Síndrome de la clase turista

¿Qué es el síndrome de la clase turista?

El síndrome de la clase turista o trombosis del viajero consiste en la aparición de síntomas vinculados a una trombosis venosa profunda (TVP) en las extremidades o miembros inferiores (piernas y pies), debido a su inmovilización prolongada (lo que implica la ralentización del flujo sanguíneo) durante un viaje de larga duración -de más de tres horas- y habitualmente ligado a viajes en avión.

Esta denominación de “clase turista” se acuñó en los años 90 al detectarse en viajeros frecuentes de vuelos en avión y que contrataban, además, billetes en clase turista, lo que suponía menor movilidad durante el vuelo.

El síndrome de la clase turista suele estar asociado a los vuelos en avión –y por eso su denominación ha quedado ligada a esa clase-, pero puede aparecer también en trayectos largos en otras clases y medios de transporte como el tren, el autobús o el coche. La mayor frecuencia de este síndrome en viajes en avión parece estar ligada a los cambios de presión barométrica y a una mayor deshidratación por la sequedad del aire en el interior de los aviones. 


¿Cuáles son sus signos y señales de alerta?

Los síntomas del síndrome de la clase turista pueden manifestarse durante el mismo trayecto o inmediatamente después, aunque, en ocasiones, pueden transcurrir varias semanas. Pueden ser muy inespecíficos, por lo que es importante prestar atención a las señales de alerta:

  • Hinchazón de la pantorrilla.
  • Hinchazón en el muslo.
  • Rojez o coloración azulada de la zona.
  • Aumento de la temperatura de la piel.
  • En ocasiones, las venas de la superficie de la piel pueden verse más dilatadas.
  • Dolor, que puede afectar también al muslo.
  • Dificultad para caminar.

Es importante diferenciar la sensación de pesadez o ligera hinchazón de los tobillos tras un viaje largo, que suele ser bilateral (en las dos piernas), de la de la trombosis, que suele ser sólo en una pierna.


¿Por qué pueden formarse trombos en los viajes de larga duración?

La inmovilización prolongada del pasajero en los trayectos largos, como consecuencia del espacio reducido del que se suele disponer cuando se viaja, puede dificultar el retorno venoso de la sangre; es decir, puede impedir que la sangre fluya con normalidad, haciendo que aparezca entumecimiento e hinchazón en las piernas y conlleva mayor riesgo de formación de trombos -coágulos de sangre- en las venas profundas de dichas extremidades.

Sin embargo, hay que saber que la mera inmovilización prolongada no causa el síndrome de clase turista, si bien es un factor añadido en personas que presenten condiciones que sí pueden predisponer a sufrirlo, como veremos más adelante.

En caso de que los trombos lleguen a obstruir el flujo sanguíneo, puede desencadenarse una trombosis venosa profunda. Si los trombos se desprenden, se convierten en émbolos y pueden desplazarse a otros órganos, habitualmente los pulmones, pudiendo obstruir también las venas de estos órganos. Si el coágulo es grande y quedan taponadas del todo, puede producirse lo que se denomina embolismo pulmonar, que se manifiesta con dolor en el pecho, espalda o costado, sensación de falta de aire y graves dificultades para respirar. Todo ello puede originar la muerte.


¿Cómo se trata el síndrome de la clase turista?

En la actualidad, no existen protocolos específicos sobre cómo deben actuar las tripulaciones de las aerolíneas ante casos de pasajeros que sufran el síndrome de la clase turista.

Es clave el diagnóstico temprano para poder iniciar el tratamiento médico, que seráel mismo que el de cualquier otra trombosis venosa profunda: su objetivo es la anticoagulación. Para ello, se administra heparina en la fase aguda y, en una segunda, anticoagulantes por vía oral. También se recomienda usar medias de compresión, reposo y beber líquido abundante para conseguir una óptima hidratación.

En caso de embolia pulmonar, es necesario el ingreso en el hospital.


¿Se puede prevenir el síndrome de la clase turista realizando ejercicios?

Las circunstancias del viaje -duración del trayecto, ubicación del asiento y espacio disponible para cada viajero, la baja humedad, una menor presión barométrica…- influyen en el riesgo de sufrir el síndrome de la clase turista. Por ejemplo, estar sentados en el pasillo permite levantarse para estirar las piernas con mayor facilidad que desde los asientos de ventanilla o centrales, lo que puede ayudar a prevenir sus síntomas. Además, realizar ejercicios moviendo las piernas y los pies, aunque sea desde el asiento, también mejorará el retorno venoso de la sangre.

Las medias de compresión pueden ayudar a mejorar el retorno venoso de la sangre.
Hay que procurar estirar las piernas y viajar con un calzado cómodo.

Además, existen factores particulares de cada pasajero que aumentan el riesgo de que aparezcan síntomas relacionados con este síndrome, como:

  • Tener más de 60 años.
  • Haber sufrido trombosis o embolismo pulmonar previamente o tener antecedentes familiares de estos problemas.
  • Haber pasado por intervenciones quirúrgicas recientes en las extremidades inferiores (piernas, cadera o abdomen).
  • Padecer problemas circulatorios o varices en dichas extremidades.
  • Consumir algunos fármacos, como los anticonceptivos.
  • Sufrir enfermedades como diabetes, EPOC, enfermedades cardiacas, hipertensión, lupus, cáncer o alteraciones congénitas de la coagulación.
  • Llevar un catéter venoso central.
  • Estar embarazada.
  • Seguir un estilo de vida sedentario, la obesidad y el tabaquismo también son factores predisponentes.

En estos casos, se debe consultar al médico sobre cómo proceder para preparar un viaje de larga duración, por ejemplo, mediante el uso de medias de compresión, pero especialmente a la hora de modificar un tratamiento existente o iniciar uno nuevo, que nunca debe hacerse por iniciativa propia.

¿Es muy habitual el síndrome de la clase turista?

La frecuencia del síndrome de la clase turista es baja, aunque hay pocos estudios sobre su incidencia. Según una investigación llevada a cabo entre enero de 1995 y diciembre de 2000 entre los pasajeros del aeropuerto de Adolfo Suárez-Madrid Barajas, se dan 0,39 casos de embolia pulmonar por millón de pasajeros en vuelos de más de seis horas y 1,65 casos en vuelos de más de ocho horas.

Recomendaciones para reducir el riesgo de sufrir el síndrome de la clase turista

Las siguientes precauciones pueden reducir el riesgo de padecer este problema de salud en un viaje de larga duración, sea este en avión u otro medio de transporte:

  • 1. Consulta con tu médico o farmacéutico si perteneces a un grupo de riesgo.
    El profesional resolverá tus dudas y te informará sobre si debes tomar algún medicamento anticoagulante antes de volar o antiagregantes. Una vez en el avión, la tripulación puede ayudarte en caso de dudas generales.
  • 2. Usa medias de compresión.
    Para volar, usa medias de compresión hasta las rodillas en lugar de los calcetines habituales, porque favorecen el retorno venoso de la sangre desde las piernas al corazón. Tu farmacéutico podrá ayudarte a elegir la talla y compresión adecuadas.
  • 3. Ponte un calzado cómodo y ropa cómoda.
    El calzado debe ser fácil de abrir y de quitarse y ponerse. Evita las botas, cuñas y los tacones. Si es posible, descalzarte durante el viaje puede ser una buena idea. Respecto a la ropa, mejor no uses prendas ajustadas principalmente en muslos y pantorrillas.
  • 4. Procura dar paseos esporádicos a lo largo del trayecto.
    Levántate y da un paseo corto cada hora o dos horas. Para ello, si es posible, elige un asiento próximo a los pasillos. Si hay una escala durante el viaje, aprovecha para caminar todo lo que puedas. Si vas en coche, hacer una pausa cada dos horas es recomendable tanto para el conductor como para que el resto de pasajeros puedan estirar las piernas.
  • 5. No coloques equipaje bajo el asiento delantero.
    De esta manera, dispondrás de más espacio para estirar y mover las piernas.
  • 6. Realiza ejercicios desde el asiento.
    Por ejemplo, puedes contraer los músculos de las piernas regularmente, estirar las piernas y los pies, y mover los tobillos y los dedos de los pies. Aquí puedes ver una tabla de ejercicios muy sencillos y recomendables para mejorar la circulación venosa.
  • 7. Bebe mucha agua.
    En cambio, evita el alcohol y las bebidas con cafeína y teína durante el viaje, porque aumentan la deshidratación. Evita también las comidas copiosas.
  • 8. No tomes sedantes.
    La somnolencia o el adormecimiento que generan pueden aumentar la inmovilidad durante el trayecto.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.