Cómo interpretar una analítica de sangre

¿Qué es y para qué sirve una analítica de sangre?

Una analítica de sangre es una de las pruebas diagnósticas más comunes que se realizan en un laboratorio y, de hecho, a menudo está incluida en los chequeos médicos rutinarios. Permite medir o analizar células, sustancias químicas, proteínas y otros componentes de la sangre con el fin de obtener información acerca del estado de salud de la persona. Estos datos pueden permitir, por ejemplo:

  •  Diagnosticar ciertas afecciones y enfermedades.
  •  Vigilar enfermedades crónicas como la diabetes o la hipercolesterolemia.
  •  Averiguar si un tratamiento médico está siendo eficaz.
  •  Evaluar el funcionamiento de órganos como el hígado, los riñones, el corazón o el sistema endocrino (hormonal), como la tiroides, así como el del sistema inmunitario.

¿Qué tipos de datos recoge un análisis de sangre?

Generalmente, la analítica de sangre incluye dos tipos de pruebas:

  • Hemograma. Esta parte de la analítica realiza un conteo de las células que componen la sangre: los hematíes —glóbulos rojos—, leucocitos —glóbulos blancos—, así como las plaquetas y factores de coagulación. Permite evaluar el estado general de salud y detectar patologías como infecciones, anemias, leucemias y trastornos hemorrágicos o de la coagulación.
  • Bioquímica sanguínea. Muestra los niveles de las enzimas, nutrientes y proteínas que circulan en la sangre como la glucosa, el colesterol, la creatinina, la urea, el ácido úrico, la bilirrubina, el calcio, el hierro, el potasio, el sodio y las transaminasas.

Baterías más especializadas: en ocasiones, ante una sospecha o seguimiento de una patología concreta, se pueden pedir analíticas más especializadas. Por ejemplo enzimas hepáticas o perfiles hormonales más específicos.


¿Cómo se lee e interpreta una analítica de sangre?

A la hora de interpretar los datos que muestra un análisis de sangre, hay que tener en cuenta que no existen unos valores estándar que sirvan para todo el mundo. Por una parte, los análisis se basan en rangos de valores medios y, además, estos pueden variar en función del laboratorio. Por la otra, el contexto clínico de la persona que se hace el análisis es esencial para poder interpretar los resultados, ya que un valor fuera del rango no significa necesariamente que una persona padezca una enfermedad, aunque, en otra, puede indicar anomalías importantes.

Por tanto, no es suficiente con conocer los valores de referencia que figuran en la hoja de resultados del laboratorio para poder interpretar una analítica de sangre. Ante un descenso o elevación aislada de alguno de los parámetros, debe ser el médico quien valore si existe o no una alteración de la salud teniendo en cuenta como referencia el historial clínico del paciente, así como sus circunstancias personales, estilo de vida, medicación habitual y posibles síntomas.


¿Cómo se interpreta un hemograma?

En el hemograma, se analizan los siguientes elementos de la sangre:

  • Hematíes. Denominados también eritrocitos o glóbulos rojos, son las células de la sangre que contienen la hemoglobina, proteína transportadora del oxígeno.. En un análisis, se mide su número total en la sangre, que suele oscilar entre valores de 4.5-5.9 millones de eritrocitos/mm3 en varones y 4-5.2 millones/mm3 en mujeres. Un número excesivamente bajo de eritrocitos puede indicar anemia, mientras que su exceso puede indicar policitemia —incremento de la cantidad de células en la sangre—.
  • Hematocrito (Hto). Este valor mide el porcentaje del volumen de glóbulos en relación con el volumen total de la sangre. Los valores medios son de 40%-54% en hombres y de 37%-47% en mujeres.
  • Hemoglobina (Hb). Se trata de la proteína presente en los hematíes que, como se decía, transporta el oxígeno. Conocer sus valores puede contribuir a diagnosticar trastornos que afectan a los glóbulos rojos y, también, determinar la gravedad de una anemia o policitemia. Sus niveles habituales son de 13,5-17,5 g/decilitro (dl) en hombres y 12-16 gr/dl en mujeres.
  • Volumen corpuscular medio (VCM). Valora el tamaño medio (en volumen) de los glóbulos rojos, que puede oscilar entre 88 y 100 fl (femto-litros).  Los valores bajos pueden indicar pérdidas de sangre por hemorragia, trastornos de la médula ósea, problemas renales o trastornos de la hemoglobina. En cambio, valores elevados pueden indicar anemia por carencia de vitamina B12 o ácido fólico, así como trastornos del hígado o abuso del alcohol.
  • Hemoglobina corpuscular media (HCM). Mide la concentración promedio de hemoglobina en los hematíes. Puede oscilar entre los 2 y los 33 picogramos (1 picogramo es la billonésima parte de un gramo).
  • Leucocitos. Es el recuento total de este tipo de células, denominadas también glóbulos blancos. Presentes asimismo en el sistema linfático y los tejidos, constituyen el elemento fundamental de los mecanismos de defensa del organismo. Su función es combatir las infecciones e intervienen también en las inflamaciones y respuestas alérgicas, además de proteger frente al cáncer. Sus valores de referencia oscilan entre 4.000 y 10.000 leucocitos/mm3. Una concentración más elevada, si es temporal, podría ser indicativa de una inflamación, de infección, y si es sostenida en el tiempo, de enfermedades hematológicas como la leucemia. Los leucocitos bajos, en cambio, pueden indicar un sistema inmune comprometido. Los leucocitos se clasifican según forma y función en: neutrófilos, linfocitos, basófilos, eosinófilos y monocitos.
    • Neutrófilos. Son el tipo más abundante de glóbulos blancos. Sus niveles medios son 2.000-7.500 neutrófilos/mm3 o 40-75% (porcentaje en relación con el total de glóbulos blancos en la sangre). Las infecciones, ya sean bacterianas, virales o fúngicas, lesiones incluso traumáticas o quemaduras, trastornos inflamatorios incluyendo enfermedades autoinmunes, algunos medicamentos o trastornos hematológicos podrían hacer aumentar estos valores.
    • Linfocitos. Se trata de un tipo de glóbulo blanco muy importante para el sistema inmunitario, ya que pueden distinguir las células del propio cuerpo de los elementos extraños y nos defienden contra las infecciones produciendo productos químicos para destruir a los segundos. Su valor de referencia es de 1.300-4.000/ml. Un nivel más elevado generalmente indica una infección vírica pero también pueden elevarse en algunas infecciones bacterianas como la tuberculosis, en algunas enfermedades hematológicas, como el linfoma, y en algunas enfermedades autoinmunes como la enfermedad de Crohn.
    • Monocitos. Implicados también en la lucha contra infecciones, colaboran con otros leucocitos en la eliminación de tejido muerto y células cancerosas. Los macrófagos (monocitos que han migrado de los vasos sanguíneos a los tejidos), son los principales “limpiadores” del sistema inmunitario. Sus valores de referencia son de 200-800/mm3 o 2-10% (porcentaje en relación con el total glóbulos de blancos en la sangre).
    • Eosinófilos. Son los glóbulos blancos implicados en la respuesta inmune que se da en el organismo en las reacciones alérgicas, asma e infección por parásitos. Sus parámetros normales son 40-400/mm3 o 1-3% (porcentaje en relación con el total de glóbulos blancos en la sangre). Una alergia puede llegar a provocar un incremento de los niveles de eosinófilos.
    • Basófilos. Los basófilos son un tipo de leucocito que tienen un papel en la protección inmunitaria (por ejemplo, detectar y destruir los cánceres en estadios muy tempranos) y la reparación de heridas. Los basófilos pueden liberar histamina y otros mediadores, y participan en el inicio de las reacciones alérgicas. Sus valores de referencia son de 10-100/mm3 o menos de un 1%.
  • Plaquetas o trombocitos. Cuando se produce una hemorragia, este tipo de células se dirigen al lugar de la lesión, donde se agrupan formando un tapón para ayudar a detenerla. Los valores de referencia oscilan entre 150.000 y 400.000/mm3. Un recuento bajo de plaquetas puede indicar problemas de coagulación.
  • Velocidad de sedimentación (VSG). Esta prueba detecta trastornos inflamatorios, ya sean infecciosos o de otra naturaleza. Sus valores de referencia se miden en milímetros por hora ya que lo que se mide es la velocidad a la que los glóbulos rojos migran a través de un cilindro hasta depositarse (sedimentar) y son de 0-10 mm/h en los hombres y de 0-20 mm/h en las mujeres.

¿Cómo se interpreta una bioquímica?

En la bioquímica, se analizan los siguientes elementos de la sangre:

  • Glucosa. Se trata de un azúcar o carbohidrato que el organismo absorbe de los alimentos y que constituye su principal fuente de energía rápida. Sus valores medios en ayunas son de 70-110 mg/dl y, en caso de ser demasiado elevados —hiperglucemia—, podrían estar indicando prediabetes o diabetes. En cambio, la hipoglucemia o glucosa demasiado baja en sangre puede ser indicativa de insuficiencia renal, alteraciones graves en la dieta o algunos trastornos pancreáticos.
  • Colesterol. El colesterol es un tipo de grasa que se forma en el hígado a partir de alimentos grasos y que desempeña diversas e importantes funciones como intervenir en la síntesis de algunas vitaminas como la D, muchas hormonas y formar parte de la estructura celular. Existen dos tipos de colesterol: el LDL – llamado “colesterol malo”-, que, cuando existe en exceso, se deposita en las paredes de las arterias y puede llegar a obstruirlas, y el HDL —conocido como “colesterol bueno”—, que tiene un efecto protector, ya que libera el exceso de colesterol de las paredes de los vasos sanguíneos. Los valores de referencia son de 120-200 mg/dl para el colesterol total, 0-160 mg/dl para el LDL y 42-90 mg/dl para el HDL. Niveles demasiado elevados de colesterol total y LDL en la sangre pueden indicar riesgo de trastornos como la aterosclerosis -endurecimiento de las arterias- y, en consecuencia, a un mayor riesgo de enfermedades cardiacas o accidentes cardiovasculares.
  • Triglicéridos. Es otro tipo de grasa que se encuentra en la sangre. Sus valores son de 30-280 mg/dl en hombres y 30-220 mg/dl en mujeres. Niveles demasiado altos también se asocian a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, pancreatitis e ictus.
  • Urea. Es la sustancia que resulta de la degradación de las proteínas que es llevada a cabo por el hígado. Filtrada por los riñones, se elimina a través de la orina como un residuo del organismo. Su nivel en la sangre permite valorar el correcto funcionamiento de los riñones. Sus valores medios oscilan entre 0.6 y 1.5 mg/dl. Valores altos pueden indicar alteraciones hepáticas, renales o del metabolismo de las proteínas.
  • Ácido úrico. Es también una sustancia que produce nuestro organismo degradando compuestos de la sangre. Por lo general, sus valores de referencia son de 2-7 mg/dl. Niveles superiores en la sangre —hiperuricemia— pueden originar la inflamación de las articulaciones, conocida como gota, mientras que valores inferiores pueden indicar una alteración en el riñón o una dieta pobre en proteínas.
  • Creatinina. Se trata de un desecho orgánico que se origina en los músculos a partir de la degradación de la creatina (necesaria para nutrir los músculos)  y que se elimina por el riñón. Su concentración permite valorar de manera sencilla el funcionamiento de este órgano. Sus valores deberían oscilar entre 0,7 y 1,3 mg/dl en hombres y entre 0,5 y 1,2mg/dl en mujeres.
  • Bilirrubina. Se trata deun pigmento de color amarillo presente en la sangre y las heces, que el organismo genera al descomponer la hemoglobina y que el hígado se encarga de degradar y eliminar. Un nivel elevado puede indicar alteraciones hepáticas, así como la presencia de cálculos en la vesícula biliar. Sus valores de referencia son 0,2-1 mg/dl. Cuando aumenta la cantidad de bilirrubina en la sangre, puede presentarse un trastorno llamado ictericia —coloración amarillenta de la piel y/o el blanco de los ojos—.
  • Transaminasas. Este parámetro analiza una serie de enzimas que se encuentran en el interior del hígado: la alanina amino transferasa (ALT), también llamada GPT, (transaminasa glutámico pirúvica) es una enzima que pertenece al grupo de las transaminasas o aminotransferasas. Esta enzima se encuentra principalmente en las células del hígado. El nivel en sangre de alanino aminotransferasa es un parámetro muy útil en medicina, pues la elevación de las cifras normales puede indicar lesión hepática por destrucción de hepatocitos (citólisis); la aspartato aminotransferasa (AST o GOT) que además de en el hígado también se encuentra en corazón y músculos; y la gamma glutamil transpeptidasa (GGTP) que indica situaciones similares a la ALT. Sus valores son de 7-40 unidades/litro (GOT), 5-43 unidades/litro (GPT) y 12-55 unidades/litro (GGT). Niveles en sangre demasiado elevados podrían indicar una enfermedad del hígado o alteraciones en las vías biliares.
  • Calcio. Es un mineral que integra nuestros huesos y dientes además de ser crucial en la transmisión del impulso nervioso y de la contractilidad muscular. Sus valores de referencia oscilan entre 8.5 y 10.5 mg/dl. Un nivel bajo puede indicar una alimentación deficiente o el funcionamiento incorrecto de las glándulas paratiroides, entre otras dolencias.
  • Potasio y sodio. Este mineral se encarga de regular el agua dentro y fuera de las células, en conjunto con el sodio, que también desempeña un papel clave en el funcionamiento de los músculos. Sus niveles de referencia son respectivamente de 3.5-4.5 mmol/l y 135-145 mmol/l. Valores demasiado elevados pueden indicar insuficiencia renal o deshidratación. Además, en el caso del sodio, pueden estar asociados a un consumo excesivo de sal
  • Hierro. Se trata de otro mineral, clave en el transporte de oxígeno y en el proceso de respiración celular, ya que forma parte de la molécula de hemoglobina. Sus valores de referencia son de 50-150 mg/dl. En caso de que su concentración en sangre sea menor, podría existir anemia ferropénica.