Queratosis actínica

¿Qué es la queratosis actínica?

Las queratosis actínicas (QA) o queratosis solares son lesiones que aparecen en la piel como consecuencia de la exposición frecuente o intensa a los rayos UV procedentes del sol o de fuentes artificiales como las cabinas de bronceado.

Estas manchas son una de las manifestaciones típicas del fotoenvejecimiento cutáneo. Por esa razón, suelen aparecer en las zonas que han estado expuestas al sol como la cara (en cualquier zona de ésta incluso en los párpados), las orejas, los labios -queilitis actínica, si aparece en el inferior-, el cuello, los hombros, los antebrazos, el dorso de las manos, las piernas, el escote o las zonas del cuero cabelludo afectadas por la alopecia.


¿Cómo es la queratosis actínica?

El aspecto de la queratosis actínica es variable. Suele manifestarse como pequeños parches de piel seca, ásperos y rugosos al tacto, cubiertos por escamas o costras, cuyas dimensiones oscilan desde un simple punto hasta los dos centímetros y medio de diámetro. El color puede ser muy variado, desde un tono rojizo, tostado, plateado, rosa, carne o mostrar una combinación de colores.

Igualmente, la queratosis actínica puede aparecer como una mancha plana ligeramente elevada o como un cuerno o protuberancia en la capa superior de la piel. En ocasiones, puede formarse una superficie dura, similar a una verruga, y también es posible que aparezca prurito, ardor y, en raras ocasiones, sangrado espontáneo.


¿Cómo evoluciona?

Durante mucho tiempo, se han considerado estas manchas como lesiones precancerosas que, si no se tratan, pueden evolucionar en algunos casos a un carcinoma escamoso invasivo. Sin embargo, durante los últimos años, los avances en la investigación han llevado a muchos expertos a considerar las queratosis actínicas como carcinomas escamosos in situ por sí mismos. Esto significa que hay células cancerosas, pero que se encuentran solamente en la capa más superficial de la piel.

Las lesiones pueden desaparecer espontáneamente, persistir sin cambios, o, como se ha comentado, evolucionar a carcinoma invasivo. Según datos publicados por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria en la revista Atención Primaria, esto último puede ocurrir entre el 5% y el 20% de los casos si no hay un tratamiento. En cambio, si se trata a tiempo, la queratosis actínica puede extirparse o resolverse y así prevenir el carcinoma de células escamosas. No olvidemos que cuanto más nos expongamos al sol o UV, más lesiones pueden aparecer y, por tanto, con el tiempo, evolucionar. De ahí la importancia de que una vez diagnosticadas se haga una prevención rigurosa para evitar la aparición de más lesiones.

En cualquier caso, el carcinoma escamoso invasivo es un tipo de cáncer de piel que generalmente no pone en riesgo la vida del paciente siempre que se detecte y trate a tiempo. Sin embargo, sí que requiere de tratamientos más agresivos en comparación con los de las queratosis actínicas.


¿A quién afecta?

La queratosis solar afecta con mayor frecuencia a personas de raza blanca, cabello y ojos claros y/o que se exponen al sol durante periodos prolongados sin protegerse adecuadamente. También es más frecuente por encima de los 40 años de edad precisamente por esa exposición continuada a lo largo de la vida

La crioterapia es uno de los principales tratamientos de la queratosis actínica.
La crioterapia es uno de los principales tratamientos de la queratosis actínica.

Es  uno de los motivos de consulta más frecuentes en las consultas de dermatología y casi toda la población puede manifestar alguna lesión compatible a partir de los 50 años.

Durante los últimos diez años se ha observado un aumento de su prevalencia y, dado el incremento de la esperanza de vida y los nuevos hábitos de exposición solar que se han extendido desde mediados del siglo XX, se prevé que siga creciendo.

En Europa, el 34% de los hombres y el 18% de las mujeres mayores de 70 años tienen QA. En nuestro país, un estudio realizado recientemente en el que están representadas las diferentes áreas geográficas sobre una población de 3.877 personas, refleja que la tasa de prevalencia fue del 28,6%, incrementándose al 60,4% en los mayores de 80 años. Esta prevalencia fue mayor en hombres que en mujeres. La región geográfica donde se observó una mayor incidencia  fue la costa mediterránea, seguido de la región Sur y el Norte. La ubicación más común para QA fue la cara (77,3%), por delante del cuero cabelludo (32%).

A pesar de estos datos, actualmente se cree que la QA continúa siendo una patología infradiagnosticada


¿Qué factores de riesgo existen?

Existen diferentes factores de riesgo a la hora de desarrollar queratosis actínicas:

  • Edad: tener más de 40 años.
  • No protegerse adecuadamente del sol.
  • Ser pelirrojo o rubio y tener los ojos azules o verdes.
  • Tener la piel clara -fototipo I o II- y tendencia a las pecas o a las quemaduras.
  • Trabajar o practicar deporte de manera habitual al aire libre o vivir en un lugar soleado.

También influye en la probabilidad de padecer esta patología el tener un sistema inmunológico debilitado debido a enfermedades como la leucemia, el linfoma o el VIH, a un trasplante de órganos o al uso de algunos medicamentos inmunosupresores. A su vez, aquellas personas con  antecedentes personales de queratosis actínica o cáncer de piel tienen más probabilidades de volver a padecerla.


¿Cómo se diagnostica y cuál es el tratamiento de la queratosis actínica?

Es importante acudir al médico ante la sospecha de una QA y de forma regular (al menos una vez al año) si se han superado los 50 años de edad o se ha padecido QA con anterioridad.

El médico llevará a cabo el diagnóstico con un examen en la piel e, incluso, una biopsia.

Los distintos tratamientos de la queratosis actínica dependen de la cantidad de lesiones, su localización, su distribución, la edad del paciente y su estado general de salud.

Si las lesiones son numerosas o están muy dispersas, puede ser necesario aplicar medicamentos tópicos -cremas, geles y soluciones tópicas- conteniendo activos específicamente dirigidos al tratamiento local. Estos fármacos son capaces de destruir el área de la piel afectada con un riesgo mínimo de cicatrización.

En el caso de que haya una o más lesiones aisladas, pueden llevarse a cabo los siguientes tratamientos para extirpar la lesión cutánea o una combinación de alguno de ellos:

  • Crioterapia. Es el tratamiento más común y consiste en la congelación de la zona con nitrógeno líquido, lo que provoca la descamación de la piel. Posteriormente, las células dañadas se desprenden y emerge piel sana.
  • Cirugía con láser. Esta técnica consiste en la aplicación de un rayo láser que vaporiza la lesión y permite que aparezca la piel sana.
  • Raspado (legrado). Este procedimiento requiere anestesia local, ya que el especialista utiliza un dispositivo llamado legra para raspar la lesión. Posteriormente, puede llevarse a cabo una electrocirugía en la que se corta y destruye el tejido afectado con una corriente eléctrica.
  • Terapia fotodinámica. Esta terapia se utiliza para las lesiones ubicadas en el rostro o el cuero cabelludo. Se aplica una sustancia química sensible a la luz y después se expone la piel a una luz especial azul o roja que destruye la queratosis.
  • Exfoliación química. Se aplica una sustancia química en la cara que hace que las capas superiores de la piel se desprendan y regeneren al cabo de unas semanas.

Tras el tratamiento, el paciente requerirá un seguimiento médico y revisiones periódicas, ya que la queratitis actínica se considera crónica y es muy probable que las lesiones vuelvan a aparecer.

En determinados casos, la queratosis actínica no precisa de tratamiento ya que puede desaparecer por sí sola. Esta regresión puede darse, sobre todo, si se reduce la exposición a los rayos UV y se protege la piel con un filtro solar, lo que no evita que se deba vigilar su evolución con consultas periódicas hasta constatar su desaparición.

Consejos para prevenir la queratosis actínica

Seguir las siguientes recomendaciones puede contribuir a prevenir y detectar de manera precoz la queratosis actínica:

  • 1. Protégete adecuadamente de los rayos ultravioleta.
    Es la forma más eficaz de reducir el riesgo de desarrollar queratosis actínica y, si ya ha aparecido, de que desaparezca por sí sola. Sea cual sea tu fototipo, debes aplicar las medidas de fotoprotección adecuadas cuando te expongas al sol. Es importante emplear como mínimo factores de protección 30 e incluso superiores en caso de piel clara. Si ya has sufrido con anterioridad estas lesiones, deberías optar por la protección total. Reduce la exposición al sol todo lo que puedas y usa gafas de sol dado que esta patología también puede afectar al área de piel que rodea al ojo. Para ampliar esta información puedes saber cuáles son estas medidas aquí.
  • 2. Revisa tu piel mensualmente.
    Sobre todo, si en tu caso existen factores de riesgo como tener la piel y/o los ojos claros o vivir en un lugar soleado. A menudo, la queratosis actínica es más fácil de sentir que de ver: la piel puede estar seca o áspera y puede haber dolor, sensibilidad, sensación de ardor, picor o pinchazos.
  • 3. Acude una vez al año a tu dermatólogo.
    El especialista revisará tu piel minuciosamente en busca de manchas o lesiones sospechosas que puedan revelar un crecimiento anormal de la piel. Es importante esta revisión especialmente si tienes un tipo de piel muy clara o antecedentes personales o familiares de lesiones dermatológicas por el sol.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.