Pruebas de audición infantil

¿Por qué se evalúa la audición en los recién nacidos?

Según la Asociación Española de Pediatría, 5 de cada 1000 niños nacen en España con algún tipo de sordera y 1 de cada 1000, con sordera profunda. Es decir, es un problema poco frecuente que, sin embargo, es necesario detectar cuanto antes: una correcta audición es imprescindible para el desarrollo del lenguaje y la comunicación del bebé.

El niño empieza a aprender a hablar y a adquirir el lenguaje ya en los primeros seis meses de vida. En esta etapa, generalmente, escucha sonidos y voces a su alrededor y aprende a hablar imitándolos. Y, durante los tres años siguientes, su cerebro continuará desarrollándose y madurando, por lo que también resultan cruciales para su aprendizaje del lenguaje.

Pero, si existe pérdida de audición y esta no se diagnostica, el niño puede no ser capaz de hablar ni de comunicarse con su entorno. En consecuencia, puede verse alterado también su desarrollo emocional, social y escolar.

En cambio, si la sordera o hipoacusia se diagnostica de manera precoz, puede iniciarse el tratamiento adecuado a edades tempranas, lo que permitirá al niño desarrollar mejores habilidades de lenguaje que aquellos que no reciben ayuda y, por tanto, elevar su calidad de vida.

Por este motivo, la prueba de la audición debe realizarse a todos los recién nacidos, preferiblemente antes de que abandonen el hospital o, en su defecto, en su primer mes de vida.


¿Qué prueba auditiva se realiza y en qué consiste?

Para valorar la capacidad de audición de un recién nacido, pueden realizarse dos pruebas distintas. Ninguna de ellas es dolorosa o molesta para el bebé:

  • Potenciales Evocados Auditivos de Tronco Cerebral Automatizados (PEATC-A). Se trata de una prueba especial para recién nacidos, que se realiza cuando el niño está tranquilo o, incluso, dormido. En concreto, evalúa la respuesta al sonido del nervio auditivo y del tronco encefálico, que, en condiciones normales, transportan el sonido del oído al cerebro. Para ello, se colocan al bebé unos auriculares alrededor de cada oído o un pequeño dispositivo en el conducto externo de ambos oídos y se recogen las señales que llegan al cerebro mediante unos electrodos colocados en la cabeza. Estos se adhieren y desprenden con facilidad, sin provocar molestias al bebé.
  • Otoemisiones acústicas. Esta prueba evalúa si ciertas partes del oído responden al sonido. Con este fin, se inserta en el conducto auditivo del bebé una pequeña sonda en forma de auricular de espuma suave, que emite una serie de sonidos y mide la respuesta en una zona del oído llamada cóclea.

¿Cuándo se realiza la prueba de audición?

Habitualmente, la prueba se hace en las primeras 12-48 horas de vida del niño, antes de que reciba el alta y abandone el hospital o maternidad.

Si por cualquier motivo no se lleva a cabo en este periodo, la prueba auditiva debe realizarse durante el primer mes de vida.


¿Cuándo es especialmente importante hacer la prueba?

La prueba de audición debe realizarse en todos los casos, pero es crucial si el recién nacido presenta mayor riesgo de padecer hipoacusia. Por ejemplo, si hay antecedentes familiares de sordera, si se han producido infecciones durante el embarazo o cuando, a lo largo de este, se hayan administrado determinados medicamentos.

El riesgo es mayor también en niños prematuros, nacidos con bajo peso o que hayan sufrido problemas durante el parto o tras el nacimiento.


¿Qué tipo de resultados pueden dar las pruebas auditivas?

Si el bebé supera la prueba, se considera que su audición en ese momento no está alterada. De todas maneras, la sordera puede desarrollarse más tarde, por lo que los padres deben mantenerse vigilantes y ante cualquier señal de sospecha de dificultad auditiva, comentarlo a su pediatra.

Si no supera la prueba de audición, la familia deberá acudir a la consulta de otorrinolaringología, donde se le practicarán al bebé nuevas pruebas que confirmen o descarten alteraciones auditivas. Es importante recalcar que un resultado que no sea considerado normal no significa que el niño tenga sordera. De hecho, solo una pequeña parte de los niños que no superan el cribado inicial la padecen.

Es importante acudir al pediatra si pensamos que el niño no oye bien.

Tanto estos casos mencionados en el párrafo anterior como aquellos con mayor riesgo de hipoacusia aunque la primera prueba haya sido normal, deben ser sometidos a seguimiento por los especialistas de otorrinolaringología.

Los resultados definitivos de estas nuevas pruebas se conocen a los tres meses y, en caso de que se confirme la hipoacusia congénita, el tratamiento comenzará a los seis meses de vida.

De todas formas, si aun superando esta segunda fase de pruebas, los bebés han presentado factores de riesgo para aparición más tardía de sordera, se ha indicar un seguimiento periódico de su audición.

En cualquier caso, además de lo anterior, es necesario acudir al pediatra si pensamos que el niño no oye bien, si le cuesta iniciar una conversación o hay que repetirle las palabras a menudo. Hay que estar atento a su audición a lo largo de todo el desarrollo de los niños.


Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.