Insuficiencia cardiaca

Cada día, 45 españoles mueren a consecuencia de la insuficiencia cardiaca, una cifra que muestra que esta patología es una de las primeras causas de mortalidad cardiovascular. Además, la incidencia de esta enfermedad ha aumentado en los últimos años debido al envejecimiento de la población y a la mayor prevalencia de los factores de riesgo cardiovascular.

De la mano de la Fundación Española del Corazón, te contamos qué es la insuficiencia cardiaca, sus causas, síntomas, complicaciones y posible tratamiento.

¿Qué es la insuficiencia cardiaca?

La insuficiencia cardiaca se produce cuando hay un desequilibrio entre la capacidad del corazón para bombear sangre y las necesidades del organismo. Actualmente, es la primera causa de hospitalización en los mayores de 65 años en España, y afecta en torno al 6,8% de la población de más de 45 años. Sin embargo, podemos evitar su aparición si tomamos medidas y seguimos un estilo de vida cardiosaludable, controlando los factores de riesgo.


¿Qué clases existen?

Existen varios tipos de insuficiencia cardiaca:

  • Sistólica: cuando el corazón se contrae de manera inadecuada para bombear la cantidad de sangre que el organismo necesita, tanto en reposo como en ejercicio.
  • Diastólica: cuando el corazón se relaja con dificultad y la función de relleno de sangre es deficiente.
  • Mixta: sisto/diastólica.

¿Cuáles son sus causas?

Hay distintos factores que pueden dar lugar a la insuficiencia cardiaca pero los más frecuentes son:

  • Hipertensión arterial.
  • Enfermedad coronaria (infartos, angina de pecho).
  • Valvulopatías.
  • Enfermedades del miocardio.
  • Causas infecciosas.

 ¿Qué síntomas presenta?

La insuficiencia cardiaca puede ser una enfermedad que no presente síntomas durante mucho tiempo a lo largo de la vida (llamada fase asintomática). Una vez que aparecen, los síntomas predominantes son:

  • Disnea (fatiga respiratoria en esfuerzo o en reposo).
  • Ortopnea (dificultad respiratoria al estar tumbado).
  • Adinamia o falta de fuerza generalizada.
  • Palidez de piel y de mucosas (por mala circulación y anemia).
  • Edemas (hinchazón de pies y tobillos que dejan huella cuando se los presiona con el dedo).
  • Trastornos digestivos (flatulencia, digestiones lentas, hígado congestivo, ascitis…).
  • Aumento de peso (por la retención de líquidos).
  • Disminución del volumen de orina.
  • Venas más visibles, sobre todo en el cuello.

¿Cuáles son las complicaciones más frecuentes?

La insuficiencia cardiaca suele presentarse con descompensaciones que incluyen períodos de agravamiento por la fatiga o la retención de líquidos por lo que, en muchos casos, obliga a un ingreso hospitalario.

En otros pacientes, las complicaciones aparecen en forma de sucesos repentinos como arritmias graves, angina o infarto, que pueden incluso desembocar en muerte súbita, es decir, en la aparición repentina e inesperada de una parada cardiaca.


¿Cuál es su diagnóstico y tratamiento?

Para diagnosticar si el paciente padece insuficiencia cardiaca, el especialista realizará una detallada

historia clínica:

  • Factores de riesgo cardiovascular en el paciente.
  • Antecedentes de cardiopatía isquémica.
  • Hipertensión o diabetes.
  • Antecedentes familiares de miocardiopatías o enfermedades valvulares.
  • Infecciones recientes.
  • Síntomas relacionados con la tolerancia al esfuerzo.
  • Hinchazón.
  • Alteraciones del ritmo cardiaco.
  • Exploración física para comprobar la tensión arterial y la frecuencia cardiaca.
  • Auscultación cardiaca y pulmonar.
  • Exploración abdominal.

En algunos casos serán necesarias pruebas complementarias como analíticas, un electrocardiograma o ecocardiograma, radiografías de tórax o una prueba de esfuerzo.

Una vez realizado el diagnóstico, existen tratamientos eficaces para retrasar la progresión de esta enfermedad y mejorar la calidad de vida del paciente. Para ello, el especialista tratará la causa, llevará un control del peso y de la ingesta de líquidos, recomendará una dieta baja en sal y determinará el tipo de fármacos más indicados en cada caso.

Algunos de estos fármacos son:

  • Diuréticos: mejoran los síntomas congestivos y rebajan la hinchazón o la congestión pulmonar.
  • Vasodilatadores: reducen la carga con la que debe trabajar el corazón, aumentan su rendimiento y rebajan la tensión arterial.
  • Betabloqueantes: disminuyen las pulsaciones y mejoran el pronóstico vital, y son imprescindibles si la función del corazón está disminuida.
  • Inhibidores de la aldosterona: aumentan el volumen de orina reduciendo la disnea y los edemas y son necesarios ya que mejoran la supervivencia en los pacientes con función del corazón disminuida y síntomas.

En aquellos casos en los que, a pesar del tratamiento, el paciente continúe con síntomas, tenga alteraciones determinadas en el ecocardiograma y presente una función del corazón disminuida (menor al 35%), será necesario implantar un dispositivo (desfibrilador automático implantable, marcapasos o resincronizador biventricular). Este dispositivo, en los pacientes con una esperanza de vida adecuada, puede mejorar los síntomas o disminuir la probabilidad de muerte repentina.

Además, como último recurso, si el paciente no mejorase con ninguno de los tratamientos citados, se podría plantear el trasplante cardiaco (según la edad y la presencia de otras enfermedades o complicaciones).

10 Consejos para prevenir la insuficiencia cardiaca

  • 1. Mantén una alimentación saludable y equilibrada.
    Evita una alimentación alta en grasas que puede dañar tu corazón y arterias. En su lugar, apuesta por una dieta rica en verduras, frutas, cereales integrales y legumbres.
  • 2. Limita el consumo de sal.
    No debemos superar los 5 o 6 gramos de sal al día; el equivalente a una cucharadita. Esta medida debe incluir la sal que tienen los alimentos o la que se añade durante la transformación de estos.
  • 3. No abuses del azúcar.
    Según la OMS, la cantidad de azúcar diaria máxima es de 25 gramos, lo que equivale a unos tres sobres de azúcar.
  • 4. Evita el alcohol.
    En situación normal, ingerir alcohol en cantidades pequeñas, uno o dos vasos de vino al día o una caña de cerveza, puede no ser perjudicial para tu corazón. Sin embargo, por su cardiotoxicidad, el alcohol no es recomendable si padeces insuficiencia cardiaca, ya que puede debilitar tu corazón y causar la patología denominada miocardiopatía dilatada de origen alcohólico.
  • 5. Di adiós al tabaco.
    Recuerda que la posibilidad de padecer una enfermedad de corazón es proporcional a la cantidad de cigarrillos que fumes al día y al número de años que lleves con este hábito nocivo. El tabaco es el factor de riesgo cardiovascular más importante, ya que la incidencia de la patología coronaria en los fumadores es tres veces mayor que en el resto de la población.
  • 6. Haz ejercicio diario de manera moderada.
    Camina, nada o monta en bicicleta durante unos 40 minutos. Fortalecerás los músculos del corazón y evitarás la aparición de patologías cardiovasculares.
  • 7. Vigila tu peso.
    Mantén un peso corporal saludable y estable: protegerás tu corazón de posibles afecciones crónicas.
  • 8. Controla la hipertensión.
    Realiza controles periódicos de tu tensión arterial, ya que es el primer factor de riesgo cardiovascular. Debes de evitar que la tensión máxima o sistólica esté por encima de 140 y/o la mínima o diastólica sea más alta de 90.
  • 9. Duerme bien y las horas adecuadas.
    Si llevas hábitos de vida saludables y duermes un mínimo de siete horas al día, reducirás hasta en un 65% el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y hasta en un 83% el riesgo de morir por enfermedad cardiovascular.
  • 10. Consulta a tu médico ante la aparición de cualquier síntoma.
    Este realizará los exámenes y pruebas pertinentes para conocer la causa de esos síntomas y verificará contigo la presencia de factores de riesgo, tales como presión arterial alta, colesterol o diabetes.

Fuentes

Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.