Test de Apgar

¿Qué es y para qué sirve el Test de Apgar?

En 1952, una reconocida anestesista obstétrica americana, la doctora Apgar, diseñó y comenzó a aplicar un método para valorar el estado del recién nacido tras el parto. Desde entonces, el llamado Test de Apgar se ha generalizado en numerosos países.

Esta prueba mide de una manera simple y rápida la adaptación y vitalidad del bebé tras el nacimiento. Aunque no es un test perfecto, es útil para evaluar la transición del recién nacido del vientre materno al exterior y orientar acerca de su necesidad o no de cuidados médicos inmediatos. Sin embargo, las actuaciones que se precisan en bebés que tienen un estado de salud francamente comprometido en el momento de nacer no deben posponerse ni retrasarse hasta la evaluación al minuto de vida.

Es importante recalcar que el objetivo de esta prueba no es pronosticar el futuro estado de salud del niño u otros factores como su comportamiento, nivel intelectual o rendimiento a largo plazo. En definitiva, no existe una relación clara entre  la puntuación de Apgar y el desarrollo neurológico posterior del bebé.

Tampoco existen datos concluyentes sobre las implicaciones de los resultados del test en recién nacidos pre término.

Las puntuaciones pueden verse alteradas si el bebé precisa reanimación y estas puntuaciones no son equivalentes a las que se realizan en bebés que han respirado espontáneamente.


¿Cómo se lleva a cabo el Test de Apgar?

El test de Apgar se lleva a cabo al minuto de vida y vuelve a realizarse a los cinco minutos. El primer resultado orienta acerca de hasta qué punto el bebé ha tolerado el proceso del nacimiento, mientras que el posterior indica si está evolucionando correctamente. En ocasiones, si el estado físico del bebé es preocupante (por ejemplo, ha precisado reanimación), suele repetirse a los diez minutos de vida, a los quince y a los veinte minutos en función de la respuesta.

Durante la realización del test, se valoran los siguientes parámetros:

  • Frecuencia cardiaca. Se mide la velocidad a la que late el corazón del bebé. Puede haber ausencia de latidos, menos de cien latidos por minuto o más de cien.
  • Respiración. Se mide el esfuerzo que hace el niño al respirar. Puede ocurrir que no respire o que la respiración sea lenta o irregular, que sea buena o que el llanto sea débil o enérgico.
  • Tono muscular. Se valora en función de la postura y los movimientos del bebé. Este puede mantenerse flácido, tener las extremidades ligeramente flexionadas o moverse de manera activa.
  • Irritabilidad refleja. Valora la respuesta y los gestos del recién nacido ante los estímulos. Puede ocurrir que no haya respuesta, que haga muecas o que se retraiga con vigor.
  • Coloración de la piel. Esta puede estar pálida o azul, rosada, pero azul en las extremidades o completamente rosada.

¿Cómo se interpretan los resultados?

Cada uno de los anteriores parámetros se evalúa con una escala del 0 al 2 y después se suman todos los puntos, de manera que la cifra final oscila entre el 0 y el 10. Como se lleva a cabo dos veces, se obtienen dos números. Por ejemplo, 8/9, de los cuales, el 8 correspondería al resultado al primer minuto de vida y el 9, al de los cinco minutos.

Este test nos puede orientar sobre si el bebé necesita cuidados médicos inmediatos.

Una puntuación de 7 a 10 se considera normal e indica que el bebé se ha adaptado bien al exterior tras abandonar el vientre de su madre. Hay que tener en cuenta en la primera medición -la que se realiza en el primer minuto de vida-, es casi imposible que el recién nacido obtenga la puntuación máxima. La razón es que la coloración del cuerpo no suele ser la adecuada inmediatamente después del parto, ya que el bebé suele tener las manos y los pies azulados en ese momento. De hecho, una puntuación baja en la primera medición suele pasar a ser normal en la segunda.

En cualquier caso, es necesario recalcar de nuevo que las puntuaciones inferiores que van de 4 a 6 y se consideran intermedias no indican que el bebé esté enfermo ni que vaya a tener problemas en el futuro, ya que pueden haber influido factores como por ejemplo complicaciones en el parto, que hayan reducido su nivel de oxígeno en la sangre, la medicación administrada a la madre, las semanas de embarazo e inmadurez fisiológica del niño o que este padezca malformaciones congénitas.

En este caso, el recién nacido puede requerir de ayuda para adaptarse, aunque suele ser suficiente con una estimulación como la que se lleva a cabo con un secado vigoroso del bebé. En ocasiones, también puede ser necesario administrarle oxígeno o despejarle las vías respiratorias.

Por último, una puntuación menor de 5 podría indicar que el recién nacido necesita algún tipo de asistencia o reanimación. Valores entre 0-3 a los cinco minutos pueden correlacionarse con el riesgo de  mortalidad neonatal.

Corren mayor riesgo de obtener una puntuación más baja (sobre todo en el minuto 1) los bebés prematuros o los que han nacido por cesárea, tras un parto complicado o tras un embarazo de alto riesgo.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.