Síndrome de piernas inquietas

¿Qué es?

Descubrimos de la mano de la Asociación Española del Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI) qué es este trastorno y qué síntomas presenta.

¿Qué es el síndrome de piernas inquietas?

El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) o enfermedad de Willis-Ekbom (EWE) es un trastorno sensitivo-motor que afecta sobre todo a las piernas. Está ligado al reposo de tarde avanzada-noche (preferentemente), y que se alivia con el movimiento de zona afectada, al menos mientras se mueva. Esto provoca con frecuencia una falta crónica de sueño nocturno, causa fundamental por la que los afectados consultan al médico.

Esto explica que el síndrome de piernas inquietas sea un problema que se dilate en el tiempo hasta que finalmente se diagnostica.

Es una enfermedad con entidad propia, que afecta a algunos mecanismos de funcionamiento a nivel del Sistema Nervioso Central (cerebro y médula espinal).


¿A quién afecta?

Es un problema de salud frecuente, que afecta al 5-10% de la población mundial, a unos 12 millones de personas en Europa y EEUU. Además, en mayor o menor medida, a un 11% de la población en España (a un 3% con intensidad suficiente como para requerir tratamiento). El síndrome de las piernas inquietas es el doble de frecuente en el sexo femenino.

El SPI puede comenzar a cualquier edad, aunque la media de edad de inicio de los síntomas es de 27,2 años. A medida que aumenta la edad aumenta la prevalencia (en mayores de 65 años de 10% al 35%)


¿Cuáles son sus síntomas?

El SPI se caracteriza por una molestia en las extremidades inferiores, siempre en estado de reposo y en la tarde noche. Son sensaciones, en la mayoría de los casos, difíciles de explicar. Hormigueo, desazón, incomodidad, que sólo se alivia con un movimiento brusco, pero ese alivio es sólo por unos segundos ya que las molestias vuelven a aparecer.

Las personas con SPI no suelen describir la afección como un calambre o entumecimiento muscular, sino que es frecuente que la describan como un deseo intenso de mover las piernas. Ese movimiento voluntario para calmar los síntomas, unido a que aparece siempre en estado de reposo, impide en descanso nocturno.


¿Cómo se diagnostica el SPI?

El médico realizará al paciente una serie de preguntas que intentarán distinguir el SPI de otros movimientos anómalos y trastornos del movimiento que pueden aparecer en la noche.

Habitualmente, no son necesarias otras pruebas complementarias que determinen el diagnóstico, pero sí es importante realizar un cribado de las enfermedades de las que podría ser expresión clínica el síndrome de piernas inquietas. En algunas ocasiones, se pueden realizar estudios más complejos de sueño o electromiograma para descartar otros diagnósticos u orígenes del problema.


¿Tiene tratamiento el síndrome de piernas inquietas?

No existe un tratamiento específico para el SPI, pero los fármacos que aumentan la función dopaminérgica han mostrado efectividad en este trastorno, como es el caso de medicamentos habitualmente empleados en la enfermedad de Parkinson. En ocasiones, pueden ser de ayuda determinados antiepilépticos, como la gabapentina, o benzodiacepinas específicas, como el clonazepam.

Sin embargo, es especialmente relevante establecer si hay un origen farmacológico del síndrome, para valorar la posibilidad de reducir la dosis o sustituir dicho tratamiento.
En los casos en que se detecta bajo hierro, el tratamiento con suplementos de este mineral puede resultar eficaz.


¿Cómo afecta el SPI en el día a día de quien lo padece?

El SPI es una enfermedad aún estigmatizada. Quien lo padece se enfrenta habitualmente a la falta de credibilidad de quienes le rodean.

La dificultad para explicar los síntomas dificulta aún más esta sensación de incomprensión. Este motivo, unido a la falta de sueño prolongada, hace que las personas con SPI tengan más probabilidades de padecer depresión, ansiedad o problemas emocionales que pueden afectar a su vida familiar, social y, sobre todo, laboral.

Muchos tratamientos para la depresión o ansiedad están contraindicados en pacientes con síndrome de piernas inquietas, agravan los síntomas, encontrándonos ante un verdadero problema si no hay un conocimiento de este dato por parte del facultativo.

10 consejos para convivir con el Síndrome de Piernas Inquietas (SPI):

  • 1. Descarta un origen farmacológico.
    Evalúa con los profesionales el posible origen farmacológico de los síntomas, para tomar la decisión más adecuada sobre el mantenimiento de fármacos potencialmente implicados en su aparición.
  • 2. Vigila tu historial familiar.
    Dado que existe una predisposición hereditaria a este trastorno, es importante conocer si otros familiares lo han padecido.
  • 3. Mantén un horario de sueño regular.
    Es recomendable que establezcas un horario regular de sueño, acostándote y levantándote a horas similares, también en los días no laborables.
  • 4. Sigue una dieta rica en hierro.
    Además de alimentarte de forma equilibrada y variada, intenta que tu dieta contenga numerosos alimentos ricos en hierro, especialmente si presentas altas necesidades o pérdidas de este mineral (como ocurre durante el embarazo o si tienes menstruaciones abundantes).
  • 5. No abuses del café.
    Mantén la ingesta de cafeína por debajo de las tres tazas diarias de café o equivalentes de otras bebidas con cafeína, ya que esta sustancia contribuye a la alteración del sueño y potencia las molestias típicas del SPI.
  • 6. Abandona hábitos tóxicos.
    Lo recomendable es que dejes por completo el consumo de alcohol y el tabaco, porque ambas son sustancias que pueden empeorar los síntomas.
  • 7. Practica ejercicio físico de forma regular.
    El deporte puede contribuir a un mejor descanso nocturno, así como a un mejor retorno venoso, dos aspectos que suelen ayudar a reducir las molestias propias del síndrome de piernas inquietas.
  • 8. Medidas sencillas que pueden ayudarte.
    Los baños con agua caliente o fría, así como el masaje o las técnicas de relajación pueden ser de ayuda en los casos leves de este trastorno.
  • 9. Realízate análisis de sangre para determinar tus niveles de hierro.
    Ante cualquier sospecha, primero debes realizarte análisis de sangre para determinar los niveles de hierro y de ferritina y saber si están disminuidos, lo que ocurre en un 20% de los casos de síndrome de piernas inquietas.
  • 10. Ante la mínima duda, consulta a tu médico.
    Aunque te parezca que el malestar que experimentas por la noche es poco relevante, y que se debe a nerviosismo o cansancio de piernas, coméntalo con tu médico. En caso de que se trate de un síndrome de piernas inquietas, establecerá un tratamiento con el fin de mejorar tu calidad de vida.

Fuentes

Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.