Salud ocular

¿Cómo funciona la vista?

El sentido de la vista y el estado de nuestros ojos es importantísimo, puesto que el 50% de la información que recibimos de nuestro entorno nos llega a través de ellos.

La visión es el proceso por el cual el cerebro interpreta las imágenes captadas por el ojo, uno de los órganos más pequeños y complejos de nuestro cuerpo. Ambos trabajan en coordinación para interpretar el tamaño, la forma, el color y la textura de los objetos que nos rodean, así como la distancia a la que se encuentran o la velocidad a la que se mueven. El ojo capta esta información gracias a la luz que reflejan los propios objetos y la transmite al cerebro a gran velocidad.

El proceso de visión comienza en la parte visible del ojo, pero hay muchas otras partes de este órgano que no vemos.


¿Cómo son nuestros ojos?

Todo el globo ocular, que se ubica en la cuenca del ojo, tiene el tamaño y forma de una pelota de ping-pong, y es muy delicado. Su parte visible está protegida por los párpados y las pestañas, que no dejan penetrar las bacterias, el polvo y la luz excesiva. Las lágrimas también protegen el ojo, humedeciéndolo y eliminando la suciedad y residuos que logren traspasar esa barrera exterior.

Consejo General de Ópticos Optometristas (CGCOO)Todas las partes del ojo desempeñan una importante función en el proceso de visión. El las desglosa en:

  • Córnea. Se trata de una membrana resistente y transparente que se encuentra en la superficie ocular.
    Está formada por cinco capas distintas y, a través de ella, penetra la luz en el ojo.
  • Cristalino. Es una lente natural, cuya función es enfocar las imágenes correctamente en el fondo del ojo. Según la distancia a que se encuentra el objeto, se engrosará o adelgazará para obtener una visión nítida.
  • Iris. Es una estructura pigmentada suspendida entre la córnea y el cristalino, que tiene una abertura circular en el centro, llamada pupila. El iris, aumentando y disminuyendo su tamaño, controla la cantidad de luz que atraviesa la pupila, que se contrae o se dilata según la cantidad de luz.
  • Humor acuoso. Es un líquido transparente, formado casi íntegramente por agua, que separa la córnea del cristalino y contribuye a mantener una presión intraocular normal.
  • Humor vítreo. Se trata de la sustancia transparente y gelatinosa que contiene el cuerpo principal del interior del ojo. Lo provee de firmeza y elasticidad.
  • Esclerótica. Es la parte blanca del globo ocular, está formada por un material muy resistente, que cubre la mayor parte del ojo y lo protege. Contiene además una gran cantidad de finos vasos sanguíneos que transportan la sangre al ojo.
  • Retina. Está situada tras la pupila y se parece a una película fotográfica, pues se trata de una lámina compuesta principalmente por millones de células nerviosas, que transforman la luz en impulsos eléctricos y posteriormente los envía al cerebro. Estas células receptoras se encuentran en su superficie exterior y se llaman, según su forma, conos o bastones. Estos últimos reconocen el negro y sus matices, mientras que los primeros, el resto de colores.
  • Mácula. Se encuentra dentro de la retina y es la zona del ojo con mayor agudeza visual, por lo que ayuda a que los ojos perciban los pequeños detalles cuando miramos un objeto directamente.
  • Nervio óptico. Mide unos cuatro centímetros de longitud y convierte la luz en impulsos nerviosos. Envía al cerebro la información procedente de la retina.
  • Lóbulo occipital: Es la parte del cerebro que convierte esa energía eléctrica en imagen.

Cada vez que parpadeamos, se redistribuye y reestructura la película lagrimal, se contribuye a la entrada de lágrima por los puntos lagrimales y se facilita la secreción de las glándulas productoras de la capa grasa, por lo que, con estos tres efectos simultáneos, la superficie del ojo se mantiene suave, lisa y bien lubricada.


¿Cuánta gente padece problemas oculares?

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 285 millones de personas en el mundo entero sufrían algún tipo de discapacidad visual en 2010, y 39 millones de ellas eran ciegas, aunque este problema afecta en mayor medida a las poblaciones pobres. Hasta el 80% de los casos de discapacidad visual, incluida la ceguera, son evitables, pues las dos principales causas son los errores de refracción no corregidos (42%) –miopía, astigmatismo, etc.- y las cataratas (33%).

Por otra parte, la discapacidad visual es más frecuente en la población de mayor edad. De hecho, en España, el 93% de la población mayor de 55 años utiliza algún sistema óptico para mejorar su visión,  según  datos del Libro blanco de la Visión en España, publicado en 2013 por representativas instituciones españolas del sector.

Según esta misma publicación, en nuestro país, 25 millones de personas sufren algún defecto ocular que les provoca un enfoque inadecuado en la retina. Es destacable, además, el hecho de que las mujeres cuidan más su vista que los hombres: el 66% se realiza revisiones regulares, frente al 57% de los hombres. Por su parte, el 44% de los jóvenes españoles nunca acude al oftalmólogo, por razones económicas o porque no lo considera urgente.


¿Cuáles son los problemas más habituales relacionados con la visión?

Las personas tienen una vista óptima cuando todos los elementos anteriormente mencionados funcionan correctamente.

Como hemos comentado, los problemas de visión más comunes son los errores de refracción, que son problemas relacionados con la manera en que enfoca el ojo. La luz adquiere distinta velocidad de propagación en los diferentes medios materiales. En el proceso de visión de las personas, la luz se desvía o refracta al pasar a través de la córnea y el cristalino, hasta ser enfocada en la retina, en la parte posterior del ojo.

En ocasiones, la forma del ojo puede verse alterada por distintas razones –alteraciones en la forma de la córnea o envejecimiento del cristalino-, lo que impide un enfoque directo de la luz en la retina. Esto provoca, generalmente, visión borrosa, aunque existen también otros síntomas como visión doble o nublada, luz deslumbrante o halos alrededor de luces brillantes, dolores de cabeza o fatiga visual.

La mayoría de las personas padecen uno o más de los siguientes errores refractivos:

  • Astigmatismo. Se trata de un problema en la curvatura de la córnea, que provoca que el ojo reciba imágenes en parte borrosas.
  • Miopía. El ojo enfoca la imagen de un objeto delante de la retina en lugar de hacerlo directamente en ella. Como consecuencia, los objetos cercanos se ven con claridad, mientras que los lejanos se ven borrosos. Suele empeorar en la infancia y la adolescencia, pero se estabiliza en la edad adulta.
  • Hipermetropía. En este caso, la imagen que llega no se enfoca en la retina, sino detrás de ésta, lo que impide ver con nitidez los objetos cercanos, pero sí permite ver bien los lejanos.
  • La presbicia. También conocida coloquialmente como vista cansada. Se trata de un tipo de hipermetropía relacionada con la edad -surge a partir de los 35 años-, que merma la capacidad de enfocar de cerca: el ojo no enfoca la luz de forma pareja sobre la retina, lo que implica que las imágenes se vean borrosas o alargadas.

Los errores de refracción se diagnostican mediante un examen completo de los ojos que incluya la dilatación de las pupilas, realizado por un oftalmólogo. Se pueden corregir con el uso de gafas, lentes de contacto o cirugía con láser.


¿Qué otros problemas o enfermedades pueden afectar a los ojos?

Algunos problemas oculares son pasajeros, pero otros pueden provocar pérdida permanente de la visión. Entre las distintas dolencias, se encuentran:

  • Cataratas. Se trata de un opacamiento del cristalino del ojo, que impide que se vean con claridad las imágenes o, incluso, que se vean en absoluto. Son más frecuentes en los ancianos, quienes requieren cirugía para eliminarlas. Cuando se dan en bebés y niños pequeños, hay que tratarlas para evitar problemas permanentes en el desarrollo de la visión.
  • Daltonismo. Es una alteración en las células que se encuentran en el interior de la retina  (concretamente, en los conos), que no se puede corregir. En la mayoría de los casos, los daltónicos confunden unos colores con otros, habitualmente, el rojo y el verde.
  • Conjuntivitis. Consiste en la infección o inflamación de la conjuntiva. La más común, denominada aguda, puede provocar enrojecimiento del ojo, lagrimeo, picor y, en ocasiones, pus. (link a texto expecífico).
  • Orzuelo. Surge porque uno de los folículos por donde crecen las pestañas se infecta. Suele tratarse con compresas calientes y/o antibióticos.
  • Glaucoma. Se trata de una lesión en el nervio óptico debida a un aumento de la presión del ojo. Constituye una de las principales causas de ceguera en los países occidentales, sobre todo entre la población de edad avanzada, y no se suele diagnosticar hasta que se ha perdido parte de la visión.
  • La degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Es otra enfermedad ocular que afecta sobre todo a las personas mayores de 60 años. Cuando se produce la degeneración de la mácula, la zona central de la retina presenta cicatrices que van deteriorando la vista a lo largo de los años. Además de la edad, el colesterol y el tabaquismo incrementan el riesgo de padecer DMAE.
  • Estrabismo. Los ojos se ven cruzados, debido, habitualmente, a algún desequilibrio de la fuerza que ejercen los músculos que ayudan a los ojos a permanecer rectos y moverse a la vez. Se suele corregir con cirugía y, de no tratarse en la infancia, puede  provocar pérdida permanente de visión en el ojo menos usado (lo que se conoce como ambliopía).
  • Lesiones oculares. Pueden producirse por la acción de agentes irritantes como la arena, suciedad o cuerpos extraños en la superficie ocular, así como por productos químicos o residuos que se incrusten en el ojo o impacten contra él. Pueden causar pérdida de visión temporal o permanente, por lo que, en caso de que se produzcan, debe acudirse inmediatamente al médico.
  • Retinopatía diabética. Los niveles permanentemente altos de glucemia, unidos a la hipertensión y a la hipercolesterolemia, aumentan el riesgo de que la red de vasos sanguíneos que riega la retina se bloquee. Esto puede dañar la vista o provocar una pérdida de visión permanente. Tras cuarenta años de evolución de la enfermedad, más del 60% de los pacientes diabéticos presentan retinopatía, de acuerdo a la Fundación para la Diabetes.
  • Ceguera. Se trata de la pérdida de visión útil, bien sea de forma temporal o permanente. Las causas son numerosas: desde defectos o lesiones congénitas del ojo, en el nervio óptico, o en el cerebro, a lesiones oculares o enfermedades como la diabetes, que pueden producir degeneración macular. También los problemas que se producen en el ojo debido a la edad pueden originar ceguera.

¿Qué es la fatiga visual?

La fatiga visual o astenopia constituye un trastorno muy frecuente que sufren millones de personas en el mundo. Afecta principalmente a quienes realizan su trabajo a corta distancia durante un tiempo prolongado; por ejemplo, quienes tienen que trabajar delante de un ordenador al menos durante cuatro horas seguidas.

Según la Sociedad Española de Ergoftalmología, la astenopia engloba todos los trastornos y molestias que aparecen en relación con la visión de cerca, tales como malestar ocular, visión borrosa, sensación esporádica de diplopía (visión doble), sensación de cansancio prematuro, incapacidad para mantener constantemente una imagen nítida a la distancia programada o cefaleas.

Puede estar causada por un mal estado del aparato ocular o deberse a distintos factores:

  • Relacionados con el puesto de trabajo: como una mala iluminación, tener que trabajar con objetos verticales como la pantalla de un ordenador, la ubicación del puesto, su amplitud, imposiciones posturales, etc.
  • Ambientales: temperatura, humedad relativa, ventilación…
  • Personales: por ejemplo, el estrés.

Sus síntomas y signos son:

  • Sensación de pesadez en los ojos.
  • Sensación de tensión ocular.
  • Toma de conciencia de la existencia de los propios ojos.
  • Enrojecimiento ocular.
  • Escozor ocular.
  • Aumento de la secreción de lágrimas.
  • Cefaleas.
  • Disminución de la agudeza visual.
  • Percepción borrosa de los objetos.
  • Visión doble, generalmente esporádica.
  • Dolor retroocular (en la parte posterior del ojo).

Para evitar la fatiga visual, los oftalmólogos recomiendan cuidar las condiciones lumínicas de la estancia y realizar breves pausas en el trabajo de manera regular, entre otras medidas.

A pesar de que el 95% de los españoles considera que la vista es el sentido más valioso que posee y aquel cuya pérdida resulta más grave, solo el 40% de la población de nuestro país se sometió en los doces meses anteriores a un examen visual exhaustivo, según datos del Libro Blanco de la Visión en España. Entre otras razones, los españoles retrasan esta revisión ocular porque sienten que ven correctamente (72%) o porque no perciben ningún síntoma (68%).

Sin embargo, las enfermedades del ojo, como por ejemplo el glaucoma, no siempre presentan síntomas y, a menudo, sólo se acude al especialista cuando ya se ha producido una pérdida parcial de visión. Por otra parte, no corregir problemas refractarios con las lentes adecuadas puede también provocar, además de visión borrosa, dolores de cabeza y un incremento de la fatiga visual, además de incidir negativamente en el rendimiento laboral o académico.

Por ese motivo, es necesario acudir de manera regular al oftalmólogo, siempre de acuerdo al calendario que éste nos indique. La detección temprana y el tratamiento precoz de las enfermedades del ojo pueden prevenir la ceguera.

En todo caso, debe acudirse al especialista siempre que se presenten visión borrosa, doble o nublada, dolor en los ojos, secreción de pus o inflamación. En el caso de lesión ocular, también se debe ir al médico cuanto antes. Si hay algún cuerpo extraño en el ojo, sólo se puede intentar sacar vertiendo agua abundante, nunca tocando, apretando o restregando el ojo.

Por último, ha de prestarse atención al comportamiento de los niños y llevarlos a su pediatra en el caso de que se rasquen los ojos con excesiva frecuencia, los entrecierren a menudo, se sienten demasiado cerca de la tele o se quejen de dolores de cabeza al final del día.

10 consejos para una vista 10

Gozar de una buena vista mejora la calidad de vida y el rendimiento académico y laboral. Los ojos son uno de los órganos más complejos y delicados de nuestro cuerpo, y debemos saber cuidarlos como se merecen y necesitan:

  • 1. Cuida tu alimentación.
    Esfuérzate por consumir alimentos ricos en vitamina A, que es fundamental para la vista. Además de la zanahoria, la contienen otros muchos alimentos: los espárragos, los albaricoques, las nectarinas y la leche. Además, si eres diabético, hipertenso o sufres colesterol, cuidar la alimentación resulta especialmente importante.
  • 2. Mantén tus ojos hidratados.
    Sobre todo cuando trabajes delante del ordenador, acuérdate de parpadear a menudo. También es recomendable ventilar la estancia y, si es necesario, usar humidificadores. Si aun así sufres sequedad ocular, puedes recurrir a soluciones individuales de lágrima artificial. Y, por supuesto, bebe mucha agua a lo largo del día.
  • 3. Vigila la iluminación.
    Cuando trabajes, leas o realices cualquier otro esfuerzo visual a corta distancia, asegúrate de tener luz suficiente con el fin de prevenir la fatiga ocular. También es recomendable realizar breves pausas, para que la vista descanse.
  • 4. La televisión, siempre a distancia.
    No la acerques demasiado –por ejemplo, un aparato de 32 pulgadas debe estar a unos dos metros de distancia y, uno de 46, a unos dos y medio-. Tampoco la veas demasiadas horas al día ni permitas que tus hijos lo hagan.
  • 5. Protégete de tu ordenador.
    Con el objetivo de evitar la fatiga visual, mantén el monitor a una distancia de al menos cincuenta centímetros de tus ojos y formando un ángulo de noventa grados. Si es posible, usa un filtro o protector de pantalla y ajusta el brillo del monitor para rebajar su intensidad.
  • 6. No olvides las gafas cuando conduzcas.
    Si así te lo ha indicado tu oftalmólogo, lleva siempre las gafas al conducir. Además de evitar la fatiga visual, aumentarás tu seguridad y la de los demás, sobre todo, de noche. Asegúrate también de llevar unas gafas de recambio en la guantera.
  • 7. Sí a las gafas de sol.
    Las radiaciones solares pueden ser muy dañinas para los ojos, por lo que debemos protegerlos con unas gafas de sol homologadas que cuenten con filtro para los rayos ultravioleta. Este artículo te protegerá también de otros agentes ambientales agresivos para los ojos como el viento o el humo. Lleva tus gafas de sol también cuando practiques deportes al aire libre o vayas en moto.
  • 8. Cuida la higiene de tus lentillas.
    Guarda tus lentes de contacto en un estuche limpio y libre de bacterias, y sigue al pie de la letra las instrucciones de limpieza diaria. Tampoco debes permitir que restos de maquillaje ensucien las lentes o el estuche en que las conservas.
  • 9. Aprende a relajar la vista.
    Los masajes realizados con leves presiones alrededor de los ojos o sobre ellos son muy útiles para rebajar la tensión que se acumula en los propios ojos y los músculos que los rodean. También la práctica de ejercicios de cambio de enfoque o de relajación muscular permiten aliviar la fatiga visual.
  • 10. Acude al oftalmólogo de manera regular.
    Recuerda que muchos problemas oculares no presentan síntomas, por lo que es conveniente acudir al especialista al menos una vez al año para que realice un examen de nuestros ojos y del estado de nuestra visión. Si, además, ya estás corrigiendo problemas de refracción con gafas o lentillas, resulta especialmente importante que verifiques de manera regular que tu graduación no ha cambiado.

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¿Abrir los ojos debajo del agua en la piscina o debajo del mar es malo?

Abrir los ojos de manera ocasional bajo el agua es posible, pero no recomendable. Hacerlo de manera prolongada se debe evitar por completo, ya que puede dañar los ojos.En concreto, la exposición a la sal o al cloro que contiene el agua del mar o de la  piscina  puede irritar el ojo, inflamar de la córnea, causar sensibilidad a la luz -fotofobia- y visión borrosa. Además, el ojo está más expuesto a picaduras y traumatismos.Tampoco debe olvidarse que en el agua de mar y piscina hay microorganismos que podrían causar una conjuntivitis infecciosa, y si se usan lentes de contacto, aumenta el riesgo de infección.Por tanto, al nadar o bucear, es necesario proteger los ojos con unas gafas de natación o buceo homologadas que se adapten adecuadamente al contorno del ojo para evitar que se introduzca el agua y que cuenten con filtros de protección UV y con sistema de protección antivaho.

¿Cómo afecta a la visión la sobreexposición que sufrimos a la luz azul de los aparatos electrónicos?

Las personas estamos expuestas a una media de 5.000 horas al año de luz natural o artificial. Esa luz, tan necesaria para la visión, puede tener un impacto en nuestra salud ocular y llegar a provocar sequedad de ojos (problema conocido como ojo seco), rojez, pérdida de visión (asociada a aumento de errores refractivos tipo miopía), alteraciones en nuestros ritmos circadianos e, incluso, adelantar el inicio de la Degeneración Macular a largo plazo. En particular, las radiaciones más energéticas de la luz, correspondientes a la luz ultravioleta y a la luz azul, podrían producir un efecto tóxico en la retina.

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Otros problemas oculares que puede ocasionar la luz azul se conoce como Síndrome Visual Informático (SVI) y, según la Asociación Americana de Optometría, es el conjunto de problemas oculares y visuales relacionados con el uso del ordenador, si bien, en la actualidad, esta definición debería incorporar las nuevas pantallas electrónicas, como tabletas o teléfonos móviles.

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Los problemas visuales o síntomas que se asocian con el SVI se pueden clasificar en:

  • Astenópicos: dolor y cansancio ocular, cefaleas y nauseas.
  • Oculares: ojo seco, lagrimeo, sensación de arenilla, irritación, quemazón, ojo rojo.
  • Visuales: visión borrosa, diplopía o visión doble, fotofobia.
  • Extraoculares: rigidez y dolor de hombros, cuello, espalda, brazos, muñecas y manos.

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La aparición de uno o varios de estos síntomas depende de diferentes factores:

  • Tiempo de exposición: nuestro sistema visual no está diseñado para trabajar la cantidad de horas que pasamos, sobre todo la población más joven, expuestos a una pantalla y a una distancia cercana. Esto influye de forma muy negativa en el desarrollo cognitivo de niños y adolescentes, especialmente en áreas como el rendimiento académico, el lenguaje, la atención, el sueño y las conductas agresivas.
  • Tipo de pantalla: la resolución de la pantalla, el contraste, el refresco, el tipo de iluminación, el brillo y la cantidad de luz que emita son factores claves para la aparición de síntomas visuales.
  • Iluminación ambiental: una iluminación defectuosa o excesiva al realizar una actividad termina provocando astenopia o esfuerzo ocular. La iluminación puede degradar la legibilidad, a causa de un deslumbramiento no deseado.
  • Distancia de observación: depende en gran medida del dispositivo que estemos utilizando y los síntomas se incrementan conforme esta distancia disminuye. La distancia de los ojos a la pantalla durante el trabajo con ordenador debe ser de entre 45-55 cm, según el INSIT. Con un teléfono móvil, la distancia de observación llega a ser muy pequeña, desde 20 a 40 cm de distancia, debido a su reducido tamaño de pantalla. Esta distancia también se encuentra condicionada por los hábitos, características físicas y la edad de la persona.
  • Ángulo de observación: la posición de los ojos frente a la pantalla de ordenador debe ser correcta: se aconseja que la parte superior del monitor esté a la altura de los ojos o, mejor, un poco por debajo, pero nunca por encima. Pequeños cambios en la apertura de los ojos debidos a mala posición condicionan mayor evaporación de la lágrima con la propensión a sequedad ocular y las alteraciones que supone para el ojo.
  • Defectos visuales no corregidos: la corrección visual de cualquier anomalía de la refracción ocular (miopía, hipermetropía, astigmatismo) por pequeña que sea es fundamental. Se debe garantizar una visión nítida frente a la pantalla para minimizar la aparición del mencionado Síndrome Visual Informático.
  • Frecuencia de parpadeo: un parpadeo adecuado contribuye a la adecuada distribución de la película lagrimal del ojo, protegiendo la superficie ocular. En condiciones comunes, se considera normal una frecuencia de parpadeo de unos 12-15 parpadeos por minuto, aunque puede variar. Por ejemplo, durante la lectura, el parpadeo se reduce a unos 8 parpadeos por minuto y durante una conversación puede llegar a los 21. Diversos estudios han demostrado que el parpadeo se reduce significativamente con el uso de pantallas electrónicas; por ejemplo, la frecuencia del parpadeo leyendo en papel es de 10 parpadeos por minuto, mientras que leyendo en pantalla es de 7 parpadeos. También se ha descrito que la calidad del parpadeo es peor con el uso de pantallas, ya que aumenta el número de parpadeos incompletos.

¿Cuántas veces parpadeamos al día?

Con el parpadeo se distribuye el líquido de las glándulas lacrimales por todo el ojo. Además el parpardeo previene de la entrada de gases (humo por ejemplo), y sustancias u objetos que pudieran dañar la superficie del ojo. A lo largo de un día, una persona parpadea una media de quince ocasiones por minuto, lo que significa que parpadeamos un total de veintiún mil veces en el transcurso de veinticuatro horas.

Acuérdate de hacerlo menudo para mantener la superficie de tu ojo lubricada, sobre todo cuando trabajes delante del ordenador.

¿Por qué nos lloran los ojos al picar cebolla?

Cuando cortamos una cebolla, a menudo acabamos hechos un mar de lágrimas. La razón es que, al cortar o picar este vegetal, se desprenden ciertas moléculas y enzimas que se hallan en su interior. Estos compuestos son volátiles y actúan como si se tratara de un gas lacrimógeno. Al entrar en contacto con la superficie húmeda del ojo, producen derivados sulfurosos que lo irritan. Las terminaciones nerviosas de nuestros ojos, muy sensibles, detectan la irritación que producen estos compuestos y nuestro sistema nervioso reacciona ordenando a los conductos lacrimales aumentar la producción de lágrimas, con el fin de diluirlos y producir un efecto lavado con las lágrimas.

Para evitar llorar al cortar cebolla, existen trucos como cortar la cebolla bajo agua fría, de manera que estos compuestos diluyan antes de alcanzar los ojos; usar un cuchillo de filo fino y muy afilado para que el corte sea más preciso y limpio, de forma que desgarre menos la cebolla, o congelar la cebolla durante diez minutos antes de cortarla, ya que la baja temperatura ralentiza la reacción de los compuestos que contiene esta hortaliza.

¿Por qué salen las legañas?

Aunque sean poco estéticas y puedan resultar desagradables, la presencia de las legañas en los ojos es algo natural. Tanto en el párpado superior como en el inferior, tenemos las glándulas de Meibomio, que son glándulas sebáceas y secretan grasas y proteínas cuya función es ayudar a mantener lubricado el ojo y evitar que la lágrima se evapore demasiado rápido. Cuando esta sustancia se reseca y se acumula en las comisuras de los párpados, junto con restos de células epiteliales en su renovación natural, se forman las legañas.

Esto sucede sobre todo durante la noche, porque, mientras dormimos, nuestros ojos permanecen cerrados. Las legañas ayudan a evitar que entren cuerpos extraños mientras el ojo está cerrado. En cambio, cuando estamos despiertos, el parpadeo elimina esta secreción, además de las células muertas de las pestañas, el polvo y otros cuerpos extraños.

En el caso de que las legañas sean demasiado abundantes, adquieran un color amarillento o verdoso en vez del blanquecino habitual o el ojo afectado nos pique, es conveniente acudir al médico, pues podrían ser signo de una infección ocular como la conjuntivitis, de infección de los párpados (blefaritis), de un orzuelo, de un traumatismo u otros problemas en el ojo. También en el trastorno de ojo seco pueden aparecer y hay que estudiar la causa.

En cualquier caso, no debemos olvidar visitar periódicamente al oftalmólogo, al menos cada 4 años y cada 2 a partir de los 45 años.