Trastorno negativista desafiante

De la mano de la doctora Noelia Morán, miembro de la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud (SEPCyS), explicamos qué es el trastorno negativista desafiante (TND).

¿Qué es el trastorno negativista desafiante (TND)?

El trastorno negativista desafiante es un problema psicológico que se caracteriza, fundamentalmente, por la desregulación en los comportamientos y en las emociones. Así pues, se caracteriza por la presencia de conductas de desobediencia, negativismo, oposición a las figuras de autoridad, rabietas, conductas agresivas, irritabilidad y actitudes vengativas que generan un importante desajuste personal, familiar y social.


¿Cuáles son las características del trastorno negativista desafiante?

Este criterio de disfuncionalidad o desajuste e interferencia en la vida cotidiana cobra una particular relevancia en este problema ya que, por sí mismas y de forma aislada, ni las rabietas, ni la desobediencia o la oposición son indicadores de un problema psicopatológico. Es más, que un niño o adolescente no cumpla las normas a la primera o que las cumpla, pero mucho más tarde, o que tenga rabietas, son conductas de alta prevalencia a lo largo del desarrollo evolutivo normal de niños y adolescentes y tienden a desaparecer con el paso del tiempo sin requerir intervención psicológica.

Sin embargo, hay casos en los que estos comportamientos y las emociones de irritabilidad que les acompañan son susceptibles de hacer sospechar de la presencia de un trastorno negativista desafiante ya que:

  • Son muy frecuentes
  • Aparecen en múltiples contextos como por ejemplo en casa, en el colegio, en la relación con abuelos, con amigos, etc.
  • Son graves porque su nivel de intensidad es elevado, es decir, no es lo mismo que un niño no cumpla una orden a que dé patadas, grite o insulte a los demás
  • Han aparecido a corta edad, con alta intensidad y no remiten
  • Generan problemas en la interacción social, en el rendimiento académico y en la relación familiar

¿A quién afecta el trastorno negativista desafiante?

Las tasas de prevalencia de este problema durante la etapa infanto-juvenil se sitúan en torno al 7% en los niños y en el 3% para las niñas de acuerdo con la reciente revisión del Instituto Nacional de la Excelencia para la Salud y la Atención del Reino Unido (NICE, 2017). De hecho, es uno de los principales motivos de consulta para la atención psicológica en población infanto-juvenil en nuestro país (García-Vera y Sanz, 2016). Si bien es cierto que este es un problema que se diagnostica mayoritariamente en la infancia y/o adolescencia, encontramos TND en la vida adulta, lo que da cuenta de la estabilidad de estos problemas de conducta y alteraciones afectivas y de la necesidad de poner en marcha estrategias preventivas o interventivas lo antes posible.


¿Qué causa el trastorno negativista desafiante?

No hay una única razón o factor que explique la aparición del trastorno negativista desafiante, por el contrario, el origen y mantenimiento de esta problemática es de naturaleza multicausal. En este sentido, sabemos que existen múltiples factores de riesgo o protección personales, familiares y comunitarios o sociales que favorecen la aparición del TND y sobre los cuales tenemos un amplio potencial de actuación.

Los padres y madres suelen atribuir el origen de este problema en factores biológicos o temperamentales que tienen poca capacidad de ser modificados. Sin embargo, y sin negar el papel de los factores innatos o biológicos, el desarrollo de un TND responde a múltiples procesos de aprendizaje que se dan en la interacción del niño/a con su contexto a lo largo de su desarrollo.

La crianza supone un importante desafío para los padres y madres que, además, lidian con el estrés y las preocupaciones cotidianas. Cuando los hijos/as son “fáciles” porque comen y duermen bien, son tranquilos/as, hacen las cosas que se les piden la interacción y la educación es más sencilla que cuando son más difíciles, temperamentales, lloran mucho, no comen o duermen bien o quieren tenerlo todo. Además, la existencia en los progenitores de dificultades en la comunicación, en la resolución de problemas, en el propio manejo de sus expectativas y emociones, en el tipo de estilo de apego con sus hijos/as o la presencia de situaciones estresantes en la familia como los problemas de pareja o los problemas laborales predicen que la gestión los comportamientos inadecuados de los niños/as sea más difícil. Ello explica que en estas familias se establezcan patrones de interacción coercitivas en las que los niños y padres/madres aprenden a relacionarse desde las negativas y conductas agresivas.


¿Cómo se manifiesta el trastorno negativista desafiante?

Frecuentemente se considera que este trastorno se limita al plano conductual, es decir, que se caracteriza únicamente por la presencia de problemas de conducta como la desobediencia, oposición, el desafío a las figuras de autoridad o las conductas de agresión. Ahora bien, y más allá de estos signos y síntomas este trastorno se caracteriza por la presencia de alteraciones afectivas consistentes en la presencia de estados de ánimo irritables, enojados y vengativos.

Más concretamente se encuentra que estos niños y adolescentes o adultos son fácilmente irritables y, a menudo, se enfadan, se sienten resentidos con los demás y/o pierden la calma. Son frecuentes las discusiones, el desafío o el reto hacia las figuras de autoridad, que se acompañan de conductas a través de las cuales molestan deliberadamente a las personas que les rodean. Presentan actitudes rencorosas y vengativas y son frecuentes las rabietas, gritos, faltas de respeto o incluso, en algunos casos, pueden aparecer en el curso estos episodios de descontrol emocional agresiones.

El tratamiento psicológico del TND cuenta con buenos datos de eficacia y efectividad en la resolución de estos problemas.

Es también destacable que suelen realizar atribuciones externas de responsabilidad, es decir, suelen situar en los demás la culpa de su comportamiento, problemas o errores. Teniendo en cuenta estos signos y síntomas podemos encontrar niños que mayoritariamente presentan conductas negativistas (que dicen a todo no), rabietas (explosiones de ira y descontrol emocional) o a quienes hay que repetirles en múltiples ocasiones las órdenes.

De estas dificultades afectivas y conductuales se derivan problemas en la interacción social y familiar, en el rendimiento académico y pueden generar otros problemas emocionales.


¿Cómo se diagnostica el trastorno negativista desafiante?

El diagnóstico de este tipo de problema pasa necesariamente por la evaluación multifuente de los problemas de conducta y de regulación emocional, es decir, el objeto de evaluación será el niño/a o adolescente, sus padres, madres o cuidadores principales y el centro escolar. Dentro de esta evaluación, siempre ajustada a la edad y características evolutivas del niño/a se deben realizar:

  • Entrevistas con los progenitores a partir de las cuales obtener información del problema de conducta, así como de los factores personales, familiares y sociales que lo precipitan y mantienen
  • Se aplicarán técnicas de observación o autoobservación a partir de las cuales recoger información sobre las características y circunstancias que rodean a las conductas negativistas y/o desafiantes.
  • Se aplicarán diversos instrumentos psicométricos, cuestionarios y escalas, que permitan detectar las conductas problemáticas, sus factores de riesgo y la posible existencia de otros problemas psicológicos.

¿Cómo es el tratamiento del trastorno negativista desafiante?

El tratamiento psicológico del TND muestra indudables datos de eficacia y efectividad en la resolución de estos problemas. Estos tratamientos tratan de proporcionar a niños/as y a sus padres/madres de estrategias y herramientas a través de las cuales regular las emociones y el comportamiento de los menores.

Para ello se hace necesario que los padres y madres comprendan el papel que juega la interacción paterno-filial en el problema, que potencien sus habilidades de comunicación, la expresión de afectos hacia sus hijos y que adquieran habilidades para atender y reforzar positivamente las conductas adecuadas de sus hijos, a la vez que extinguen o controlan las inadecuadas, establecen límites y órdenes y proporcionan las consecuencias adecuadas ante el cumplimiento o incumplimiento de las mismas.

Será igualmente necesario trabajar en los pensamientos negativos que aparecen hacia sus hijos como, por ejemplo, “mi hijo/a nunca va a cambiar, soy un mal padre/madre”, dado que estos pensamientos generan emociones desagradables que interfieren en el adecuado afrontamiento de los problemas de los niños/as. Todo ello sin olvidar el autocuidado y la promoción del bienestar psicológico de los progenitores.

En el caso de los niños las intervenciones pasan por ayudarles a comprender el problema, por proporcionarles herramientas para la gestión de sus emociones, manejo de pensamientos facilitadores de la ira, hostilidad o de las actitudes de venganza y el desarrollo de habilidades prosociales como la empatía, la comunicación asertiva o la resolución de conflictos que aminoren los problemas de conducta.


¿Puede prevenirse el trastorno negativista desafiante?

Sí, puede prevenirse la aparición de este trastorno. Es importante mencionar en este punto que la aparición temprana de TND suele indicar una evolución y pronóstico más complicado. Por ello, la detección temprana de indicadores como la presencia de rabietas más frecuentes, intensas y duraderas de lo habitual, problemas temperamentales tempranos, desobediencias más acusadas de lo habitual y la existencia de factores de riesgo como el estrés parental son señales de alerta a las que es necesario atender para intervenir con ellas previniendo así la aparición del trastorno.

Además, promover un clima familiar positivo basado en la expresión de afectos positivos, pasar tiempo de calidad a nivel familiar, establecer buenos canales de comunicación paterno-filiales y cuidar el establecimiento de normas y exigencias basados más en el refuerzo que en el castigo son importantes factores de protección familiares.

Finalmente, es recomendable acudir a tratamientos psicológicos especializados en este trastorno en particular y, que recuerden a los progenitores que a pesar de los malos momentos, del hastío y el agotamiento, ellos pueden ayudar a sus hijos/as a aprender a comportarse mejor, a regular sus emociones y, por tanto, a mejorar el bienestar psicológico de la familia.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.