Infecciones bacterianas pediátricas más frecuentes

¿Qué son las bacterias?

Las bacterias son microorganismos unicelulares procariotas. Es decir, están compuestas por una única célula y ésta no tiene membrana en el núcleo. Son el organismo vivo más abundante. Del enorme número de clases de bacterias que existen, sólo una pequeña parte es responsable de causar enfermedades en el ser humano. De hecho, la mayoría de las bacterias tienen una acción beneficiosa y en nuestro caso, el del ser humano, forman una gran parte de la microbiota (conjunto de bacterias, hongos, arqueas, virus y protozoos que viven en nuestro organismo). Es más, algunas de ellas poseen una acción beneficiosa y, por ejemplo, contribuyen al buen funcionamiento del sistema digestivo o a una piel sana. Otras son empleadas en la creación de fármacos o vacunas.

Hablamos de infección bacteriana cuando la causa de la enfermedad es el crecimiento de bacterias patógenas (que son nocivas y causan enfermedad) en nuestro organismo.

De mayor tamaño que los virus, se distinguen de estos por su estructura: son organismos unicelulares vivos sin núcleo, que sí cuentan con una pared celular que los envuelve, lo que los protege y aporta rigidez. También se diferencian de los virus en la manera en que se reproducen: en lugar de replicarse empleando para ello una célula humana como “fabrica” (como hacen los virus), se dividen en dos (fisión binaria). Es decir, se producen solo dos copias idénticas genéticamente a la célula original.

Presentes en casi todos los hábitats del planeta, las bacterias cuentan con mecanismos que las vuelven muy resistentes. Por este motivo, son capaces de sobrevivir a temperaturas extremas y durante largos periodos de tiempo fuera de otros organismos. También aumenta su capacidad de supervivencia el hecho de que puedan obtener alimento de muchas fuentes diferentes tanto orgánicas como inorgánicas.

Otras infecciones bacterianas que pueden afectar a los más pequeños son el tétanos, la tosferina o la meningitis.
Las infecciones bacterianas pediátricas más frecuentes son la otitis, la conjuntivitis o la sinusitis.

¿Cómo se transmiten las bacterias?

Al igual que los virus, las bacterias pueden propagarse principalmente por las siguientes vías:

Por contacto. Se trata de la vía de contagio más habitual. Puede ser:

  • Contacto directo. Se produce al tocar, besar o intercambiar líquidos orgánicos (sudor, sangre, fluidos sexuales) con una persona infectada
  • Contacto indirecto. Puede darse al compartir o usar objetos contaminados como sábanas, toallas, cubiertos, almohadas, juguetes, pañales…

Por vía aérea. El contagio tiene lugar al inhalar las pequeñas gotitas que una persona expulsa al hablar, toser o por partículas que se transmiten a distancias mayores de un metro.

Por ingesta de agua o alimentos contaminados. Se ingieren las bacterias presentes en ellos.

Por parásitos o artrópodos. Por ejemplo, las moscas, mosquitos, pulgas, etc. pueden transportar bacterias.


¿Qué niños sufren más riesgo de padecer infecciones de origen bacteriano?

La posibilidad de desarrollar una infección bacteriana aumenta en los bebés menores de tres meses de edad, en niños con problemas en el sistema inmunológico, en los casos en los que hay una anomalía pulmonar (como la fibrosis quística), en aquellos que sufren cáncer o anemia de células falciformes, en los que no tienen bazo y en los que no han recibido las vacunas recomendadas.


¿Cómo diferencia el médico una infección bacteriana?

Las infecciones bacterianas, en muchas de las situaciones, se pueden diferenciar de otras causas por la clínica (síntomas y signos) y por los resultados de la analítica sanguínea. En algunas ocasiones es necesario hacer un cultivo a partir de muestras del tejido afectado (orina, pus, esputos, heces, por ejemplo) tanto para confirmar la causa bacteriana como para identificar la bacteria responsable y poder elegir el antibiótico más eficaz y adecuado a cada caso.


¿Cuáles son las infecciones infantiles causadas por bacterias más comunes?

En las enfermedades que se detallan a continuación se hace referencia al órgano afectado. Por ejemplo, conjuntivitis indica inflamación de la conjuntiva ocular (conjuntiva+ itis – inflamación-). No obstante, esas denominaciones, de forma general, hacen referencia a la inflamación del órgano, ya sea por infección bacteriana, vírica, por hongos o inflamación de otra naturaleza. De ahí que suela emplearse un segundo término para indicar su origen: conjuntivitis bacteriana, conjuntivitis viral…Por tanto, aquí nos referiremos a las inflamaciones de esos órganos cuando son producidas exclusivamente por bacterias.

Las infecciones bacterianas pediátricas más frecuentes son:

  • Otitis. Se trata de la infección de uno o varios de los segmentos del oído -externo, medio e interno-. Según el que esté afectado, los síntomas pueden ser de carácter leve -enrojecimiento y picor en el conducto auditivo- o más graves como dolor intenso, secreción de pus y rotura de tímpano. En muchas ocasiones se resuelven espontáneamente, pero en otros puede ser necesario el uso de antibióticos, aunque solo se recomiendan para los niños con mala evolución o factores de riesgo. En el caso de los menores de dos años, puede ser necesario el ingreso hospitalario y, en ocasiones, la timpanocentesis (la extracción de líquido de detrás del tímpano) para reducir el dolor y las molestias.
  • Faringoamigdalitis. Es la infección de las amígdalas, también conocida como anginas. Aunque la mayor parte de las veces el responsable es un virus, también puede estar provocada por bacterias. En este caso, genera fiebre alta, cefalea, dolor local, inflamación de los ganglios del cuello y malestar general acusado. Se trata con antibiótico, reposo e hidratación. Es habitual que se realice una prueba para descartar que la infección sea por estreptococo betahemolítico del grupo A. La prueba es rápida (se toma una muestra en la garganta con un hisopo). La infección por esta bacteria conlleva un riesgo de complicaciones que, aunque bajo, es conveniente evitar. Si el test es positivo se emplean una clase de antibióticos más específicos para su eliminación.
  • Sinusitis. Consiste en la infección e inflamaciónde los senos paranasales. La duración es variable pero si está asociada a catarro suele desaparecer prácticamente a la vez que lo hace este.  Suele estar originada por el virus que causa el resfriado común, que luego puede complicarse con una infección bacteriana. En general se resuelven sin tratamiento, pero si existiera sobreinfección por bacterias puede ser necesario el uso de antibióticos.
  • Conjuntivitis. Es la inflamaciónde la conjuntiva del ojo y se manifiesta con enrojecimiento, picor, lagrimeo excesivo y secreción.  Aunque su causa más habitual es vírica, también puede estar causada por bacterias. Es muy contagiosa y se trata con antibióticos tópicos, en forma de colirio o pomada para los ojos, además del uso de suero fisiológico y compresas frías para paliar la sequedad. En ocasiones, según la bacteria y gravedad, puede ser necesario el uso de antibióticos sistémicos. Existe un tipo especial de conjuntivitis, la neonatal, debida a irritantes químicos o bacterias.
  • Gastroenteritis. Es la inflamación de la mucosa que recubre el estómago y los intestinos y generalmente es vírica aunque son frecuentes también las bacterianas. En el caso de las bacterianas la vía de adquisición normalmente es por alimentos contaminados. Se manifiesta con diarrea, que puede ir acompañada con fiebre, vómitos y dolor abdominal. Generalmente no es necesario el tratamiento antibiótico y suele ceder espontáneamente con hidratación y reposo. No obstante si perdura en el tiempo, aparece sangre en heces o la deshidratación es un riesgo, suele realizarse un cultivo de heces (coprocultivo) para identificar la bacteria. En estos casos puede ser necesario el tratamiento antibiótico, tanto para la curación como para evitar que el niño o niña sean portadores de esta bacteria.  
  • Neumonía. Consiste en la inflamación de los pulmones y si no es tratada adecuadamente puede revestir extrema gravedad. Los alveolos de los niños con neumonía están llenos de pus y líquidos, lo que hace dificultosa y dolorosa la respiración y limita la absorción del oxígeno. Puede estar causada por una gran variedad de microorganismos -bacterias, virus u hongos-. Si se sospecha que es bacteriana se suele instaurar un tratamiento antibiótico mientras se realiza una identificación a través de cultivo de esputos. Cuando se ha identificado la bacteria, se emplea el antibiótico más adecuado y para el que la sensibilidad sea mayor. Es  habitual la hospitalización para asegurar la correcta hidratación, control de síntomas y administración del tratamiento antibiótico.
  • Caries. Es rara en niños pequeños pero con la edad aumenta su incidencia. Esta infección de la boca está causada por bacterias que, como consecuencia de la fermentación de los azúcares procedentes de la alimentación, producen ácidos que atacan los tejidos del diente. Una vez ha comenzado, es necesario un tratamiento odontológico para evitar que la infección avance. Normalmente no es necesario el uso de antibióticos.
  • Impétigo. Se trata de una infección de la piel superficial y muy contagiosa. Es, de hecho, muy común en la infancia. Suele producirse por pequeñas heridas en la piel y también tras quemadura solar o picaduras de insectos. Normalmente el rascado de la lesión favorece la infección y su propagación. Se manifiesta con ampollas llenas de líquidos que al final se rompen y forman una costra amarilla y, en ocasiones, con fiebre. Si produce úlceras se denomina ectima.  Se trata con una buena higiene, aplicación de pomada antibiótica y en ocasiones de antibióticos orales.
  • Infecciones del tracto urinario (ITU): son muy frecuentes en la infancia. En edades por debajo de los tres meses suelen darse más en chicos y a partir de esta edad se iguala la incidencia con predominio en niñas a partir del año de edad. Suele haber fiebre y síntomas miccionales. En muchos casos, sobre todo en niños pequeños, suele haber fiebre y la causa no se identifica por lo que los médicos suelen realizar pruebas para descartar la ITU como causa de fiebre si no hay otros síntomas. A partir de los dos años de edad suelen aparecer además de la fiebre, estreñimiento, dolor abdominal y/u orina maloliente, dolor o escozor al orinar y cambios en la micción. No son raros los vómitos. Normalmente, si hay sospecha de ITU bacteriana, y dependiendo de la gravedad de los síntomas, se instaura tratamiento antibiótico mientras se esperan los resultados de los test, principalmente el cultivo de orina.

¿Qué otras infecciones causadas por bacterias existen?

Hay otras infecciones de origen bacteriano, algunas graves, que gracias a la aplicación del calendario vacunal son cada vez menos frecuentes en la población

  • Meningitis. La inflamación de las meninges -las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal- es una de las enfermedades más graves en la infancia. Es muy poco frecuente pero de contraerse se considera una emergencia médica y requiere hospitalización inmediata ya que  ocasiona una alta tasa de mortalidad y de complicaciones neurológicas graves. El germen causante puede ser una bacteria, un virus o incluso un hongo. La más frecuente es la vírica pero en los casos de meningitis bacteriana la gravedad es aún mayor.  Se caracteriza, entre otros síntomas, por dolor de cuello y rigidez en la nuca, fiebre elevada, cefalea, vómitos y movimientos anormales. Si se sospecha, se realiza una toma de líquido cefalorraquídeo mediante punción. De forma inmediata se instaura un tratamiento antibiótico a la espera de los resultados de la prueba. Esta muestra se cultiva y en función de la causa se instaura el tratamiento, que si es bacteriana requiere de antibióticos. Es importante seguir adecuadamente el calendario vacunal, ya que existen vacunas para evitar las meningitis bacterianas causadas por bacterias como meningococo, haemophilus o estreptococo.
  • Tétanos. Se trata también de una enfermedad potencialmente mortal, aunque, en la actualidad, se detectan pocos casos en los países desarrollados gracias a la vacunación. La bacteria causante produce una toxina que afecta al sistema nervioso e interfiere en su actividad, lo que genera rigidez y contracciones involuntarias en los músculos (espasmos), sobre todo en mandíbula y cuello. La parálisis muscular puede afectar a la capacidad de respirar y tragar. El tratamiento consiste en la limpieza a fondo de las heridas, antibióticos para detener la producción de la toxina, fármacos para neutralizar el tóxico ya producido por la bacteria, relajantes musculares y reposo. La vacunación es clave y es la causa de que apenas se detecten casos de tétanos en nuestro país. La vacunación implica varias dosis a diferentes edades por lo que es importantísimo respetar el calendario vacunal. Por desgracia, en países en vías de desarrollo donde la vacunación no esté extendida, es frecuente el tétanos neonatal con una altísima mortalidad. Por el contrario, en nuestro medio, esta forma de la enfermedad es prácticamente inexistente.
  • Tosferina. Es una infección respiratoria aguda muy contagiosa causada por una bacteria (bordetella pertussis), que puede afectar de manera importante a lactantes pequeños. Provoca fiebre leve, diarrea y, sobre todo, accesos fuertes de tos que pueden originar vómitos, pequeñas hemorragias y dificultades para respirar. Los ataques de tos suelen acabar en una inspiración profunda y prolongada con la emisión de un sonido agudo, el gemido ferino (de fiera). De ahí su nombre “tos-ferina”. Se trata con antibióticos, pero la vacunación es de nuevo la mejor manera de protegerse.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.