Sueño y covid-19

¿Qué factores son los que han influido en que la calidad de nuestro descanso sea peor durante pandemia?

El incremento de los trastornos del sueño está siendo una de las consecuencias más generalizadas de la actual pandemia de covid-19, que ya antes de la crisis sanitaria constituían un problema frecuente entre la población española. De hecho, en 2018, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre el 20% y el 48% de la población adulta de nuestro país sufría dificultad para iniciar o mantener el sueño.

El sueño es muy sensible y se ve afectado por las condiciones físicas, mentales e, incluso, ambientales que nos rodean. Desde la aparición de la covid-19, el miedo al contagio, la incertidumbre económica, las preocupaciones, el estrés, la ansiedad y también la depresión, han tenido un impacto negativo en la calidad de nuestro descanso. Pero, además, a estas alteraciones emocionales se suman los cambios de rutinas, el teletrabajo, menor actividad física, mayor aislamiento social y más conexión a dispositivos móviles. Como consecuencia, nos cuesta más conciliar el sueño, este es más ligero y nos despertamos durante la noche, lo que provoca más sueño o cansancio a lo largo del día.


¿Qué consecuencias para la salud conlleva dormir mal?

El sueño es una necesidad biológica del organismo que permite restablecer durante la noche las funciones físicas y psicológicas esenciales para disfrutar de pleno bienestar al día siguiente. Por eso, no descansar las horas suficientes o no hacerlo en buenas condiciones acarrea numerosas consecuencias a varios niveles: cansancio, fallos de memoria y de razonamiento, peor humor, irritabilidad, ansiedad, un menor rendimiento en el trabajo o la escuela… La privación del sueño puede aumentar, incluso, el riesgo de sufrir accidentes de tráfico, domésticos y laborales.


¿Qué claves podemos seguir para dormir bien en tiempos de pandemia?

Existen aspectos que afectan a nuestro sueño y no podemos controlar, como ha ocurrido con la actual pandemia, pero sí podemos enfocarnos en lo que está en nuestras manos, como es la higiene del sueño. Es recomendable seguir manteniendo una rutina de sueño lo más estable posible. Incluso, aunque no tengamos que despertarnos para ir a trabajar al día siguiente, hemos de procurar acostarnos y levantarnos a la misma hora, siguiendo el ritmo de sueño adaptado a la tendencia natural de nuestro organismo y al resto de actividades cotidianas (comidas, posible trabajo, ocio…). Durante el día, es preferible evitar las siestas largas.

Es importante irnos a la cama cuando tengamos sueño.

En cuanto a los factores ambientales, debemos intentar cuidar la temperatura, el ruido y la luz de nuestra habitación, contar con un buen colchón y almohada

Es importante, también, hacer ejercicio y comer saludablemente con un horario establecido. En las dos o tres horas antes de ir a dormir, no debemos cenar o beber copiosamente o hacer ejercicio intenso

Igualmente, antes de ir a la cama, haremos un esfuerzo por evitar los dispositivos electrónicos.  Si es inevitable su uso, es conveniente aplicar el filtro de luz azul.

Por último, si tenemos dificultades para dormir, es aconsejable consultar con el farmacéutico la posibilidad de utilizar soluciones nutricionales naturales y, si la falta de sueño se mantiene, recurrir al médico para valorar un posible tratamiento farmacológico.


¿Y los niños? ¿Cómo pueden descansar mejor en este contexto?

Los niños también deben seguir su rutina de sueño de siempre, dado que, aunque no hay clases presenciales, en muchos colegios ya han adaptado sus rutinas lectivas a las clases on-line. En caso de los niños más pequeños, los horarios de descanso pueden amoldarse a su ritmo, ya que pueden tener una tendencia natural a dormirse más temprano o más tarde. Comer y cenar temprano también les ayudará a dormir mejor.


10 consejos para ayudarte a conciliar el sueño en tiempos de covid-19:

  • 1.Establece un horario de sueño regular.
    Intenta acostarte y levantarte cada día a la misma hora, evitando permanecer en la cama fuera de los períodos de sueño. Y procura irte a la cama en cuanto tengas sueño, en lugar de quedarte dormido viendo la tele en el salón, ya que luego resulta más difícil volver a dormirse en la cama.
  • 2. Adecua tu habitación y tu cama.
    Mantén el dormitorio oscuro, tranquilo, bien ventilado y con una temperatura confortable a lo largo de la noche. Intenta evitar los estímulos sonoros que puedan fracturar la continuidad del sueño, apagando o silenciando el móvil o evitando que pueda iluminarse de forma brusca durante la noche. Respecto a la cama, mejor que tu colchón no sea ni demasiado blando ni demasiado duro y que la almohada se adapte a tus preferencias.
  • 3. Lleva una alimentación saludable y en horario regular.
    Pese al teletrabajo o el confinamiento, sigue distribuyendo las comidas en cinco veces a lo largo del día y a la misma hora de siempre. Sobre todo, no comas ni bebas grandes cantidades durante las tres horas previas a irte a la cama, ya que las comidas copiosas producen digestiones pesadas que interfieren con el sueño. Igualmente, reduce la toma de bebidas alcohólicas o sustancias estimulantes como el café o el chocolate, que pueden alterar la estructura del sueño y mermar su calidad, y evita el picoteo por la tarde. Si eres fumador, procura dejar el tabaco.
  • 4. Marca una rutina para tus actividades.
    Si llegásemos a una situación de confinamiento similar a la de marzo y abril, implicaría volver a amoldarnos a semanas sin horarios de trabajo o escuela regulares o con formas telemáticas de trabajar o asistir a clase. Ante ello, así como ante las limitaciones para salir al exterior, es importante organizar la jornada de toda la familia y fijar un horario para trabajar y otro para jugar con los niños o para el momento de vida social. Finalizar la rutina de trabajo o estudio con un paseo, aunque sea corto, para volver de nuevo a casa en tiempo de ocio y familia es una buena forma de desconectar.
  • 5. Realiza ejercicio físico.
    Permanece activo, con ejercicio en casa o, si es posible, en el exterior, durante unos 30-45 minutos todos los días. Pero recuerda que no es recomendable realizar actividad física 2-3 horas antes de acostarse, debido a su efecto excitante.
  • 6. Busca la luz del sol.
    Si estás en casa, procura pasar las mañanas realizando alguna actividad cerca de una ventana y, si puedes salir al exterior, aprovecha los horarios matutinos o en los que aún no haya oscurecido.
  • 7. Evita las siestas largas durante el día.
    Las siestas cortas poseen beneficios cardiovasculares y mentales demostrados, pero no deben extenderse para que no te cueste dormir por la noche. Si las necesitas, mejor que sea inmediatamente después de comer y de no más de 20-30 minutos, y que el intervalo desde la finalización de la siesta hasta el momento de irte a dormir por la noche sea de, al menos, siete horas.
  • 8. Dosifica la información que consumes y el uso de dispositivos electrónicos antes de ir a dormir.
    Leer o ver noticias sobre la situación de pandemia antes de acostarte puede aumentar tu preocupación y dificultar la conciliación del sueño. Por lo tanto, es mejor que limites estos estímulos en las horas previas al sueño. Igualmente, es muy importante evitar la luz azul de las pantallas de cualquier dispositivo antes de irse a dormir o, lo que es peor, ya en la cama. En su lugar, intenta seguir un ritual relajante, como algo de lectura, música o una ducha.
  • 9. Consulta con el farmacéutico la posibilidad de utilizar soluciones nutricionales.
    Si tienes dificultades para dormir, los complementos alimenticios pueden ser una opción natural en algunos casos: los aportes de melatonina ayudan a disminuir el tiempo necesario para conciliar el sueño y los de valeriana, contribuyen al mantenimiento y la calidad del sueño.
  • 10. Recurre a tu médico si la falta de sueño se mantiene.
    Si poner en práctica estas medidas no logra mejorar tu descanso, o si percibes que el insomnio se alarga demasiado o comienza a provocarte mayores problemas, consulta a tu médico para que pueda evaluar la conveniencia de un posible tratamiento farmacológico. Pero recuerda que los tranquilizantes y somníferos son medicamentos que requieren prescripción médica. Nunca recurras a ellos sin la supervisión necesaria, ya que podrían no estar recomendados en tu caso.

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Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.