Rabia

¿Qué es la rabia?

La rabia es una encefalitis (inflamación del cerebro) de origen viral y transmitida por la mordedura o rasguño de un mamífero infectado. Se trata de una enfermedad grave, que es mortal si no es tratada a tiempo.

El mamífero más implicado en su transmisión a humanos en Europa es el perro, existiendo hospedadores salvajes como el zorro rojo, el murciélago y otros pequeños mamíferos  carnívoros. En Estados Unidos los principales hospedadores son los mapaches, zorros y murciélagos.

Los síntomas inicialmente son similares a una gripe (debilidad, malestar, fiebre y dolor de cabeza). Conforme avanza la enfermedad aparecen agitación, ansiedad, delirio y alucinaciones, salivación excesiva e hidrofobia (los intentos por beber producen espasmos dolorosos de los músculos laríngeos y faríngeos lo que hace desarrollar temor al agua).

Es, por tanto, una zoonosis. Se trata de una enfermedad infecciosa que los animales vertebrados, tanto domésticos como salvajes, pueden transmitir al ser humano.

La rabia ocupa el décimo lugar entre las enfermedades infecciosas mortales. Aunque puede prevenirse fácilmente mediante vacunación, en nuestro medio la vacunación en humanos no es habitual ya que el número de casos es muy bajo, casi inexistente.

El tratamiento puede aliviar los síntomas, pero en muy pocas ocasiones permite la curación y, en caso de supervivencia, suelen quedar graves déficits neurológicos. Por este motivo, una vez se ha producido una posible exposición al virus, la persona debe recibir ese mismo día una inyección acción rápida de inmunoglobulinas para la rabia humana y la vacuna contra la rabia.


¿A cuántas personas afecta y dónde está presente?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hoy la rabia está presente en más de ciento cincuenta países y territorios y provoca miles de defunciones anualmente: 59.000, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). Ocurren sobre todo en Asia y África, donde el 40% de las víctimas son niños menores de quince años. En la actualidad, solamente están libres de esta enfermedad diez países o regiones: Reino Unido, Suecia, Islandia, Noruega, Japón, Singapur, Nueva Zelanda, Hawaii y Guam.

Según el Ministerio de Sanidad, España ha estado libre de rabia desde el año 1978, a excepción de un caso importado de Marruecos que se declaró en junio de 2013. No obstante, según el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Ceuta y Melilla comunican casos esporádicos de rabia en perros, gatos y caballos y, asimismo, el virus Lyssavirus europeo de murciélagos se ha detectado en diversas zonas de España y varios ejemplares infectados de estos animales han mordido a personas. Además, se ha descrito un nuevo Lyssavirus, Lyssavirus de murciélago Lleida, en un murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii) de Lleida. Varios murciélagos hortelanos meridionales (Eptesicus isabellinus) infectados por EBLV-1 han mordido a personas.

Por tanto, podrían aparecer en nuestro país casos humanos esporádicos por mordedura de murciélago o, en Ceuta y Melilla, por mordedura de perro. En  caso de un brote, el perro sería la especie principal en la posible aparición ya que la importación de un perro infectado es el escenario más probable.


¿Cómo se transmite la rabia?

El agente implicado, el virus de la rabia, pertenece a la familia Rhabdoiviridae del género Lyssavirus. Un gran número de mamíferos son hospedadores, aunque el perro es el reservorio principal cuando hay transmisión a humanos (ciclo doméstico). En Europa, gracias a la vacuna antirrábica en perros, prácticamente se ha eliminado el virus en estos, manteniéndose algunos reservorios salvajes: zorro rojo y, en Europa central y el Báltico, pequeños carnívoros salvajes como el perro mapache. En España, el zorro y el murciélago son los hospedadores principales en fauna salvaje.

Otros animales que pueden portar el virus son lobos, chacales y mofetas (no en nuestro medio), gatos e, incluso, animales de granja. Es muy poco común en conejos y en pequeños roedores como ardillas, ratones y hámsteres, aunque puede hallarse en cualquier animal de sangre caliente.

Como se comentaba al inicio, el virus se transmite principalmente a través de la mordedura o el arañazo profundo de un animal infectado o cuando su saliva ha entrado en contacto con las mucosas del organismo a través de la boca, ojos o heridas abiertas. Si la piel está intacta, el virus no puede penetrar en el organismo. No obstante, se ha demostrado la diseminación aérea en circunstancias especiales (aerosoles con gran cantidad de virus; por ejemplo en laboratorios o cavernas que albergan murciélagos). La transmisión de persona a persona es teóricamente posible, aunque sólo se ha descrito en casos de trasplantes de órganos (córneas, riñón, etc.).

Los síntomas pueden derivar en excitación extrema, alucinaciones y falta de coordinación.
Los síntomas al inicio son similares a los de la gripe como fiebre o malestar general

El perro o animal infectado puede transmitir la enfermedad desde que empieza a eliminar el virus por la saliva hasta que muere, tras un periodo que no suele superar los diez días tras manifestar los primeros síntomas. En casos de mordedura de perros a seres humanos es clave identificar al animal para que el perro sea puesto en observación (obligatorio en el protocolo español ante mordeduras de perro). Si en los 14 días que dura esta desde que se ha producido la mordedura, el animal sigue con vida, implica que no habrá podido transmitir la rabia mediante esa agresión. 

El contagio entre las personas es muy poco frecuente.  Por otra parte, el virus de la rabia deja de ser infeccioso cuando se expone a la luz del sol.


¿Qué síntomas presenta?

El periodo de incubación tras la exposición al virus dura de dos a ocho semanas, aunque puede variar en función de la localización de la herida, de la concentración y el tipo de virus, de la cantidad de tejido nervioso afectado y de la distancia de la herida al cerebro. Por este motivo, el período de incubación puede verse reducido a una sola semana y también se han descrito casos en los que ha llegado a durar un año.

Cuando comienza la infección, los primeros signos son similares a los de la gripe como fiebre, malestar general, dolor de cabeza y muscular y pérdida de apetito. También puede haber náuseas, vómitos, diarrea, sensación de hormigueo, adormecimiento y picor o quemazón en la zona de la herida. Igualmente, pueden presentarse comportamientos extraños como irritabilidad, agresividad, ansiedad y agitación.

Conforme el virus se desplaza al sistema nervioso central, el cerebro y la médula espinal se inflaman de manera progresiva. Posteriormente, el virus viaja desde el cerebro y la médula espinal a lo largo de otros nervios hasta las glándulas salivales y la saliva.

Por otra parte, desde el momento en que se inician los síntomas, esta enfermedad puede presentar dos formas:

  • Rabia furiosa. Se caracteriza por hiperactividad, excitación extrema, alucinaciones y falta de coordinación. La producción de saliva aumenta considerablemente y existe también dificultad para tragar, ya que la rabia afecta a la zona del cerebro que controla la deglución, el habla y la respiración. En consecuencia, se producen espasmos muy dolorosos. que el mero intento de beber agua desencadena. Ello provoca, a su vez hidrofobia -miedo al agua-, así como aerofobia -miedo a las corrientes de aire o al aire libre-. La dificultad para tragar y la mayor producción de saliva llevan a que se forme la característica espuma en la boca.

A medida que la enfermedad avanza por el cerebro, aumentan la confusión y la agitación hasta que se produce un estado de coma que provoca la muerte en el 99% de los casos a los pocos días. La causa suele ser una parada cardiorrespiratoria o insuficiencia respiratoria. Esta fase aguda de síntomas dura de 2 a 10 días.

  • Rabia paralítica. En el 20% de los casos, se produce la parálisis gradual de los músculos, que empieza afectando a los que se encuentran más cercanos a la herida, sin que exista afectación mental o se den el resto de los síntomas característicos de la rabia. Posteriormente, el paciente entra en coma lentamente y después fallece.

¿Cómo se trata?

Una vez se han iniciado los síntomas de la enfermedad, no existe ningún tratamiento conocido eficaz contra la rabia: es decir, no puede curarse, salvo en casos muy excepcionales. De hecho, se han documentado menos de 20 casos de supervivencia de seres humanos a la rabia cuando ya presentaba síntomas. Por este motivo, el objetivo es impedir que el virus entre en el sistema nervioso central después de que se produzca la mordedura o exposición a un animal sospechoso de estar infectado.

Por tanto, si se ha estado en contacto con cualquier tipo de animal silvestre o algún animal desconocido, particularmente si hubo mordedura o  rasguño, se debería contactar inmediatamente con un profesional médico para determinar el riesgo de rabia o de otras enfermedades.

La primera medida tras el contacto es lavar las heridas inmediatamente de forma exhaustiva, con agua y jabón, durante al menos quince minutos. Después busque atención médica. Es importante saber que, a diferencia de muchos otros animales que pueden tener rabia, muchos tipos de murciélago tienen dientes muy pequeños que pueden dejar marcas que desaparecen rápidamente.  Si no tiene certeza, busque consejo médico para su seguridad.

Es fundamental que cualquier persona que sospeche que puede haber estado expuesta al virus de la rabia reciba atención médica de inmediato. Incluso, aunque no haya sufrido ninguna mordida o arañazo. No debe olvidarse que la rabia en las personas es 100% prevenible a través de la atención médica inmediata y adecuada.

Esta consistirá en un nuevo lavado de la herida con un antiséptico y dos medidas urgentes de profilaxis postexposición. La primera es una inyección de acción rápida en la herida de inmunoglobulinas para la rabia humana o de anticuerpos monoclonales, que ofrece una protección inmediata mientras la vacuna, que se administra inmediatamente,  empiece a actuar, aunque solo a corto plazo.

La segunda es la administración de la vacuna contra la rabia, que estimula al organismo para que produzca anticuerpos contra el virus. Al iniciarse de manera más gradual, su protección es más duradera. Son necesarias cinco dosis, que se administran a lo largo de veintiocho días.

Cómo prevenir la rabia

Las siguientes medidas contribuyen a reducir el riesgo de contraer y desarrollar la enfermedad tanto en personas como en animales.

  • 1. Mantén al día las vacunas contra la rabia de tus mascotas.
    Todos los perros y gatos pueden ser vacunados contra esta enfermedad, aunque, en España, todavía no es obligatoria la vacuna en todas las comunidades autónomas. La vacuna es obligatoria en España salvo en Galicia y Cataluña, comunidad en la que se prevé que se haga obligatoria en 2024.
  • 2. Cuando viajes, no toques ni des de comer o juegues con animales salvajes o callejeros.
    Sé especialmente precavido con los mamíferos como perros, gatos o zorros, y con animales exóticos como monos. Si te acompañan niños o mascotas, asegúrate de que tampoco se acercan o juegan con ellos.
  • 3. En caso de sufrir una mordedura o arañazo sospechosos, lava inmediatamente la herida con agua y jabón durante al menos 15 minutos.
    A continuación, solicita atención médica urgente. Incluso en caso de no estar seguro de haber estado expuesto, consulta a un profesional sanitario para que juzgue si es necesaria la profilaxis postexposición.
  • 4. Si practicas espeleología, mantente alerta con los murciélagos.
    La exposición ocasional al aire de las cuevas no supone un riesgo, pero sí el contacto con estos animales. Por ejemplo, en los Estados Unidos, el contacto con murciélagos infectados es la principal causa de muertes relacionadas con la rabia en personas.
  • 5. Contacta con las autoridades de control de animales o con la Policía Municipal para ayudar a buscar al animal.
    Si te muerde o araña un animal  que pudiera estar infectado, puede ser necesario retenerlo y observar si presenta signos de rabia. Si conoces a su dueño, obtén toda la información acerca del animal, incluyendo las vacunas que ha recibido y el nombre y domicilio de su dueño.
  • 6. Vacúnate si tienes un riesgo de exposición elevado.
    Se recomienda la vacunación preexposición a personal de laboratorio que trabaje con virus de la rabia u otros Lyssavirus, personal sanitario que pueda atender a personas expuestas, manipuladores de fauna en la que haya murciélagos, personas que por su actividad laboral puedan estar expuestas a animales vectores de rabia en zonas endémicas, viajeros a zonas endémicas con dificultad de acceso a servicios médicos para la administración de profilaxis posexposición, y que vayan a realizar actividades de alto riesgo (que vayan a tener contacto directo con animales carnívoros o murciélagos o que van a realizar actividades en cuevas con contacto probable con murciélagos) y/o que van a vivir por periodos largos de tiempo en zonas de rabia endémica.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.