Obesidad y sobrepeso infantil

¿Qué son el sobrepeso y la obesidad infantil?

El sobrepeso y la obesidad infantil son el aumento de peso debido a un incremento excesivo de la grasa corporal que, en este caso, afecta a niños y niñas. En la actualidad, constituye un motivo creciente de preocupación para la sociedad, debido a que el número de menores con exceso de peso continúa aumentando década tras década. La obesidad se acompaña habitualmente de manifestaciones metabólicas, físicas y psíquicas.

Se considera uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI, ya que los menores afectados tienden a mantenerse obesos cuando son mayores. Esto implica presentar un mayor riesgo de sufrir enfermedades crónicas que se presentan en el adulto, pero que tienen base nutricional en la infancia. Algunos ejemplos son la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial, diversos problemas respiratorios e inflamatorios e, incluso, algunos tipos de cáncer.

La obesidad y el sobrepeso tienen, además, un gran impacto en el estado psicológico y emocional del niño o niña. Todo ello deriva en una escasa autoestima, imagen corporal negativa y, en ocasiones, depresión.

Los síndromes genéticos y/o endocrinológicos representan tan solo el 1% de la obesidad infantil. El 99% restante corresponde al concepto de obesidad nutricional, simple o exógena. El sedentarismo, los malos hábitos nutricionales y los cambios sociodemográficos que han tenido lugar en las últimas décadas son algunos de los factores involucrados en el avance de este problema, que podría mitigarse introduciendo cambios en la alimentación y el estilo de vida de los menores y sus familias.


¿A cuántos niños y niñas afectan en la actualidad?

De acuerdo al Estudio ALADINO de Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil Y Obesidad en España 2019, publicado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) a través del Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad, la prevalencia de sobrepeso era del 23,3% y la de la obesidad, del 17,3% ese año.

Por otra parte, de acuerdo al informe COSI, publicado por la Región Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS en 2023), España sigue siendo uno de los países europeos con mayor prevalencia de obesidad y sobrepeso infantil, a pesar de que la tasa haya decrecido ligeramente respecto a 2011 ―en concreto, ha disminuido un 2,9% el sobrepeso y un 1%, la obesidad―.


¿Qué causa el exceso de grasa corporal?

La principal causa de que se forme excesiva grasa corporal es el desequilibrio entre el consumo de calorías procedentes de la dieta y el gasto de energía del organismo. El exceso de calorías provoca, al principio, que aumenten los depósitos grasos del cuerpo en forma de tejido celular bajo la piel. Si se prolonga en el tiempo, la grasa empieza también a acumularse en el hígado, el páncreas y los músculos, lo que altera el funcionamiento de muchas células del cuerpo.

La principal causa de que se forme excesiva grasa corporal es el desequilibrio entre el consumo de calorías y el gasto de energía

Como veremos a continuación, este desequilibrio energético suele ser consecuencia de patrones de conducta no saludables basados en la ingesta de alimentos ricos en calorías como las grasas y los azúcares añadidos, un estilo de vida sedentario con escasa o nula actividad física y un número insuficiente de horas de sueño, en muchas ocasiones con poca supervisión de los adultos.


¿Cuáles son los factores de riesgo de la obesidad y el sobrepeso infantil?

Los factores que aumentan el riesgo de sufrir exceso de peso son muy numerosos y, generalmente, están vinculados entre sí. Destacan los siguientes:

Causas nutricionales, simples y exógenas (99% de los casos):

  • Hábitos alimentarios deficientes. Comer con regularidad alimentos con muchas calorías como comida rápida, productos horneados, snacks, dulces, postres y refrescos y bebidas azucaradas puede causar aumento de peso.
  • Falta de ejercicio. El sedentarismo, vinculado con frecuencia a actividades que implican pasar tiempo frente a una pantalla como ver la televisión, jugar a los videojuegos o usar el móvil o el ordenador, impide que el niño o niña “queme” las suficientes calorías.
  • Falta de sueño. Un descanso insuficiente puede también aumentar el riesgo de que el menor padezca exceso de peso.
  • Factores ambientales (familiares y socioeconómicos). Pertenecer a un nivel socioeconómico bajo o vivir en entornos degradados o poco seguros también aumenta la probabilidad de sufrir obesidad o sobrepeso, debido a que los recursos económicos para hacer una compra saludable son más exiguos y también es más difícil el acceso a lugares donde hacer ejercicio de manera segura. Asimismo, el nivel de estudios de los progenitores y el hecho de que estos fumen -sobre todo, el consumo de tabaco durante el embarazo por parte de la madre- o de que sufran sobrepeso incrementan la posibilidad de que su hijo o hija sufra este problema.
  • Factores psicológicos. El posible estrés que experimenta el niño o niña, sus progenitores o su familia puede aumentar el riesgo de padecer obesidad.  Por ejemplo, el menor puede comer de más para afrontar problemas, canalizar sus emociones o combatir el aburrimiento.
  • Factores relacionados con la percepción de los progenitores. Según el V Estudio CinfaSalud: “Percepción y hábitos de salud de las familias españolas sobre nutrición infantil”, avalado por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), la percepción de los padres y madres respecto al peso de sus hijos no se corresponde con la realidad en cuatro de cada diez casos (42,3%) y el 13,1% no tiene conciencia del sobrepeso u obesidad reales de su niño o niña.

Causas genéticas o endocrinológicas  (1% de los casos)

  • Factores genéticos y hormonales. Diversos estudios han determinado que puede haber un componente hereditario en la obesidad y el sobrepeso. En algunos casos, están causados por afecciones genéticas como el Síndrome de Prader-Willi o por enfermedades endocrinas como el hipotiroidismo. No obstante, según la Asociación Española de Pediatría (AEPED), los síndromes genéticos y endocrinológicos representan tan solo el 1% de los casos.

Otras causas

  • Factores relacionados con el nacimiento y los primeros meses de vida. También según la AEPED, constituyen factores de riesgo el poco o excesivo peso al nacer, el crecimiento rápido posnatal, la ingesta elevada de proteínas y de energía en los primeros meses de vida, una alta tasa de crecimiento durante los primeros doce meses de vida, la ausencia o poco tiempo de lactancia materna y la introducción precoz de la alimentación complementaria.
  • Determinados medicamentos. Algunos de los fármacos que pueden aumentar el riesgo de obesidad son la prednisona, el litio, la amitriptilina, la paroxetina, la gabapentina y el propranolol.

¿Qué consecuencias pueden tener en la salud de los niños y niñas?

Más allá de la estética, mantener un peso adecuado es una cuestión de salud, dado que la obesidad es un factor de riesgo de numerosos trastornos, tanto físicos como psicológicos. La obesidad y sobrepeso en  la infancia, aumenta la posibilidad de padecer complicaciones ya en esa época pero sobre todo al llegar a la edad adulta. Ejemplos de estas alteraciones son el colesterol alto y las enfermedades cardiovasculares —hipertensión, cardiopatías y accidentes cerebrovasculares—, diabetes tipo 2, dolores articulares en caderas, rodillas y espalda, problemas ortopédicos como pie plano o escoliosis, enfermedades respiratorias como la apnea obstructiva del sueño y el asma, reflujo gastroesofágico, litiasis biliar, hígado graso no alcohólico y algunos tipos de cáncer.

Igualmente, aumenta el riesgo de ser obeso durante la edad adulta, así como de sufrir muerte prematura y/o discapacidad.

Por otra parte, el sobrepeso y la obesidad pueden provocar problemas sociales y alteraciones psicológicas y emocionales como depresión, ansiedad y baja autoestima. 


¿Cómo sé si mi hijo sufre sobrepeso u obesidad?

En la población adulta, se mide por medio del índice de masa corporal (IMC), que indica la relación entre el peso y la estatura y se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su altura en metros (kg/m2). De acuerdo a los resultados, están establecidos internacionalmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) los siguientes puntos de corte:

  • IMC inferior a 18,5: bajo peso.
  • IMC entre 18,5 y 24,9: peso saludable.
  • IMC entre 25 y 29,9: sobrepeso.
  • IMC entre 30 y 30,9: obesidad
  • IMC de 40 o superior: obesidad mórbida.

Sin embargo, en los niños y adolescentes, la media del IMC varía durante el desarrollo con la edad y el sexo: asciende rápidamente durante el primer año, disminuye de manera gradual desde los primeros doce meses hasta los cinco o seis años y, después, vuelve a elevarse progresivamente, especialmente durante la adolescencia, hasta estabilizarse al llegar a la edad adulta.

Por este motivo, en niños y adolescentes no pueden utilizarse los mismos puntos de corte fijos del IMC que con los adultos, sino que se establecen como porcentajes respecto a la media en ese rango de edad, con los conocidos como “percentiles”.

El percentil 85 se considera exceso de peso y 95 constituye el punto de corte que indica obesidad. Por tanto, para que los padres puedan conocer el estado ponderal de su hijo o hija, es fundamental que el pediatra realice el seguimiento evolutivo del IMC del menor en relación a las tablas de referencia.

Otra manera de evaluar si hay o no sobrepeso y obesidad es medir con una cinta métrica la circunferencia de la cintura para valorar la cantidad de grasa acumulada en ella.


¿Cómo se tratan el sobrepeso y la obesidad infantil?

El objetivo del tratamiento es disminuir el peso corporal y la masa grasa del menor para asegurar un crecimiento normal mediante cambios en los hábitos alimenticios y el incremento de la actividad física. Para alcanzar esta meta y conseguir también que el peso ideal se mantenga, es necesario que toda la familia, no solamente los niños y niñas, aprenda a llevar un estilo de vida saludable y que los progenitores se comprometan con estos cambios.

Según la Asociación Española de Pediatría (AEPED), los planteamientos terapéuticos con más éxito incluyen dietas bajas en calorías, educación en nutrición, modificación de la conducta y realización de actividad física moderada durante al menos treinta o sesenta minutos al día. Es decir, es necesario un tratamiento multidisciplinar que combine la acción de pediatras, dietistas, especialistas en educación física, enfermeras y psicólogos.

De acuerdo a esta entidad, solo en muy raras ocasiones se necesitan grandes restricciones calóricas. En niños de seis a once años con obesidad moderada, es suficiente una reducción del 30-40% de las kilocalorías diarias que se logra mediante una dieta equilibrada (25-30% de grasa, 50-55% de hidratos de carbono y 15-20% de proteínas, repartidas en cinco o seis comidas), lo cual les permite perder medio kilogramo al mes.

En el caso de obesidad grave, puede ser necesario recurrir a dietas muy bajas en calorías (entre seiscientas y novecientas kilocalorías por día) durante periodos cortos, siempre bajo el control y seguimiento adecuados por parte de un profesional sanitario, que garanticen el correcto crecimiento y desarrollo del niño o niña.

En el caso de adolescentes con obesidad grave que no han logrado adelgazar mediante la modificación de los hábitos de vida, la cirugía puede constituir una opción. No obstante, deben tenerse en cuenta los riesgos y complicaciones que esta conlleva y tener presente que, en ningún caso, una intervención quirúrgica reemplaza la necesidad de seguir una dieta saludable y practicar actividad física con regularidad.

10 claves para conseguir que nuestros hijos e hijas se alimenten bien:

Para evitar los efectos negativos que la obesidad produce en la salud de los niños y niñas tanto a corto como a largo plazo, el V Estudio CinfaSalud: “Percepción y hábitos de salud de las familias españolas sobre nutrición infantil” recomienda seguir las siguientes pautas:

  • 1. Recupera en casa la dieta mediterránea.
    La dieta española de toda la vida incluye todos los nutrientes que el menor necesita para un correcto crecimiento, gracias a los alimentos de gran calidad nutricional de los que se compone: el aceite de oliva, el pescado, las legumbres y cereales (pan, pasta y arroz), los lácteos, los huevos, las frutas, las verduras, el yogur y los frutos secos. El agua será siempre su mejor complemento.
  • 2. Asegúrate de que tus hijos comen cinco veces al día.
    Los pediatras y nutricionistas españoles recomiendan la distribución de la ingesta de calorías en cinco comidas diarias: un desayuno completo –esencial para que el escolar llegue a la escuela con energía-, almuerzo de media mañana, comida, merienda y cena a una hora temprana. De esta manera, se aseguran todos los nutrientes necesarios y se evita el picoteo entre horas.
  • 3. Guíate por la pirámide alimentaria.
    Constituye una herramienta muy útil para conocer las raciones de los alimentos y la frecuencia con que deben tomarse. Explícasela y diseñad juntos menús que cumplan los criterios que marca la pirámide.
  • 4. Evita los alimentos que engordan, pero no alimentan.
    El consumo de fritos, bollería, dulces y snacks debe constituir una excepción, pues contienen excesivos azúcares, grasas saturadas, sal y energía, además de no aportar apenas micronutrientes. Lo mismo sucede con la comida rápida: no la conviertas en un rito semanal.
  • 5. Comed en familia.
    Organizad los horarios para poder comer juntos al menos una vez al día y aprovechad ese momento de reunión para charlar, bromear y hacer planes. Y acuérdate de predicar con el ejemplo: los más pequeños observan e imitan los hábitos de los mayores y aprenden de ellos.
  • 6. En la mesa, aparcad el móvil y la televisión.
    La atención de niños y progenitores debe centrarse en la comida y en quienes se sientan a la mesa. Los dispositivos tecnológicos interrumpen o anulan la conversación familiar, por lo que es recomendable dedicar ese rato a hablar con los tuyos y dejar para otro momento los mensajes, el teléfono o la tele.
  • 7. Llévatelos a hacer la compra.
    Pídeles ayuda para elaborar la lista y, una vez en el supermercado, que se hagan cargo de una parte. Enseña a los más mayores a interpretar las etiquetas y comenta con ellos los valores nutricionales de los productos.
  • 8. Prepara los alimentos de maneras diversas y pídeles que cocinen contigo.
    Alternar alimentos asados, hervidos, a la plancha, guisados o crudos en gazpachos y ensaladas convertirá comer en un hábito variado y estimulante. Enséñales algunas técnicas culinarias sencillas o divertidas y pídeles que te ayuden a decorar los platos.
  • 9. Ponles en movimiento.
    Anima a tus hijos a realizar ejercicio, pero también a reducir el número de horas que pasan frente a la televisión y los videojuegos. Sobre todo, aliéntales a llevar una vida activa, en la que caminen, paseen o suban escaleras de manera cotidiana. El ejercicio en familia es una muy buena forma para que adquieran ese hábito.
  • 10. Asegúrate de que duermen más de diez horas.
    Las sociedades científicas recomiendan que los escolares de entre seis y doce años duerman más de diez horas como una herramienta más de combate contra el sobrepeso. Además, todos los niños y niñas necesitan descansar bien para poder afrontar su jornada de juegos y escuela.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.