Viruela

¿Qué es la viruela?

La viruela es una enfermedad muy contagiosa, provocada por el virus variola (un Poxvirus), que solo afecta a los seres humanos. Erradicada desde 1980, la viruela es altamente letal y provocó la muerte de 300 millones de personas tan solo en el siglo XX. A finales de los años sesenta, era aún endémica en África y Asia, pero las campañas de vacunación, la vigilancia y las medidas de prevención permitieron que en 1980, la viruela  se convirtiera en la primera y única (hasta el momento) enfermedad viral humana combatida y erradicada a escala mundial.

La infección por viruela se produce cuando se respira el aire exhalado o expulsado al toser por una persona ya contagiada, aunque también se transmite por el contacto con fluidos u objetos contaminados. Se manifiesta con síntomas como fiebre elevada, dolor de cabeza y calambres, dolor agudo de espalda, vómitos y, lo más característico, manchas en la piel que en unos días se transforman en ampollas. Generalmente, estas lesiones cutáneas dejan cicatrices. En un 30% de los casos, su variante más peligrosa provoca la muerte.

Aunque no existe medicación eficaz contra la viruela, la vacunación en los cuatro primeros días de exposición al virus, antes de que aparecieran las erupciones, podía reducir la gravedad de la enfermedad y de algunos de sus síntomas.


¿Cuál es el origen de la viruela y cómo se erradicó?

Se piensa que la viruela se originó en la India o en Egipto hace 3.000 años. De hecho, los restos momificados del faraón Ramsés V muestran marcas de esta enfermedad en la piel. Parece que, posteriormente, se propagó por Asia, África y Europa a través de las rutas comerciales.

A América llegó en el siglo XVI con los conquistadores españoles. Dado que los indígenas no poseían inmunidad frente a ella, -al igual que frente al sarampión- esta enfermedad desempeñó un papel clave en el declive y caída del imperio azteca -causó la muerte de tres millones de aztecas- y también acabó con la vida de gran parte de la población inca. Se estima de hecho, que el 90% de las muertes de indígenas en todo el continente americano tras la colonización europea se debió a enfermedades y no a la conquista militar.

Se conocían dos formas de viruela, la mayor, con una mortalidad de más del 30% y la menor, con una mortalidad de aproximadamente un 1%. Para intentar acabar con la viruela, hace 2.000 años, ya se llevaba a cabo una técnica llamada “viruelización”, que consistía en infectar a una persona introduciéndole -por la nariz con aire a presión- costras de la viruela de un paciente que sobrevivía. Quien era tratado de esta manera desarrollaba una variante más leve de la enfermedad y, después, quedaba inmunizado de por vida.

Fue en 1796 cuando el médico Eduard Jenner -siguiendo las primeras observaciones realizadas por la escritora británica lady Montagu unos años antes- demostró que la inoculación en humanos de la viruela de la que se infectaban las vacas –que es una variedad de poxvirus más leve- podía proteger contra la enfermedad y desarrolló la vacuna, que resultó ser muy eficaz. De hecho de aquí proviene el nombre “vacuna” al ligar su primer uso a este animal.

La labor de este médico británico permitió la producción y generalización de la vacuna, que contribuyó a reducir poco a poco los casos de la enfermedad y sentó las bases para el desarrollo de nuevas vacunas para otras enfermedades. Desde entonces, se ha administrado en todo el mundo.

En 1967, entre 10 y 15 millones de personas se contagiaron de la enfermedad, por lo que la OMS puso en marcha en todos los países del mundo campañas masivas de vacunación. Finalmente, la viruela quedó relegada al cuerno de África y el último brote tuvo lugar en 1977 en Somalia. Tres años después, se declaró la enfermedad erradicada. En este momento, la OMS recomendó dejar de administrar la vacuna.


¿Cómo se transmite la viruela?

Como hemos dicho, el virus de la viruela se transmite directamente de persona a persona al respirar las gotitas húmedas exhaladas o expulsadas al toser por una persona infectada o mediante el contacto con las llagas u otros flujos corporales infectados. También objetos contaminados como la ropa de cama o la de la persona enferma podían propagar la infección.

La viruela se manifiesta con fiebre alta, dolor de cabeza y calambres, entre otros síntomas.
La viruela es la única enfermedad viral humana combatida y erradicada a escala mundial.

Tras la infección, el periodo de incubación es de 10-12 a 14 días. Pero los enfermos solo pueden transmitir la enfermedad una vez aparecida la erupción, algo que ocurre tras esas dos semanas de incubación. A partir de aquí, el paciente es contagioso hasta la curación de las lesiones cutáneas (cuando la última costra se separaba espontáneamente de la piel), aunque el mayor riesgo de contagio se da entre los primeros siete y diez días después de su aparición.


¿Qué tipos de viruela hay y qué síntomas tiene cada uno?

Tras la exposición al virus, la persona infectada se sentía bien y no era contagiosa. Entre siete y diecisiete días después aparecían los primeros síntomas.

Existen dos formas principales de viruela:

  • Viruela mayor. Era la más frecuente y más grave. Inicialmente, la persona sufría fiebre alta, letargo, dolor de cabeza, de garganta y dolor corporal especialmente agudo en la espalda. También podía haber dolor de abdomen muy intenso, vómitos y delirios. Dos o tres días después de estos primeros síntomas, aparecían llagas en la boca, la garganta y la nariz, y manchas rojizas en la piel que evolucionaban hacia un sarpullido o erupción que, posteriormente, se transformaba en protuberancias y ampollas, que se llenaban de pus -formaban pústulas-. Ocho o nueve días después, se secaban y se convertían en costras, que terminaban desprendiéndose de la piel. Fallecía el 30% de personas afectadas, generalmente, durante la segunda semana de la enfermedad. En ocasiones, los supervivientes quedaban con grandes cicatrices, desfigurados por la pérdida de tejido labial, nasal o cartilaginoso o, incluso, ciegos.
  • Viruela menor. Era la forma menos frecuente y también, la menos grave. Los síntomas son similares a los ya descritos, pero más leves. La erupción era mucho menos extensa y menos del 1% de las personas afectadas fallecían.

Además, existen otros dos tipos de viruela menos comunes:

  • Viruela hemorrágica. Al cabo de unos días, se producía hemorragia en la piel, en las mucosas y en el tubo digestivo. Solía provocar la muerte en casi todos los casos, al cabo de cinco o seis días.
  • Viruela maligna. Las lesiones cutáneas eran planas y no se formaban pústulas. También causaba la muerte en casi todos los casos y quienes sobrevivían solían presentar descamaciones en la piel.

¿Cómo se cura la viruela?

No existía ningún medicamento eficaz contra la viruela, pero recibir la vacuna durante los cuatro días siguientes a la exposición al virus y antes de que aparecieran las erupciones cutáneas proporcionaba inmunidad efectiva, al tiempo que reducía la gravedad de la enfermedad.

Por tanto la única forma de tratar la enfermedad eran medidas de soporte,como reposición de líquidos o el alivio de los síntomas y para ayudar a la persona afectada a respirar mejor y a mantener la presión arterial.

En la actualidad, hay fármacos antivíricos que no han sido probados en la viruela, porque no existían cuando esta enfermedad todavía estaba presente, por lo que desconocemos su efectividad contra ella.


¿Es la viruela una amenaza hoy en día?

Si bien se guardaban muestras del virus en numerosos laboratorios, en 1984, por decisión de la OMS, la custodia se restringió a únicamente dos institutos especializados de alta seguridad en Estados Unidos (Centro de Control de Enfermedades de Atlanta) y Rusia (Instituto Vector, en Siberia). La finalidad de mantener estas muestras es la de contar con una cantidad suficiente de virus para comenzar la producción de vacunas en caso de que reapareciera la enfermedad de forma natural.

Tras varias décadas desde la erradicación de la viruela y por su alta mortalidad, actualmente existe controversia alrededor de si es necesario o no conservar estas muestras o proceder a la destrucción definitiva del virus. Quienes apoyan la destrucción de las muestras se basan en que podría emplearse como arma biológica en una sociedad en la que los nacidos después de 1972 no están vacunados. Quienes apoyan mantenerlas se basan en que es preferible que se mantengan muestras controladas a las que la OMS pueda tener acceso en caso de necesidad frente a que puedan darse almacenamientos ocultos e incontrolados.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.