Suelo pélvico

De mano de María Medrano, Fisioterapeuta Experta en Pelviperineología, conocemos todo lo que tiene que ver con el suelo pélvico, cómo fortalecerlo y prevenir posibles disfunciones.

¿Qué es el suelo pélvico y para qué sirve?

El suelo pélvico es el conjunto de músculos y de tejido conjuntivo que cierra la parte baja de la pelvis y el abdomen. Aunque desconocido y abstracto para muchas personas, juega un papel muy importante en nuestra calidad de vida.

Esta musculatura cumple diversas funciones esenciales, como permitirnos el control de nuestros esfínteres.También se encarga de sujetar los órganos que hay al interior de nuestra pelvis, como la vejiga, el recto y, en el caso de las mujeres, el útero.

Además, influye directamente en la calidad de nuestras relaciones sexuales.

Por último, como su nombre indica, es el suelo de la pelvis, y la pelvis constituyen los cimientos de nuestra columna. Así, el suelo pélvico se encarga de dar la correcta estabilidad a la pelvis, para que nuestra espalda pueda estar erguida.


¿Cómo funciona nuestro suelo pélvico?

El suelo pélvico es un amortiguador. Es decir, los músculos que lo componen deben estar tónicos para poder sujetar los órganos y para cerrar bien nuestros esfínteres ante momentos en los que aumenta la presión abdominal, como cuando tosemos, damos saltos o corremos.

Los músculos del suelo pélvico también deben mantenerse elásticos y flexibles para permitirnos orinar e ir de vientre, disfrutar de una sexualidad placentera y dar a luz con mayor facilidad.


¿Qué problemas aparecen si el suelo pélvico no funciona de forma correcta?

Si nuestro suelo pélvico no funciona correctamente, pueden aparecer diversos problemas, algunos de ellos frecuentes e incómodos:


¿Por qué se deteriora el suelo pélvico?

Solemos decir que somos los únicos animales que tenemos problemas de suelo pélvico y de espalda porque sólo los seres humanos caminamos en posición bípeda.
En el caso de la mujer, a este hecho se unen, además, dos circunstancias particulares que ponen en riesgo el correcto funcionamiento de nuestro suelo pélvico: por un lado, que anatómicamente, nuestro suelo pélvico es más frágil que el del hombre; y, por otro, que atravesamos dos etapas vitales en las que nuestro suelo pélvico se debilita enormemente y en las que debemos cuidarlo y ejercitarlo para que prevenir posibles problemas.

La primera etapa es el embarazo y el parto, que supone el principal factor de riesgo para que nuestro suelo pélvico se deteriore.
Otro momento clave es la menopausia, ya que, durante este proceso, el colágeno, que es el principal componente del tejido conjuntivo que forma el suelo pélvico, pierde consistencia, por lo que pueden empezar a aparecer problemas como los anteriormente mencionados o acentuarse los ya existentes.

En términos generales, todo lo que haga aumentar nuestra presión abdominal, debilitará nuestro suelo pélvico, seamos hombre o mujer. Por eso, existen otros factores de riesgo que también influyen en su estado:

  • Los deportes de impacto: hacen que las vísceras reboten y el suelo pélvico tenga que amortiguar el golpe. Esta acción mantenida en el tiempo y de forma muy repetitiva irá debilitando nuestro suelo pélvico.
  • Sufrir episodios habituales de tos (por alergiasasma…).
  • Realizar trabajos en los que hay que coger pesos de forma recurrente.
  • Sufrir obesidad.
  • Sufrir estreñimiento crónico.
  • Tocar de manera frecuente instrumentos de viento: debido a la fuerza abdominal que hay que hacer al soplar.

¿Cómo puedo fortalecer el suelo pélvico?

Para fortalecer nuestro suelo pélvico y prevenir sus disfunciones, lo más es importante es trabajarlo mediante la realización correcta de los llamados ejercicios de Kegel.

Como punto de partida, hay que localizar y reconocer nuestro suelo pélvico, que, como hemos comentado es la musculatura que rodea nuestra zona genital, tanto masculina como femenina.

Podemos identificar estos músculos de forma táctil, palpando el espacio situado entre la vagina y el ano. También podemos visualizarlos con la ayuda de un espejo o reconocerlos mentalmente haciendo como si quisiéramos detener la micción. Este gesto imaginario nos ayudará a reconocer los músculos que se contraen y que son los que se trabajan para fortalecer el suelo pélvico, pero es un movimiento que no debemos realizar nunca físicamente al estar orinando, porque esto, a largo plazo, puede originar problemas de infecciones.

Así, los ejercicios de Kegel consisten en contraer los esfínteres como si quisiéramos retener las ganas de ir al baño y, a continuación, relajarlos. Hay que realizar varias repeticiones seguidas de este movimiento, respetando siempre el doble de tiempo de relajación que de contracción.

Debemos repetir este ejercicio unas 3 veces al día y en diferentes posiciones (tumbados, sentados y de pie). Es clave mantener siempre una postura erguida. La postura que el cuerpo adopta está íntimamente ligada con la calidad del suelo pélvico; cuidando tu postura, cuidarás también tu suelo pélvico.

Estos ejercicios pueden llevarse a cabo como parte de una rutina diaria que ayude a mejorar el estado de esta zona.

No obstante, cuando el suelo pélvico está dañado, lo ideal es acudir a una unidad de suelo pélvico y realizar un tratamiento especializado de la mano de un fisioterapeuta experto. De igual forma, muchas mujeres embarazadas optan por acudir a un experto para hacer una preparación al parto más centrada en el suelo pélvico, tanto para protegerlo, como para ejercitar los músculos que más trabajarán durante un parto vaginal.

Autora

María Medrano es fisioterapeuta experta en el tratamiento de suelo pélvico con dieciséis años de experiencia en este campo. Es directora y fundadora de Clínica Pelvia, un centro pionero en España en el tratamiento de problemas de suelo pélvico.

Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.

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