier actividad que pueda desencadenar los síntomas.
  6. 6. Evita los baños o duchas muy calientes.
    Igualmente, aléjate de los ambientes con calor y humedad excesivos.
  7. 7. Trata de sentarte cuando te duches.
    También cuando te estés lavando, vistiendo o llevando a cabo tareas en la cocina.
  8. 8. Lleva medias de compresión de cintura alta.
    Su uso puede incrementar el retorno venoso, el gasto cardíaco y la tensión arterial cuando te pongas de pie.  Debes desprenderte de ellas antes de acostarte.
  9. 9. Duerme con la cabeza un poco levantada.
    La elevación de la cabecera de la cama entre diez y treinta grados puede aliviar los síntomas, ya que estimula la retención de sodio y disminuye la micción durante la noche. Para levantar la cabecera, puedes servirte de almohadas extras o usar una con forma de cuña.
  10. 10. Si sufres hipotensión posprandial, reduce las porciones de alimentos que ingieres.
    Opta por llevar a cabo comidas menos copiosas, pero más frecuentes. Sobre todo, es conveniente reducir la cantidad de hidratos de carbonos que tomas, así como la de alcohol.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.