Lesiones en Semana Santa

El riesgo de lesiones en las actividades típicas de la Semana Santa

La Semana Santa en España es una época vacacional y festiva que, para la mayoría de la población, suele ser sinónimo de viajes, descanso, visitas culturales o tradiciones religiosas. Sin embargo, para diferentes colectivos, como las personas que participan en las procesiones religiosas o el personal dedicado a trabajos de hostelería, estos días de mayor esfuerzo físico pueden suponer un riesgo para su salud, en forma de lesiones musculares o dolor en diferentes articulaciones, como el cuello, la espalda, las rodillas y los pies.

Si tomamos parte activa como uno de estos protagonistas en las jornadas festivas, la clave para protegernos de dolencias de importancia pasa por prevenir, tratar y aliviar, en ese orden y con una serie de medidas asociadas en cada momento.


Tipos de lesiones según la actividad

Costaleros, nazarenos, penitentes, horquilleros, cofrades, músicos acompañantes de los pasos… son muchos los participantes que tienen algún papel en las procesiones y que pueden sufrir lesiones debidas al peso que sostienen o a las posturas que realizan.

Los costaleros son los encargados de llevar a hombros los distintos pasos que recorren las calles en procesión. Estas imágenes, realizadas en madera y orfebrería, se apoyan sobre el cuello y el hombro de los costaleros. La media de peso que aguanta cada uno de ellos suele estar en unos 35 kilos, aunque en momentos puntuales pueden llegar a soportar muchos más kilos de peso. Las zonas cervical y lumbar son las más castigadas; en concreto, la séptima vértebra cervical (C7) es la que más carga soporta. Además, las rodillas y los músculos de las piernas se ven afectados por los esfuerzos repetitivos a la hora de subir y bajar las imágenes. Por todo ello, las roturas fibrilares, los tirones y espasmos musculares, la inflamación de las articulaciones, atrapamiento de raíces nerviosas en la parte superior del tronco e incluso la aparición o el agravamiento de hernias discales son el tipo de lesiones que más suelen sufrir este grupo de personas.

Por su parte, los horquilleros tienen su punto débil en la articulación de la clavícula y la cintura escapular, mientras que los músicos suelen resentirse de tensiones musculares en brazos, codos, hombros y manos, por repetir siempre los mismos movimientos con el instrumento, y, particularmente, tendinitis en codo y hombro en los encargados de bombos y tambores.

Por último, nazarenos, cofrades, penitentes y los espectadores que asisten a las procesiones sufren más en la zona de los pies y piernas, por permanecer mucho tiempo de pie en posición de espera, y suelen manifiestan dolores en los pies e incluso calambres en los gemelos y síntomas de piernas cansadas.


La preparación con tiempo, fundamental

Dado que la actividad de todos los participantes en las procesiones requiere un trabajo físico intenso y mantenido durante horas, es importante contar con una adecuada condición física y una musculatura bien tonificada.

La forma de lograrlo es con una preparación previa y entrenamientos progresivos. Según los expertos, el tiempo recomendado para comenzar a prepararse es, aproximadamente, tres meses antes de las procesiones. Durante este tiempo, conviene entrenarse y ensayar de forma específica para esta actividad, con un programa de ejercicios pensados para fortalecer los músculos y adquirir resistencia. Lo habitual entre los grupos de costaleros es ensayar lo cual redundará en una mejor coordinación el día de la salida.

De igual modo, no está de más intentar no repetir posturas incorrectas o movimientos bruscos en las actividades cotidianas, que pueden desembocar en una lesión o contractura muscular. Visitar a un fisioterapeuta de forma regular durante el periodo de entrenamiento y, sobre todo, los días antes de la jornada de la procesión también ayudará a la musculatura no llegue sobrecargada.

Y es que el participante debe tomar conciencia de la necesidad de hacer todo lo que esté en su mano de cara a proteger de alguna manera las zonas que más van a sufrir ese día, e intentar así, evitar un dolor agudo, una lesión concreta o un problema crónico que, pese a todas las precauciones, siempre pueden llegar a producirse.

Así mismo, también es conveniente tener bajo control ciertos factores de riesgo (como el estrés, el sedentarismo o el tabaquismo) y llegar al día de la procesión con unos niveles de colesterol y tensión arterial y un peso adecuados. Además de incorporar una serie de hábitos de salud a nuestra rutina para conseguirlo, lo mejor es acudir al médico rehabilitador o fisioterapeuta para realizarnos un reconocimiento de salud general los días previos a la jornada de la procesión, de cara a la intensa actividad.

El día clave: ejercicios antes, durante y después

Podemos distinguir tres momentos clave el día de la procesión y una serie de ejercicios que pueden ayudar a desarrollar el esfuerzo físico de forma lo más segura posible para la salud:

Antes de la procesión

  • Minutos antes de realizar el esfuerzo físico, calienta bien todas las articulaciones y estira los músculos más importantes.
  • De forma más específica, realiza ejercicios para fortalecer las zonas que más vayas a forzar, según cuál sea la actividad que vayas a llevar a cabo.

Durante la procesión

  • Mantén la postura correcta: si eres costalero, permanece con la cabeza erguida y la mirada al frente para evitar lesiones en el cuello; contrae la musculatura abdominal y lumbar y aguanta con el tronco erguido y la espalda recta. Igualmente, pisa con toda la planta del pie, sin flexionar la articulación del codo, que debe estar relejado, y con las rodillas ligeramente flexionadas.
  • Aprovecha las pausas en las marchas para hacer estiramientos y revisar las protecciones por si se han aflojado o movido.
  • Si no participas directamente, pero eres espectador, y para que no sufras demasiado estando varias horas de pie, intenta descansar la espalda apoyándola en una pared y reparte tu peso apoyándote en un pie y en otro de forma alterna.

Después de la procesión

  • No pares de caminar de forma brusca, sino que es mejor detenerte lentamente, y seguir moviéndote para enfriar el cuerpo con lentitud.
  • Realiza estiramientos para relajar la musculatura.

10 Claves para prevenir lesiones en Semana Santa

Si vas a realizar esfuerzo físico el día de la procesión, además de poner en práctica ciertos ejercicios concretos, conviene que tengas presentes varias medidas generales que te ayudarán a sobrellevar la intensa jornada. No está de más que las personas que no participan de forma activa también conozcan estas claves:

  • 1. El estrés, bajo control.
    Disminuir y controlar nuestros niveles de tensión o estrés reducirá el riesgo de que aparezcan dolencias o lesiones. Además, hay que procurar dormir ocho horas la noche anterior a la procesión.
  • 2. Practica actividad física con regularidad.
    A modo de entrenamiento, previamente conviene practicar ejercicio físico de forma regular, aproximadamente, desde tres meses antes de las procesiones. Y aún mejor: realizar una actividad específica para el esfuerzo intenso que se va a desarrollar durante el paso, sobre todo si los costaleros no se dedican a una actividad profesional que requiera esfuerzo físico. No pueden faltar los ejercicios de estiramiento al finalizar la actividad y durante las paradas en la marcha.
  • 3. Acude a una revisión médica personalizada y previa.
    Visitar al fisioterapeuta o médico rehabilitador días antes de Semana Santa nos servirá para asegurarnos una salud óptima y un estado del cuerpo adecuado de cara a la intensa actividad.
  • 4. Estudia y sé consciente de las posturas.
    Conocer cuál es la alineación ideal de las articulaciones repercutirá en un menor riesgo de lesión al portar las imágenes en los pasos de la procesión. Lo más correcto es mantener la mirada al frente y lo más recta posible, para disminuir la tensión muscular y articular en las cervicales. Hombros y brazos abajo, relajados, y apoyar los antebrazos, si es posible, en la estructura metálica o en el brazo del compañero. Las rodillas han de estar ligeramente flexionadas en todo momento.
  • 5. Calienta y ejercítate antes de salir.
    Durante los diez o quince minutos antes de salir con el paso, hay que calentar para preparar los músculos ante el próximo esfuerzo y realizar ejercicios específicos para fortalecer las zonas que vayan a verse afectadas. Si en algún momento, durante la actividad, te mareas, o sientes pinchazos u hormigueos en los músculos avisa a tus compañeros o responsables para poder parar y descansar un poco.
  • 6. Usa calzado y ropa adecuada.
    Es fundamental utilizar zapatillas cómodas y ya usadas para evitar rozaduras, callos…; con suela resistente que absorba bien los impactos; los cordones correctamente atados para no tropezar y el tobillo bien sujeto, para evitar torceduras. Y la ropa, que sea holgada, cómoda, sin costuras que puedan producir rozaduras. Si eres espectador, protégete también del sol directo y de las temperaturas –ya sean frías o más calurosas-, con los elementos adecuados (gafas de sol, gorra o sombrero, ropa).
  • 7. Hidrátate y come regularmente.
    Beber agua en pequeñas cantidades, antes, durante y después de la actividad, ayudará a evitar una posible deshidratación. No pases muchas horas sin comer, tanto si eres participante activo, como si estás viendo la procesión.
  • 8. Cuenta con la ayuda de soluciones de movilidad. 
    Fajas, muñequeras, rodilleras, medias de compresión, soluciones podológicas para prevenir callos, rozaduras o ampollas en los pies… Podemos acudir a la farmacia, donde el profesional farmacéutico nos aconsejará sobre cuál es el mejor artículo que podemos utilizar el día señalado, ya sea para reforzar o para proteger nuestras articulaciones, zonas sensibles o músculos de posibles sobrecargas o molestias. Si ya tienes una lesión o dolencia previa, busca productos destinados a aliviarla para que no te dé problemas durante el esfuerzo.
  • 9. Busca el alivio final. 
    Nada más terminar la actividad es recomendable realizar estiramientos para relajar la musculatura, así como masajear e hidratar los pies. Además, podemos ayudarnos de la terapia térmica para aliviar las zonas afectadas: zona cervical, lumbares, hombros y articulaciones. Y, de nuevo, hidrátate poco a poco y también ve ingiriendo progresivamente alimentos conforme te vas recuperando.
  • 10. No olvides los cuidados a posteriori.
    Tras acabar la Semana Santa, es recomendable acudir al médico o a un centro de fisioterapia para solucionar posibles lesiones, molestias, excesos de tensión muscular…

Fuentes

Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.