TDAH

¿Qué es el TDAH?

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH es un trastorno de origen biológico y con una alta carga genética que afecta el desarrollo del niño/adolescente y que interfiere en su capacidad de aprendizaje y su conducta. El paciente TDAH muestra conductas no apropiadas para su etapa evolutiva, en un mínimo de dos áreas del desarrollo neuropsicológico. La primera área es la inatención y la segunda área es la inhibición, lo que produce la hiperactividad y la impulsividad.

Hay suficiente evidencia científica que demuestra que este trastorno no es el resultado de un problema social, un exceso de televisión o un mal trabajo como padres.


¿Qué tipos de TDAH hay?

Un aspecto importante a tener en cuenta, es que ni todos los niños con TDAH son iguales (como ocurre con los que no tienen TDAH), ni tienen  los mismos síntomas, ni los presentan con la misma intensidad.

Tradicionalmente, los niños con este trastorno se han clasificado como tipo inatento (sin hiperactividad), tipo hiperactivo (sin déficit de atención), y tipo combinado (ambas características), pero muchos especialistas en TDAH no están de acuerdo con esta clasificación, y parece que los estudios más actuales tratan de diferenciar sólo dos tipos, en relación a los problemas de que padecen:

  • Tipo Inatento: son niños que no presentan hiperactividad, que más bien son lentos. Sus problemas atencionales están relacionados con la eficacia atencional o focalización, es decir, tienen dificultades para percibir los detalles importantes de las cosas, los acontecimientos… también se les empieza a denominar niños con tiempo cognitivo lento.
  • Tipo Hiperactivo: sobretodo destacan por la hiperactividad, son niños que necesitan estar haciendo cosas todo el tiempo y siempre están en movimiento. Sus problemas de atención están relacionados con la atención sostenida, es decir, tienen dificultades para mantener la atención durante un tiempo determinado en una tarea o tienen cambios frecuentes del foco de atención.

Debemos exceptuar dos situaciones especiales: muchos niños con problemas para mantener la atención son capaces de estar bastante rato con juegos informáticos (PC, consolas,…), o pueden estar viendo programas de televisión o películas de vídeo con dibujos animados. Por su naturaleza, estas actividades deben excluirse cuando se desea comprobar si un niño tiene problemas para “mantener la atención”.

Por tanto, el concepto déficit de atención no sería del todo correcto y puede llevar a confusión, deberíamos hablar más bien de un problema de regulación de la atención.


¿A quién afecta?

Este es el trastorno infantil más prevalente (afecta a entre un 3% y un 7% de la población), y se da con más frecuencia entre los niños que entre las niñas en una proporción de 4 niños por cada niña.

Cabe la posibilidad de que un niño tenga Déficit de Atención con/sin Hiperactividad pero no constituya un “trastorno”, gracias a un entorno familiar y escolar comprensivo y tolerante.

Por tanto, la característica Déficit de Atención con/sin Hiperactividad no necesariamente debe conllevar una situación de desajuste social, fracaso escolar, inadaptación, o cualquier otro problema, pero la probabilidad de que esto se produzca es muy alta.

El conocimiento de este trastorno no solo ayuda a su pronta detección, sino a poder realizar un diagnóstico precoz y obtener un pronóstico favorable.


¿Qué lo causa?

En la actualidad, aún se desconocen las causas directas e inmediatas del TDAH, aunque los avances en las técnicas de neuroimagen y los estudios genéticos han ayudado a esclarecer algunas cuestiones.

Los estudios biológicos muestran que existen:

  • Alteraciones neuroanatómicas en las regiones frontal, estriada y cerebelosa.
  • Alteraciones en los neurotransmisores, especialmente dopamina y noradrenalina.
  • Activación cerebral anómala asociada a las funciones ejecutivas.

Los estudios genéticos muestran que existe mayor susceptibilidad de padecer este trastorno en familiares de primer orden (5-6 veces más frecuente) que entre no familiares. La probabilidad de padecer este trastorno si un gemelo idéntico lo tiene se sitúa entre el 51% y el 86%, y en el caso de mellizos no idénticos es del 29-33%. En resumen, podemos afirmar que la carga genética influye en el TDAH, de manera similar a como lo hace en la altura.

Los múltiples estudios realizados en diversos países a lo largo de los años nos han permitido afirmar que tanto el DAH, como el DA (Hiperactivos e Inatentos):

  • No consiste en una lesión o un tumor cerebral.
  • No tiene relación con el Cociente Intelectual: hay hiperactivos muy inteligentes, como los hay de inteligencia media y baja.
  • No se debe a una educación inadecuada, aunque son niños de educación difícil.
  • No se debe a los alimentos ingeridos.
  • No se debe a problemas visuales, ni de columna vertebral.
  • No está provocado por intoxicaciones, ni por traumatismos, ni por radiaciones…
  • No tiene nada que ver con ser zurdo.
  • No desaparece en la adolescencia, ni en la adultez, simplemente los afectados cambian y dependerán también de los aprendizajes y recursos que adquieran para manejar sus dificultades.

¿Qué síntomas o señales nos pueden alertar?

Es recomendable observar el comportamiento del niño -si tiene más de cuatro años y menos de doce- y decidir si corresponde llevarlo a un especialista que corrobore o descarte este diagnóstico, si vemos que:

  • Está moviéndose de un lado para otro: no para quieto.
  • Cuando está sentado, se mueve mucho en su silla.
  • Habla mucho, casi constantemente.
  • Cualquier cosa lo distrae de lo que está haciendo.
  • Le cuesta concentrarse en lo que hace.
  • Cuando se le habla parece que no está escuchando.
  • Abandona lo que hace sin terminarlo.
  • Se mueve con brusquedad, tropieza, se da golpes.
  • Cuando se le pregunta responde muy deprisa, sin pensar.
  • Interrumpe a los demás cuando están haciendo algo.
  • Le cuesta mucho esperar, no tiene paciencia.
  • Hace cosas sin pensar en las posibles consecuencias.
  • Si desea algo, intenta conseguirlo de manera inmediata.
  • Los profesores informan de esto mismo en el colegio.

Si cumple estas características, posiblemente podemos hablar de HIPERACTIVIDAD.

Sin embargo, si cumple estas otras, hablaremos de una posible INATENCIÓN:

  • Le cuesta darse cuenta de los detalles importantes de las cosas o las situaciones.
  • Se le ve absorto/a en sus pensamiento, en las nubes…
  • Se mueve y hace las cosas con lentitud, como si le faltase energía.
  • Parece despistado/a, tarda en darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor.
  • Se muestra apático/a, indiferente, sin interés por las cosas.
  • Tarda en comprender lo que se le explica.
  • Es lento/a para realizar sus actividades cotidianas: lavarse, vestirse…
  • Los profesores informan de esto mismo en el colegio.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico puede realizarse por varios profesionales de la salud, psicólogos clínicos, pediatras, neuropediatras y psiquiatras. Es muy importante que, sea el profesional que sea, esté muy familiarizado con el TDAH. El proceso hacia el diagnóstico suele incluir:

  • Pruebas médicas, tales como análisis de sangre, orina, pruebas de audición y visión, encefalograma o escáner cerebral. En principio todas estas pruebas van encaminadas a descartar otras patologías.
  • Entrevista semiestructurada con los padres y el niño.
  • Realización de una batería de cuestionarios, inventarios y pruebas de habilidad, tales como: escalas de Wechsler: Wuoosu (de 4 a 6 años), WISC-IV (de 5 a 16 años), Wais (de 13 a 65 años); BASC; EDAH; ESMIDA; EMAV; CPT; D2; Stroop;Test de caras; ENFEN.

¿Cuál es el tratamiento del TDAH?

El tratamiento debe ir enfocado al niño, a la familia y a la escuela, y debe incluir estos cuatro aspectos:

  • Tratamiento farmacológico (si la sintomatología lo requiere). Está dirigido a disminuir los síntomas básicos del trastorno. Entre los medicamentos más eficazmente utilizados están los estimulantes, y en la mayoría de los casos suelen ser tratamientos de larga duración. Hay que recalcar que la medicación interesa si ayuda al niño a adaptarse mejor, reduciendo el número de experiencias frustrantes, castigos, amenazas y recriminaciones.
  • Tratamiento psicológico, si es necesario (individual, familiar y grupal). Se dirige generalmente a reducir la sintomatología del trastorno, mejorar la atención, aumentar el control de su conducta impulsiva, el control de la ira, entrenamiento en habilidades socioemocionales. Además, es fundamental para prevenir o tratar otros problemas o trastornos asociados.
  • Tratamiento psicopedagógico. Dirigido a mejorar las habilidades académicas del niño y el comportamiento mientras estudia o hace los deberes, y también pretende instaurar un hábito de estudio en el niño que no lo tiene.
  • Psicoeducación. Apoyo y orientación. Dirigido a padres, profesores, y en general a todos los adultos que estén en relación con el niño/a con TDAH. Tiene como objetivo informar sobre el trastorno, para que entiendan el comportamiento del niño, así como enseñar pautas educativas adecuadas y aprender técnicas de modificación de conducta. Tanto los padres, como los profesores tienen un papel fundamental en la mejoría de los síntomas y el pronóstico del trastorno.

¿Qué características positivas tiene el TDAH?

Es el aspecto más olvidado cuando nos enfrentamos a un diagnóstico de TDAH. Si bien es cierto que las personas con este trastorno sufren una serie de desajustes en su vida cotidiana, con un buen abordaje se pueden potenciar cualidades muy ventajosas, ya que estos niños tienen una alta respuesta a los refuerzos positivos. No se trata de idealizar este trastorno, sino de abrir bien los ojos y potenciar sus habilidades.

La creatividad y originalidad suelen ser unas de sus principales características. Sus cerebros suelen bullir en verdaderas tormentas de ideas, que les permiten encontrar conexiones entre distintas áreas, hallando alternativas innovadoras.

El hiperfoco es otra característica que experimentan en ocasiones las personas con TDAH (algunos de los  mejores jugadores de golf lo tienen), y que se caracteriza por la capacidad de abstraerse y concentrarse en la realización de una actividad cuando es lo suficientemente atractiva o novedosa. Esta habilidad permite que cuando se concentran en algo que les apasiona, sean capaces de realizar cualquier cosa que se propongan, y mientras les dura la motivación, son capaces de contagiar su intensa energía a cuantos les rodean.

Las personas con TDAH siempre están dispuestas a arriesgarse y a probar cosas nuevas. Se llevan bien con niños y niñas menores y tienen habilidad para cuidarles. Son espontáneas y su ingenuidad e impulsividad les hace ser más divertidas. Son personas muy cariñosas, sinceras y abiertas a la conversación.

Tener TDAH puede suponer una desventaja o una ventaja para afrontar la vida diaria: depende de la habilidad de los adultos para potenciar sus cualidades y para enseñarles las herramientas que les ayuden a mitigar sus dificultades.

Diez consejos para convivir con niños y niñas con TDAH:

Es de suma importancia ofrecer una información adecuada sobre el TDAH a padres, profesionales de la educación, y a la sociedad en general con la finalidad de que puedan brindar la mejor ayuda posible a los niños y adolescentes afectados, y, en la medida de lo posible, reducir su impacto.

  • 1. Sé empático, guíalo y acompáñalo en sus logros y fracasos.
    Con frecuencia, el niño afectado suele recibir información negativa sobre su comportamiento y capacidad, lo que contribuye a su baja autoestima.
  • 2. Elogia los aspectos positivos de su conducta.
    Hará falta que felicitemos cualquier conducta que para ellos resulte difícil debido al trastorno. Por ejemplo: dejar la mochila en su sitio.
  • 3. Evita mencionar los aspectos negativos.
    Elude en todo momento comentarios que ridiculicen lo que dice o su comportamiento.
  • 4. Anímale a analizar correctamente sus problemas.
    La falta de atención hace que, mientras hacen sus deberes, a menudo cometan errores. Debemos ayudarles a analizar que no ha sido una cuestión de inteligencia, sino de atención.
  • 5. Confía en él y en sus competencias.
    Ofrécele cada vez un mayor número de responsabilidades, aunque requieran de nuestra supervisión. Así iremos reforzando sus pequeños éxitos, con ayuda, tiempo y afecto.
  • 6. Ayúdale a aceptar sus propias limitaciones.
    Da a conocer al niño que comprendemos sus sentimientos o preocupaciones, ayúdale a que entienda que todos tenemos dificultades en algunas áreas y capacidades en otras.
  • 7. Trátale siempre con respeto.
    No caigas en frases como “eres un vago”, “eres malo” o “eres un irresponsable”, e intentar sustituirlas por palabras de aliento.
  • 8. Huye de la ironía.
    Evita el sarcasmo o el lenguaje irónico, ya que éste es ambivalente.
  • 9. Practica la comunicación asertiva.
    Evita el NO (“no corras, no has hecho los deberes, no molestes a tus compañeros…”) y muéstrale cuál es la conducta adecuada.
  • 10. Infórmate y fórmate en estrategias educativas.
    La educación de un niño con TDAH es complicada y los padres han de asumir que deben conocer muy bien este trastorno. Las escuelas de padres que se ofertan desde las distintas asociaciones o en los propios centros sanitarios son una ayuda inestimable. Otra opción es recurrir a la lectura de libros y manuales.

Pautas en casa y en el colegio

Aparte de los consejos generales para  tratar a un niño con TDAH, existen dos ámbitos, como son el hogar familiar y el centro escolar donde estudie el menor, en los que resulta conveniente poner en práctica estrategias concretas para facilitar el día a día de todos.

EN LA FAMILIA

Para que las estrategias que utilizan los padres al manejar este trastorno sean efectivas, es necesario que los dos padres actúen de la misma manera, de forma sistemática y con un plan. Algunas pautas generales, que se pueden llevar en casa son las siguientes:

  • Establece normas claras y comportamientos que se consideren adecuados, así como  sus consecuencias.
  • Ajusta las exigencias educativas a las características del niño.
  • Premia (con reconocimiento, elogios,…) los esfuerzos y la atención ante las tareas, no el correcto resultado de estas.
  • Apóyale en tareas académicas, favoreciendo que las intente hacer solo, en períodos cortos de tiempo y permitiéndole descansos atencionales.
  • Refuerza cualquier progreso con el fin de disminuir los sentimientos de frustración del niño.
  • Ten paciencia y comprensión ante las características personales del niño.
  • Mantén siempre que se le diga algo el contacto ocular y evita elevar la voz.
  • Evita regañarle ante las malas ejecuciones de las tareas y ayúdale a corregirlas, reforzando cualquier avance parcial.
  • Elabora un registro donde se puedan anotar y hacer un seguimiento de las mejoras del niño.

EN EL CENTRO ESCOLAR

El diseño y la aplicación de adaptaciones curriculares metodológicas individuales no significativas pueden ser muy beneficiosos para el alumnado con TDAH. Algunas adaptaciones pueden ser:

Adaptaciones metodológicas generales:

  • Siéntale en todas las clases en primera fila y evita, dentro de lo posible, que tenga distracciones.
  • Avísale de los momentos más importantes de la clase para que pueda focalizar su atención.
  • Mantén el contacto ocular para asegurar que mantiene la atención.
  • Asegura la comprensión de las explicaciones o de las instrucciones para realizar las tareas. Hazle preguntas para comprobar si lo ha comprendido.
  • Permite al alumno hiperactivo que realice algún desplazamiento por el aula a intervalos periódicos.
  • Refuerza cualquier conducta de prestar atención, esfuerzo, realización de ejercicios, etc.

Adaptaciones metodológicas en las tareas:

  • Adapta el tiempo que se asigna al alumno en la realización de tareas en el aula.
  • Adapta la cantidad de tarea que se asigna al alumno en la realización de tareas en el aula o en casa.
  • Adapta los criterios de calidad de la ejecución de tareas.
  • Facilita estrategias atencionales para realizar las tareas.

Adaptaciones en las evaluaciones:

  • Realiza una evaluación diferente para el alumno con déficit de atención según sus necesidades especiales.
  • Adapta el tiempo de evaluación.
  • Adapta el formato de examen.
  • Adapta los criterios de calidad en las ejecuciones de las tareas, El alumno con déficit de atención comete errores con más facilidad, por lo que se pueden adaptar los criterios de calidad. Por ejemplo, un criterio de calidad mínimo (el que el docente considere imprescindible) y otros de calidad progresiva.

Autora

Jessica Rodríguez Zubillaga es psicóloga especializada en TDAH (niños, adolescentes y adultos) y acreditada como psicóloga general sanitaria. Máster en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Terapia Familiar Sistémica y de Pareja. Experta en Asertividad.

Fuentes

  • López Soler C. y Romero Medina A. (2013). TDAH y trastornos del comportamiento en la infancia y la adolescencia. Clínica, diagnóstico, evaluación y tratamiento. Pirámide: Madrid.
  • Orjales Villar, I. (1999). Déficit de Atención con Hiperactividad “Manual para padres y educadores”. CEPE: Madrid.
    García Pérez M. y Magaz Lago A. Niños y adolescentes hiperactivos e inatentos. Guía informativa para padres y docentes. Bilbao: COHS consultores en CC.HH.
  • García Pérez M. y Magaz, A. (2003): Mitos, Errores y Realidades sobre la Hiperactividad. Bilbao: COHS Consultores en CC.HH.
    Cobo R. «Mi hijo es hiperactivo», EIUNSA. Ediciones Internacionales Universitarias, S.A., 2006.
    García Pérez M. Adaptaciones curriculares metodológicas para escolares con déficit de atención: hiperactivos e inatentos. Bilbao: COHS Consultores en CC.HH.

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.