Salud bucodental

Así como sabemos que aspectos como la nutrición o la salud mental influyen directamente en nuestro bienestar general, también debemos ser conscientes de que la salud bucodental y el estado de nuestra boca son inseparables de nuestra salud integral.

De hecho, ignorar signos o síntomas de mal funcionamiento bucodental va en detrimento de nuestra salud.

¿Cómo es nuestra boca?

En los seres humanos, la boca es parte integral de la digestión, el habla y la respiración.

En primer lugar, es el lugar por donde se introduce la comida, que los dientes trituran mediante la acción de masticar. La digestión comienza también en la boca, gracias a las enzimas que las glándulas salivares mayores y menores segregan. De esta forma, los fallos en la capacidad masticatoria conllevan modificaciones e incluso déficits en la dieta y la nutrición, por la necesidad de adecuar los alimentos a la limitada habilidad de masticar, recurriendo a purés y comidas más blandas y renunciando a otros comestibles también necesarios.

En segundo lugar, el conjunto de la boca, los labios, la lengua y la cavidad nasal alteran las ondas sonoras originadas en la laringe para producir sonidos y palabras, permitiéndonos hablar de manera articulada.

Y en tercer lugar, la respiración (inhalar y exhalar el aire) se realiza a través de la cavidad oral y nasal.

Así mismo, la boca es una parte importante del conjunto del rostro y la expresión facial, con su consiguiente valor estético y social, a la hora de mostrar emociones.


¿Cómo es nuestra dentadura?

La dentadura humana adulta está formada por treinta y dos dientes que se clasifican en cuatro grupos: incisivos, caninos (también conocidos como colmillos), premolares (o bicúspides) y molares.

  • Incisivos: situados al frente de la dentadura, sirven para cortar los alimentos, por lo que sus puntas son planas y afiladas.
  • Caninos: se sitúan tras los incisivos y son cuatro (dos en la parte superior y dos en la inferior). Tienen una forma puntiaguda y afilada que permite desgarrar y triturar la comida.
  • Premolares: al lado de los caninos y son ocho –cuatro arriba y cuatro abajo-, y dotados de dos cúspides puntiagudas cada uno, que cortan y trituran los alimentos.
  • Molares: a continuación de los premolares se se ubican el primer, segundo y tercer molar, que sirven para moler los alimentos hasta que estén listos para ser tragados, por lo que son más anchos y resistentes que los premolares y cuentan con más crestas que estos.

¿Cuántos dientes tenemos? En este infográfico se pueden ver todos los dientes de una boca humana y dónde están situados.


¿Qué partes forman un diente?

Cada uno de los dientes está formado por:

  • Corona. Es la capa superior del diente y la única que se ve cuando la dentadura está sana.
  • Esmalte. Es la capa más externa de la corona. La compone un tejido calcificado que es la sustancia más dura del organismo .
  • Dentina. Es la capa que se encuentra inmediatamente debajo del esmalte y está formada por una sustancia de tipo óseo. Contiene muchísimos conductos que desembocan directamente en la pulpa y penetran en el maxilar para formar la raíz.
  • Raíz. Es la parte de los dientes que se inserta en el hueso de la mandíbula. Constituye las dos terceras partes del diente. Las raíces se mantienen en su posición gracias a unas fibras elásticas que forman la membrana periodontal.
  • Pulpa. Es el tejido blando del diente y en él se insertan los nervios y los vasos sanguíneos.
  • Borde de la encía. Es el punto donde se unen dientes y encías.

¿Para qué sirven los dientes?

  • En primer lugar, los dientes nos ayudan a masticar y, con la ayuda de la lengua, a tragar la comida: los dientes incisivos frontales cortan los alimentos, los caninos y premolares reducen su tamaño y, por último, los morales la trituran y machacan hasta que resulta digerible.
  • En segundo lugar, los dientes sirven para hablar, pues están implicados directamente en la articulación del lenguaje, al servir de punto de apoyo contra el que la lengua presiona para emitir determinados sonidos.
  • Por último, la dentadura influye en las dimensiones y la expresión del rostro.

¿Qué es la placa bacteriana?

En nuestra boca se van acumulando desde que nacemos diversos microorganismos. Por otra parte, nuestros dientes están cubiertos por una capa invisible, llamada película adquirida, que se forma a partir de las proteínas que contiene la saliva. En esta capa se van depositando, además, las diferentes bacterias y desechos de comida. Así, este conjunto de película y bacterias se denomina placa bacteriana o dental.

Las bacterias que la componen están unidas entre sí por un mecanismo formado por componentes proteicos e hidratos de carbono –azúcares procedentes de los alimentos que ingerimos en nuestra dieta-, que además sirven de alimento a las bacterias. En función del tipo de bacterias que predominan en ella, la placa puede ser ácida o alcalina.

La placa comienza a acumularse en los dientes veinte minutos después de comer y permanece adherida a ellos. Si no se elimina todos los días de una manera adecuada, acaba engrosándose y, al entrar en contacto con las sales cálcicas que contienen los alimentos y la saliva, se transforma en un depósito duro llamado sarro.


¿Cuáles son las enfermedades bucales mas frecuentes?

Las dolencias bucodentales comparten factores de riesgo con las cuatro enfermedades crónicas más importantes –enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes-, ya que situaciones como las dietas poco saludables, el tabaquismo y el consumo nocivo de alcohol las favorecen. En este caso, otro factor de riesgo es una higiene bucodental deficiente.

En líneas generales, las enfermedades más frecuentes de la boca afectan a los dientes (caries y sensibilidad) o al tejido de soporte de estos (enfermedades periodontales), y están muy generalizadas, ya que afectan a casi toda la población. De hecho, casi 3.500 millones de personas en el mundo se ven afectadas por enfermedades orales.

Así, si no se elimina correctamente la placa bacteriana mediante una adecuada higiene bucal, pueden producirse, en función del tipo de bacterias predominantes en ella, los siguientes problemas en nuestra boca:

  • Caries dentales. Una caries implica la destrucción progresiva del diente, que se va desmineralizando y en el que se forman agujeros o cavidades. La caries comienza con la destrucción del esmalte por parte de las bacterias presentes en la placa, que metabolizan los azúcares y producen ácidos capaces de, con el paso del tiempo, dañar ese esmalte. Si la caries progresa, dañará otras capas del diente, hasta destruirlo por completo. Esta dolencia puede conllevar dolores relativamente fuertes, sobre todo ante el contacto con el calor, el frío y el azúcar. En su aparición influyen la placa bacteriana, la alimentación, y la fragilidad de los dientes, ya que hay personas cuya dentadura es más susceptible a este problema.
  • Gingivitis. La acumulación de placa dental inflama las encías, que se hinchan y sangran . Se puede curar sin ningún tipo de secuelas porque afecta solo a la encía.
  • Periodontitis. Es una forma más severa de la gingivitis, que tiene carácter infeccioso, por lo que puede extenderse progresivamente y afectar a los ligamentos y el hueso que soportan el diente. Estos se destruyen, lo que con frecuencia lleva a la pérdida de la pieza dental.

¿Cuáles son los síntomas de las enfermedades gingivales y periodontales?

  • Sangrado de la encía. Este es el principal signo de alerta de un problema en los tejidos de soporte del diente. Una encía sangrante es una encía enferma que requiere tratamiento.
  • Inflamación. También puede ser un signo a tener en cuenta. Lo que ocurre es que muchas veces esta inflamación se enmascara por el hábito tabáquico o el uso de enjuagues antisépticos y no se detecta.
  • Halitosis o mal aliento constante. Algunos estudios han demostrado que el mal olor es el resultado del metabolismo de las bacterias, que produce compuestos sulfurados.

Además, las encías enrojecidas, la pérdida de la forma lobulada de la encía, la molestia al masticar por la inflamación gingival o la hipersensibilidad dental son algunos otros síntomas de las enfermedades gingivales y periodontales.

Por último, la movilidad de algún diente debido a la pérdida de gran parte del hueso, o la aparición de espacios entre los dientes pueden ser señal de una enfermedad periodontal muy avanzada.


¿Cómo debo cuidar mi boca todos los días?

Mantener una correcta higiene bucal puede ayudar a prevenir los anteriores problemas de salud. Para ello, debemos limpiar todos días, además de nuestros dientes, la lengua, las encías, el paladar y el interior de las mejillas.

Llevar a cabo de manera periódica este proceso de limpieza permite reducir al mínimo el sarro, además de prevenir su formación. Igualmente, garantiza la integridad de los dientes y la buena salud de las encías, que deben estar siempre firmes y rosadas, y no deben sangrar durante el cepillado.

En concreto, una higiene completa debe incluir los siguientes cuidados personales:

  • Cepillarse los dientes cuidadosamente. Debe hacerse tres veces al día -después de cada comida- pero, sobre todo, es fundamental realizar un cepillado profundo antes de irse a dormir, cuando baja la producción de saliva y los movimientos de la lengua, ya que estos contribuyen a remover la placa bacteriana. Puede utilizarse un cepillo manual o eléctrico, pero es recomendable que sea de cerdas suaves.
  • Cepillarse las encías. Tras los dientes, también debe cepillarse con suavidad la dentadura a lo largo de la línea de las encías.
  • Usar un dentífrico con flúor. El dentífrico que usemos para el cepillado debe incluir flúor en su fórmula, porque ayuda a prevenir las caries. También existe la opción de realizar enjuagues bucales fluorados tras el cepillado dental.
  • Limpiarse los espacios interdentales. Si existe espacio suficiente, debe usarse un cepillo interproximal o, si no, hilo o seda dental. Ambos deben usarse al menos una vez al día, preferiblemente por la noche, con el fin de asegurar la limpieza de las caras laterales de los dientes y que no queden restos de comida entre ellos.
    Limpiarse la lengua. Debe frotarse suavemente hacia adelante usando el cepillo de dientes o un limpiador lingual, ya que en ella se acumulan un gran número de bacterias.
    Además, los expertos recomiendan un examen rutinario de los dientes al menos una vez al año y una limpieza profesional cada seis o doce meses, con el fin de eliminar el sarro, ya que este puede acumularse en los dientes, a pesar de que se lleve a cabo en casa una buena higiene dental.

La American Dental Association (ADA) recomienda acudir al dentista en los siguientes casos:

  • Si se sufre un dolor en el diente que no tiene causa aparente o que es provocado por los alimentos, las bebidas, el cepillado o el uso del hilo dental.
  • Cuando se sienta excesiva sensibilidad a las bebidas o a los alimentos fríos y/o calientes.
  • Si las encías están rojas, hinchadas o sangran al cepillarse los dientes.
  • Cuando se sufra mal aliento.
  • Cuando los dientes estén flojos.

Diez claves para una correcta salud bucodental

Un estilo de vida sano y llevar a cabo todos los días una sencilla higiene bucal nos permitirá disfrutar de una dentadura y unas encías sanas.

  • 1. No abuses de los carbohidratos.
    Reducirás las posibilidades padecer caries o problemas en las encías si reduces al mínimo en tu dieta el aporte de hidratos de carbono y evitas los dulces y bebidas azucaradas. Si los ingieres, recuerda cepillarte los dientes posteriormente.
  • 2. Limita los picoteos entre comidas.
    Sobre todo, si no cuentas con la opción de lavarte los dientes después, pues la placa bacteriana comienza a formarse veinte minutos después de comer.
  • 3. No fumes.
    El tabaco aumenta el riesgo de padecer caries o enfermedades de las encías como la periodontitis.
  • 4. Cepíllate los dientes cuidadosamente.
    Lo ideal es hacerlo después de cada comida, pero, si no existe otra opción, al menos debes cepillarte los dientes antes de irte a dormir. La operación debe durar entre dos y tres minutos y realizarse con pequeños movimientos circulares hacia delante y hacia atrás.
  • 5. No te olvides de las encías.
    Y tampoco de la lengua, el paladar y el interior de las mejillas, pues en ellos se acumulan también las bacterias que pueden provocar los distintos trastornos dentales.
  • 6. Usa un dentífrico con flúor.
    Aunque el agua potable suele esta florada, es conveniente optar por pastas de dientes que  contengan flúor en su fórmula, pues está demostrado que esta sustancia previene las caries.
  • 7. Renueva tu cepillo cada tres meses.
    O cuando las cerdas comiencen a verse gastadas. Estas, por otra parte, es preferible que sean suaves para evitar que dañen el esmalte dental.
  • 8. Aprende a usar el hilo dental.
    La seda dental permite eliminar los restos de alimentos ocultos entre los dientes, pero hay que usarla con suavidad, porque un uso demasiado vigoroso puede dañar las encías. Si la usas solo una vez al día, al igual que si optas por el cepillo interproximal, es mejor que lo hagas antes de acostarte.
  • 9. Inculca a tus hijos una buena higiene dental.
    Conciénciales de la importancia de cepillarse los dientes -durante al menos dos minutos- después de cada comida y antes de ir a la cama. Explícales cómo hacerlo, y que usen cepillos (que debes cambiar cada tres meses) y pastas dentífricas adecuadas para su edad. Y para prevenir las caries, incúlcales estas medidas: no pasar objetos de boca en boca ni compartir cepillos; no abusar de alimentos y bebidas azucaradas; y que no se acuesten con el biberón. En todo caso, tú eres su mejor ejemplo.
  • 10. Acude a tu odontólogo regularmente.
    Debido a que ni siquiera un cepillado profundo consigue eliminar por completo la placa dental, las limpiezas de boca están recomendadas cada seis o doce meses. Igualmente, debes realizar una revisión de tus dientes al menos una vez al año.

Infográfico

¿Cómo puedes disfrutar de una buena higiene bucal? Estos son los pasos que debes dar y los instrumentos con los que debes limpiar tu boca todos los días. ¡Lávate los dientes siempre después de comer! Y especialmente por la noche, que es cuando más placa tiende a aculumarse en los dientes.

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¿Cada cuánto tiempo debería cambiar mi cepillo de dientes?

Deberías cambiarlo cada tres meses, porque las cerdas se van abriendo y desgastando, por lo que ya no actúan de manera tan eficaz. Otro motivo para hacerlo es que las bacterias se van acumulando en él, ya que es un objeto que colocamos en el aseo, donde se encuentra expuesto a los microorganismos habituales en el cuarto de baño, así como, a veces, en contacto con otros cepillos de dientes. Además, las personas que se cepillan con fuerza deberían cambiarlo con mayor frecuencia, tan pronto observen que el cepillo se va deteriorando.

¿Debo cambiar mi cepillo de dientes después de haber pasado un catarro o una gastroenteritis?

Sí es recomendable cambiarlo por uno nuevo después de una infección, porque los gérmenes pueden permanecer entre las cerdas del cepillo. Y siempre deberías sustituirlo cada tres meses, aún sin haber estado enfermo, porque existen numerosos hongos y bacterias que pueden desarrollarse en sus cerdas.

¿Es normal tener manchas blancas en la lengua?

Las manchas blancas en la lengua pueden indicar la presencia de diversas afecciones, la mayor parte de ellas leves, pero que no se suelen resolver sin tratamiento. Es importante consultar al médico para identificar la causa y tratarla.

 
Una de las causas más comunes de manchas blancas es la candidiasis oral, una infección por hongos que puede desarrollarse si el sistema inmune está debilitado o en determinadas ocasiones, como la toma de ciertos antibióticos. La candidiasis oral se suele manifestar con placas blancas en la lengua o en el interior de las mejillas, pero también puede afectar a la parte superior de la boca, las encías, las amígdalas y la parte posterior de la garganta.

 
Otra causa frecuente de manchas blancas en la lengua es una enfermedad llamada leucoplasia. Se presenta con placas blanquecinas que pueden aparecer también en el interior de las mejillas y las encías. En este caso, la causa más probable es una irritación de la mucosa que puede producir el tabaquismo, tener dientes irregulares o partidos que rozan con la lengua, llevar dentaduras postizas que estén rotas o no encajen adecuadamente con la encía, o el alcoholismo. Con menos frecuencia, también puede indicar una lesión precancerosa, por lo que es importante detectarlo cuanto antes.

 
También el liquen plano, una enfermedad autoinmune, origina la aparición de manchas blancas y rojas en la lengua y dentro de las mejillas. Puede llegar a producir también pequeñas heridas dolorosas similares a aftas.

 
La lengua geográfica es también una de las causas más frecuentes de manchas blancas en la lengua. Además de dichas manchas blanquecinas, aparecen grietas y eso hace que simulen un mapa y de ahí ese nombre. Suele deberse a estrés, deficiencia de algunas vitaminas o que nuestras defensas estén bajas.

¿Hasta qué punto es necesario el enjuague bucal?

Gracias al flúor que contiene, el enjuague bucal remineraliza el esmalte y sus agentes antisépticos ayudan a eliminar las bacterias, sobre todo de los tejidos blandos de la boca, como la encía y la lengua. Pero existen hábitos de higiene bucodental mucho más importantes, como el cepillado y el uso del hilo dental. En todo caso, es recomendable evitar los enjuagues que contienen alcohol, pues irritan esos tejidos blandos.

¿Las muelas del juicio pueden llegar a no salir?

Sí y, de hecho, muchas de ellas no disponen del espacio suficiente para salir y quedan retenidas. En este caso, si no producen infección, dolor o molestias, no se recomienda su extracción. No obstante, no todas las personas tienen muelas del juicio o puede suceder también que salgan solo las de un lado o solamente las del arco superior o inferior.

Cuando tienes mal aliento, ¿a qué se debe?

Existen varias causas para el mal aliento o halitosis y la mayoría de ellas se encuentran en la propia boca. En la mayor parte de los casos, se debe a la existencia de restos de comida por      una deficiente higiene bucodental. También, las enfermedades vinculadas a las encías –gingivitis y periodontitis-, caries o aftas bucales o una disminución de la saliva (xerostomía) pueden ser causa de mal aliento. En algunas ocasiones, puede ser efecto de alguna medicación, del estrés o de la reducción natural de salivación que tiene lugar durante el sueño. El tabaco también es una causa, por sí mismo y por el aumento de patologías de la boca, más frecuente en fumadores.

 
Pero también hay factores ajenos a la cavidad bucal que se asocian a una mayor halitosis, como las alteraciones hormonales que se producen en ciertas fases del ciclo menstrual y en el embarazo o, en un pequeño porcentaje de casos, a problemas estomacales relacionados con una cepa específica de la bacteria Helicobacter Pylori.

 
Por eso, aunque para prevenir la halitosis puede ayudar llevar a cabo una correcta higiene oral, esta no suele bastar, por lo general, para eliminar una halitosis ya desarrollada. En este caso, debe diagnosticarse y tratarse la causa de la halitosis, sea bucal o no, además de estar aconsejada la limpieza y pulido de los dientes por parte del odontólogo.