Síndrome del cuidador quemado

¿Qué es el cuidador y cuál es su función?

El cuidador principal es la persona que asume la responsabilidad de cuidar y supervisar el estado de una persona mayor dependiente o de un enfermo, con el objetivo de mantener su bienestar y calidad de vida.

Una persona es dependiente cuando se encuentra en una situación de incapacidad permanente que le impide llevar a cabo actividades básicas del día a día. Estas personas necesitan la ayuda de una o más personas para realizar diversas tareas cotidianas. Puede darse esta situación por una limitación física, psíquica o intelectual, se da una incapacidad para realizar las tareas cotidianas por uno mismo y/o necesita la asistencia de una tercera persona.

Sin embargo, no todas las personas dependientes son iguales. La gravedad de las limitaciones que sufre una persona que ve mermada su autonomía personal, determina su grado de dependencia y, también, las necesidades y cuidados que precisa diariamente.

En España hay unos dos millones de personas dependientes según la Confederación Española de Alzheimer y otras demencias (CEAFA), por lo que la figura del cuidador cobra una especial importancia. Si bien la cifra de cuidadores es difícil de conocer ya que, a menudo, los familiares ejercen la función de cuidador principal sin que esta actividad quede registrada de manera oficial.

Cuando alguno de ellos se daña, aparecen diferentes problemas que causan en el paciente dolor y dificultades para caminar.


¿Cuál es el perfil del cuidador en España?

Aunque cada vez hay más hombres que asumen este rol, el prototipo de persona cuidadora no profesional es el de una mujer de mediana edad, casada, familiar directo de la persona afectada (pareja, madre, hija…), con grado de escolaridad medio, que no recibe ayudas externas y sobre quien recae casi en exclusiva la responsabilidad de supervisar la salud y hacerse cargo de la persona dependiente. Se trata de un perfil prototipo pero no excluye otros muchos perfiles.

Para realizar su función lo mejor posible, la información, preparación y planificación de los cuidadores resulta crucial, de cara a desarrollar una ayuda efectiva y adecuada a las necesidades de la persona dependiente.

El síndrome del cuidador quemado aumenta en función a la edad del paciente o persona dependiente, su actitud, sus enfermedades, la falta de apoyo familiar en el cuidado, etc.
El síndrome del cuidador quemado se evita reservándose tiempo para seguir hábitos saludables.

Además, en situaciones de dependencia o periodos de enfermedad, no sólo se resiente la salud del paciente o la persona mayor, sino que también el familiar o persona cercana que se hace cargo del enfermo puede ver comprometido su bienestar, debido a la exigencia física y, sobre todo, psicológica que supone una situación de este tipo.


¿Qué es el síndrome del cuidador quemado?

El síndrome del cuidador quemado se produce cuando la dedicación y exigencia intensiva pueden comprometer notablemente la salud de la persona cuidadora. Debemos considerar como una parte inherente y fundamental de la salud el bienestar psicológico, emocional y social y no solo el bienestar físico


¿Qué síntomas presenta el síndrome del cuidador quemado?

Así, el síndrome del cuidador quemado se caracteriza por múltiples síntomas:

  • Falta de energía.
  • Cansancio y preocupación continua.
  • Insomnio.
  • Pérdida del apetito y/o de peso.
  • Dolores de cabeza o en otros puntos del cuerpo.
  • Palpitaciones, irritabilidad y cambios frecuentes de humor.
  • Niveles elevados de estrés, ansiedad y/o depresión.
  • Apatía.
  • Abuso de alcohol, tabaco o de ansiolíticos y antidepresivos.
  • Dificultad para concentrarse y para relajarse.
  • Alteraciones en el entorno familiar del cuidador

Además, puede aparecer un sentimiento de culpa si no se atiende al paciente o familiar, que lleva a relegar a un segundo plano la propia salud y las actividades sociales y de ocio para enfocarse exclusivamente en el ser querido dependiente.

Todo ello lleva a menudo a sufrir tristeza, desesperanza y sensación de aislamiento familiar y social. Incluso, puede perderse el interés en el propio puesto de trabajo y acabar perdiéndolo.


¿Qué factores incrementan el riesgo de padecer el síndrome del cuidador quemado?

El riesgo de que la persona cuidadora sufra estas alteraciones aumenta conforme a:

  • La edad del paciente o persona con dependencia.
  • Su posible actitud.
  • El número de enfermedades que padece.
  • La ausencia de colaboración de otros familiares.
  • La menor capacidad económica.
  • El nivel de formación e información del cuidador.

¿Cómo tratar el síndrome del cuidador quemado?

En el papel de acompañar y atender las necesidades de un paciente, es muy importante trabajar aquellos factores que sí son controlables y que pueden resumirse en la idea de “cuidarse para cuidar”.

  • Reservarse tiempo para seguir hábitos saludables como practicar ejercicio físico de manera regular.
  • Alimentarse y descansar bien.
  • Relacionarse familiar y socialmente y disfrutar de aficiones y actividades de ocio.
  • La colaboración de otros miembros de la familia es crucial para evitar que el cuidador o cuidadora principal se sienta sobrepasado.
  • Procurar ayuda de otros familiares o de la administración.

10 consejos para cuidar a la persona cuidadora

Sigue los siguientes consejos para cuidarte y evitar caer en el síndrome del cuidador quemado.

  • 1. Infórmate sobre la enfermedad de tu ser querido y sobre los recursos disponibles.
    Conocer los síntomas de cada fase te permitirá comprender las diferentes situaciones que puedan producirse y ayudarle a sobrellevarlos mejor y, por tanto, reducir tu nivel de estrés. Puedes informarte en los centros sanitarios o en las asociaciones de pacientes relativas a su patología, donde también podrán asesorarte sobre el acceso a posibles recursos económicos, hospitales de día o servicios de relevo, que permiten un breve descanso a la persona cuidadora.
  • 2. Organízate y establece un plan de cuidados.
    Gestiona tu tiempo de manera eficiente. Para ello, confecciona una lista de tareas y establece una rutina diaria, fijándote objetivos realistas. Asegúrate de que tu día a día incluye momentos de respiro para ti y aprende a decir no a peticiones que te supongan un desgaste excesivo como organizar comidas familiares, por ejemplo.
  • 3. Haz equipo.
    Las tareas pueden repartirse entre varios miembros de la familia. Una manera de pedir su colaboración es redactar otra lista con las tareas en que otros familiares pueden colaborar y deja que elijan qué desean hacer. Por ejemplo, pueden ir al supermercado en tu lugar o quedarse con la persona dependiente mientras vas tú.
  • 4. Mantente activa y conectada.
    Si has involucrado a otros familiares o conseguido ayuda, como servicios de relevo, evita dedicar todo ese tiempo a tareas en otro ámbito. Procura reservar momentos para realizar actividad física regular -hasta diez minutos de ejercicio diarios pueden ayudar-, continúa practicando tus aficiones y las actividades que siempre te han gustado. No te aísles, reserva tiempo para relacionarte con tus familiares y amigos y, cuando no sea posible, comunícate con ellos por teléfono o aplicaciones de mensajería.
  • 5. No te olvides de cuidarte.
    No dejes de lado tus rutinas de ejercicio físico y cuida tu alimentación: sigue una dieta saludable, equilibrada y variada, que incluya alimentos de alto nivel nutritivo como las verduras y las frutas. Evita consumir sustancias excitantes, bebe mucha agua y asegúrate de tener un descanso reparador. Si es necesario, establece metas de salud personales como dormir el número de horas necesarias.
  • 6. Acude a tus citas médicas.
    No relegues a un segundo plano tu salud y acude a tu médico o enfermera cuando sea necesario. Recuerda informarles de que eres una persona cuidadora y cuéntales cualquier síntoma de deterioro físico, psicológico o emocional que puedas tener. Vacúnate cuando te corresponda.
  • 7. Aprende a relajarte.
    Por ejemplo, puedes realizar ejercicios de respiración, practicar yoga o taichí o meditar, lo cual no te llevará más de quince minutos al día. La relajación muscular progresiva es otra técnica que puede ayudarte a combatir el estrés. También debes reservar unos minutos al día para esa actividad relajante como leer o escuchar música.
  • 8. Reconoce y gestiona tus emociones.
    Expresa cómo te sientes y acepta, si aparecen, los sentimientos negativos, sobre todo, el de culpa. Conoce tus límites y recuerda que nadie es el cuidador perfecto. En caso de que el estrés se vuelva abrumador y te sientas sobrepasada, busca ayuda de un profesional de la salud.
  • 9. Fomenta la autonomía de la persona dependiente.
    Es importante que le animes a realizar por sí misma aquellas tareas que todavía puede acometer por sí misma, para reforzar su autoestima. Conocer su enfermedad, a través por ejemplo de asociaciones de pacientes, te ayudará a determinar en qué puntos puedes ser más exigente animándole a realizar actividades por sí misma y cuando no.
  • 10. Únete a un grupo de apoyo para cuidadores.
    Puede ser general o específico para personas que cuiden a alguien con la misma enfermedad o discapacidad que tu ser querido. Podréis compartir experiencias y estrategias para aumentar su bienestar y el vuestro, y sentir el apoyo y comprensión de otras personas que se encuentran en la misma situación.

Podcast

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.